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Crisis post-Covid: 22 consejos para tiempos de austeridad

padresycolegios.comSábado, 1 de enero de 2022
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Parecía que por fin podíamos guardar las botas de la crisis, cuando hay que volver a cepillarlas y lustrarlas. Quizá es el momento de pensar que es un estado casi permanente y que poco o nada tiene que ver con los datos macroeconómicos y sí con las forma en que cada familia se enfrenta a sus propias dificultades. Mejor enfocar el postcovid de manera positiva y duradera.

Por Javier Peris

1 AUSTERIDAD ¿POR QUÉ? Lo primero que debemos aclarar, y aclararnos, es si el esfuerzo por vivir bien con los menos gastos posibles responde a una necesidad coyuntural (llegar a fin de mes) o a la convicción de que se puede vivir muy bien sin gastar tanto. Las dos razones son legítimas pero sin duda la segunda es más llevadera porque es positiva, motivadora. Otras veces los dos objetivos son consecutivos: las dificultades sobrevenidas nos hacen vislumbrar el valor de la austeridad.

2 PRODUCTOS Y SERVICIOS ‘ESENCIALES’. El confinamiento ha puesto sobre la mesa la cuestión de lo que es esencial y lo que no. Si fuéramos estrictos, en el super no deberían haber vendido ni la décima parte de los artículos que ofrecían. En circunstancias normales este debate siempre ha existido: ¿Es o no importante para la familia que el niño celebre el cumpleaños con los amigos; que hagamos un viaje en familia; que compremos un ordenador o una tele nuevos…?

3 SIN MIEDO AL QUÉ DIRÁN. Algunas de las decisiones de gasto más gravosas tienen que ver con el entorno, aunque nos cueste reconocerlo. Parece que todos están cambiando de coche; los compañeros de los niños viajan al extranjero; la primera comunión hay que celebrarla con el banquete que todos esperan; en el regalo de boda a la sobrina mejor pasarse por arriba… Sin rodeos, y como decían nuestros abuelos: quien por su culpa muere nadie le llore.

4 DOSIFICAR. APLAZAR. Queremos que los chicos tengan su carnet de conducir a los 18 años, y al mismo tiempo cambiar el colchón que ya ha cumplido dos décadas, y también contratar ese seguro de vida que te ronda. Seamos realistas. Seguramente acabaremos haciendo todos esos gastos, pero no es lo mismo improvisarlos que planificarlos y espaciarlos. Si ha llegado el momento de cambiar las viejas y frías ventanas, el carnet de coche tendrá que esperar unos meses. Y si aún estamos pagando las clases prácticas del chiquillo habrá que decir ‘este año no’ a la tradicional escapada de Semana Santa. Quizá en el puente de mayo.

5 DURO CON ELLOS. Los suministros de luz, gas, agua y telefonía suman cada vez más. Y lo peor es que nada podemos hacer por evitarlo. ¿O sí? Con la energía sólo sirve amenazar con el cambio de proveedor y también, aunque no pasará de ser un desahogo, denunciar ante Consumo. Lo mismo ocurre con la telefonía, aunque en este caso sí hay posibilidades de éxito.

6 DEDICAR TIEMPO. Hoy podemos entender mejor por qué pagamos lo que pagamos, pero rara vez encontramos tiempo para estudiarlo: quizá no hayamos contratado la tarifa adecuada, o quizá el esfuerzo deba centrarse en determinados electrodomésticos o en cortos periodos del año.

7 ¡PERO, SINO COMPRO NADA ESPECIAL! La cesta de la compra puede constituir un gasto relativamente pequeño para una familia… si uno se empeña. Lo que sale muy caro es improvisar, o acostumbrarse a pasarse por el super con cualquier excusa. Molestarse en planificar el menú de la semana ahorra mucho dinero y nos ayuda a evitar la compra emocional.

8 NO SIN MI LISTA. En apenas medio metro de un lineal del supermercado puede concentrase toda la complejidad de esta sociedad: marca blanca contra prometedora novedad muy publicitada; mermelada barata contra esa marca que nos ponía mamá en las tostadas; yogur con sabrosos tropezones contra… nada, simplemente parecen riquísimos. Pero hay más: productos ecológicos, de la tierra, solidarios, en formatos de superahorro… ¿Quién podrá salvarnos? La lista de la compra; la modesta y eficaz lista de toda la vida.

9 QUIEN NO LLORA, NO MAMA. Es posible que nuestras circunstancias objetivas –patrimonio, empleos…– hagan inviables ayudas, subvenciones y descuentos. Pero también es posible que le hayamos dedicado poco tiempo. Nos podemos llevar más de una sorpresa presionando al colegio, o regateando al tapicero, o escribiendo una queja al banco o probando a simular la viabilidad de una beca.

10 YOGA CASERO. El servicio doméstico, concedámoslo, es una auténtica bendición para quien puede pagarlo. Lo malo es que una vez te acostumbras cuesta mucho desprenderse de él. La mayoría de las familias se las apañan dedicando un día de la semana a las tareas más engorrosas (lavar, planchar) y turnándose en las necesidades diarias. Contar con la ayuda de un profesional unas horas al día es una aspiración legítima, pero mientras no sea posible mejor tomárselo como un reiki, con la filosofía japonesa del maestro de Karate Kid: dar cera, pulir cera.

11 LO QUE VALE, CUESTA. El recibo de la comunidad de vecinos es un tormento trimestral. Nos prometemos acudir a la próxima Junta pero luego no lo hacemos; o sí lo hacemos pero salimos con tan mal cuerpo que ya no volvemos. Bien, a veces se puede tolerar esa renuncia económica (la salud es lo primero) pero si queremos ser justos, también con nuestros vecinos, debemos aportar para que los gastos se minimicen.

12 FÁCIL, CÓMODO… ¿BARATO? Esa poderosa alianza que han constituido comercios y repartidores nos lo pone muy fácil: compramos, probamos, devolvemos… Esto no debería costarnos dinero… hasta que olvidamos hacer una devolución o estropeamos un producto, o el proveedor no encuentra lo que pedimos o simplemente compramos lo que no necesitamos. En el mejor de los casos, no lo olvidemos, estamos pagando con antelación y, mientras esperamos el reintegro, estamos prestando gratis nuestro dinero. Y a final de mes ¿hacemos la resta para saber cuánto hemos gastado?

13 FORMA PARTE DE LA VIDA. Se suele decir que uno es rico, o que vive como tal, cuando no sabe el dinero que tiene y que debe: la tarjeta siempre funciona; los recibos siempre se atienden; hay dinero para los caprichos, los imprevistos y la filantropía. Lo normal, en cambio, es que quien tiene la tarea de gestionar la economía doméstica se pase el día sumando y restando, haciendo previsiones que nunca se cumplen y recibiendo desagradables sorpresas en los extractos. No es una situación deseable pero eso es también ganarse el pan con el sudor de la frente.

14 BAJAR SIEMPRE ES DOLOROSO. Los que sufrieron intensamente la larga crisis del 2008 están un poco más preparados, pero a todos nos cuesta adaptar nuestro estilo de vida a las condiciones desfavorables. Y no sólo por el que dirán. Cada tarea que antes delegábamos y pagábamos; cada gasto que antes nos parecía esencial y ahora no podemos permitirnos, y cada vez que tenemos que decir a nuestra familia ‘esto ya no podemos pagarlo’ sufrimos un castigo psicológico en nuestra vanidad, o en la legítima aspiración de proveer lo mejor para los nuestros. Que sea por lo segundo.

15 ES UNA TAREA DE TODO. No podemos convertirnos en el ‘gerente’ de la casa, ese personaje que en las empresas está en boca de todos y nunca para bien, porque solo parece saber de recortes y de cuestionar gastos. Pero comprometer a toda la familia es una tarea muy delicada. A la vez que se informa hay que trasmitir ideas positivas, un talante optimista y bienhumorado, compartir objetivos, celebrar los logros, sugerir incentivos. Y callarse; callarse siempre antes de soltar un comentario pesimista o hiriente.

16 MENOS ES MÁS. Desde hace décadas existen corrientes como el simple livingo el frugalismo, que promueven un estilo de vida sencillo y austero, beligerante contra los estímulos del consumismo, y que hasta hoy se consideraban ideas extremistas o extravagantes. En la actualidad la extensión del aprecio por la sostenibilidad, la economía circular o los productos de ‘kilómetro cero’ están conformando una alternativa nada desdeñable para apostar por la austeridad y hasta por la frugalidad.

17 ADIÓS, COCHE, ADIÓS. Hagámoslo por esa mentalidad sostenible o simplemente porque ya es evidente que mantener un coche no resulta rentable en la mayoría de los casos. La movilidad supone un gasto fijo importante pero cuya importancia cede ante motivaciones de comodidad, autonomía, tradición… Usar el transporte público o compartir coche sólo cuesta al principio. Y quién iba a decir que hasta coger un taxi es hoy más barato que el vehículo privado.

18 EXHIBICIONISMO MISERABLE. Cuando lo observamos en los demás nos parece feo e intolerable, pero todos, en algún momento, hemos hecho ostentación de nuestras propiedades, ingresos o expectativas. Pero más sutil –y más extendido–es el contrario: qué caro es esto o aquello; ya veremos si hacemos ese viaje; esta camisa la regalaban con un pack de yogures… Casi se ha convertido en una charla de buen tono competir por demostrar más preocupación por el dinero, por la falta de dinero. Era más elegante alardear de chófer. Aunque fuera mentira.

19 SALVEMOS LA PAREJA. Cuando la pobreza entra por la puerta… Desgraciadamente el dicho tiene algo de verdad. Las dificultades económicas ponen a prueba los valores y las virtudes de la familia. Gestionar una situación de desempleo, un drástico recorte de gastos o pasar a depender de la pareja no es agradable ni fácil de manejar, y requiere mucha sensibilidad y empatía. Cuando se consigue –nunca sin dificultades–afrontar con serenidad los apuros graves la pareja sale fortalecida.

20¿CONFIANZA? TRANSPARENCIA. ‘Yo no me fío ni de mi padre… sólo que por mi padre me dejo engañar’. Para no perder el tiempo ni hacer mala sangre con la delicada cuestión de la confianza, basta con ser transparentes. Parece fácil, pero enseguida se van deslizando pequeñas omisiones, sobreentendidos, malentendidos… Para quien asume la tarea de administrar, esta incluye compartir con la pareja no sólo los datos sino también las sensaciones, las pequeñas y grandes metas, los pequeños y grandes disgustos.

21¿CÓMO AHORRAR? “Aunque parezca que en nuestra situación resulta imposible ahorrar, siempre hay algún modo. El ahorro finalista y a corto plazo es lo más habitual: guardar para la Navidades, para las vacaciones, para la matrícula del curso… Pero el ahorro a largo plazo debe ir más allá de pagar la hipoteca (que es ahorro, y del bueno). Cuando se tienen hijos el futuro llega enseguida y es recomendable tomar decisiones que ahora parecen dolorosas: subirnos la cotización a la Seguridad Social, pagar planes de pensiones…

22 AYUDAR MÁS TODAVÍA. Sí, precisamente en la situación actual es más necesario y de justicia que nunca colaborar para paliar las carencias de los más desfavorecidos. Con tiempo, con dinero o con ambos. Porque la buena noticia –al menos para la gran mayoría– es que hay donde rascar, algo que no pueden hacer muchas familias porque viven con muy, muy poquito en otros países pero también en nuestra misma calle.

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