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El deporte dice “NO” a los papás hooligans

padresycolegios.comSábado, 1 de enero de 2022
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“Un partido de fútbol de querubines (niños de 4 y 5 años) entre dos equipos valencianos, el Paterna y el Torrent, acabó el pasado 4 de marzo con una pelea entre padres de los jugadores de ambos equipos. Apenas dos semanas más tarde, en Mallorca, los padres de los futbolistas del Alaró y el Collerense, de categoría infantil (12-13 años), llegaban a las manos ante la mirada atónita de sus hijos. Son los dos últimos casos de una lacra que afecta al deporte infantil, que no solo al fútbol, desde hace muchísimos años, solo que ahora, en la era del móvil, con todo el mundo con una cámara en el bolsillo, es mucho más visible y suscita mucha más atención.
Los padres hooligans
“El fútbol es el deporte más practicado en España y el que mayor repercusión mediática tiene por eso puede parecer que ocurre más ahí, pero algunos estudios indican que el factor al que más se alude para explicar la violencia en el deporte no es el tipo de deporte en sí, sino la presencia de los padres y madres en las gradas. Es duro, pero es así”, reflexionan Guillermo Calvo y David García, entrenadores de fútbol y autores de la guía Manual para padres: deporte y valores, publicada por Mutua Madrileña.
Detrás de esta actitud de algunos padres se encontraría, según Chema Buceta, psicólogo deportivo y autor del libro Mi hijo es el mejor, y además es mi hijo, “los malos ejemplos que con frecuencia transmiten los futbolistas, entrenadores, directivos y medios de comunicación que trabajan en la élite” y, de forma especial, “la falta de formación y habilidad” de muchos entrenadores y directivos del fútbol base, así como de los padres de los jugadores niños y adolescentes.
Para Guillermo y David, por su parte, se trataría de “una competitividad mal entendida”, pero también de una “mala gestión emocional, la sobreprotección, la falta de respeto a las figuras de autoridad, como pueden ser entrenadores y árbitros, así como las frustraciones de muchos padres y madres que ven en sus hijos lo que ellos no han podido ser; o el efecto contagio que se da en una grada cuando vemos que empieza a subir el nivel de tensión”.
Quien ha asistido como espectador a un partido de categorías inferiores seguro que ha podido observar determinados modelos de padres, casi una réplica en sus actitudes a las de los espectadores que podemos ver en partidos de élite. Como afirma Diego Batalla, secretario general de la Federación Gallega de Fútbol, “están el padre entrenador, el padre árbitro, el padre que se pasa el partido dando instrucciones a su hijo…”. Todos ellos, según Patricia Ramírez Loeffler, psicóloga deportiva de alto rendimiento conocida por su paso por equipos de fútbol de Primera División como el Betis y el Mallorca, tienen dos rasgos en común: “La mala educación y una falta de control de sus impulsos”.
Consecuencias
El padre árbitro que mencionaba Diego Batalla se pasa el partido recriminando las decisiones del colegiado del partido y cuestionando su imparcialidad, algo que para Chema Buceta supone un mal ejemplo para los hijos: “Los niños deben aprender a respetar las decisiones arbitrales porque ese respecto es un valor para la vida. El niño que aprende a respetar, aplicará ese respeto en otras facetas, ahora y como adulto. Pero es difícil que lo aprendan si los profesionales no lo hacen y sus padres tampoco”.
Lo mismo ocurre en el caso de los padres que cuestionan en todo momento las decisiones del entrenador, especialmente cuando éstas no benefician a sus hijos. Y de aquellos que se pasan el partido dando órdenes a sus hijos. Para Patricia Ramírez lo que estos padres trasladan a sus hijos es que “la persona que le da las ordenes se está equivocando, lo que provoca que se genere una dicotomía en la que llega un momento en el que el niño no sabe a quién tiene que hacer caso, si a lo que le dice el padre (que si no se enfada) o a lo que le dice el entrenador”. Esto genera en los niños una tensión desmedida que afecta directamente, según Chema Buceta, “al rendimiento y el disfrute”. En este sentido, para el psicólogo deportivo, “aceptar las decisiones del entrenador cuando no te favorecen es un aprendizaje de enorme valor para la vida porque saber estar en un equipo empieza por aceptar que no siempre las decisiones del entrenador son las que a ti te gustan”.
Al final los padres son un modelo de conducta para los niños y, cuando hablamos de actitudes violentas, según los autores de la guía Deporte y valores, les están enseñando a los niños “una forma muy nociva de relacionarse y de resolver los enfrentamientos”. Para Patricia Ramírez, por su parte, en el caso de niños más mayores, cuando los padres ya no son su único modelo, este tipo de comportamientos provoca también que los hijos se avergüencen, perdiendo de esta forma “una referencia muy importante, porque aquella persona que tiene que darles seguridad resulta que es una persona que se expone a la vergüenza pública” y no los ven como para sentirse orgullosos de ellos.
Aunque como matizan Guillermo Calvo y David García “por suerte la mayoría de los padres y madres transmiten a sus hijos que el deporte es un espacio de convivencia y donde el respeto es fundamental”, la duda es si se puede acabar con esta minoría. Para ambos entrenadores, es una tarea “difícil” porque la violencia “ha sido siempre una vía de relación y de resolución de conflictos que ha empleado el ser humano”. No obstante, los autores consideran que sí se puede reducir su incidencia en el deporte si éste se enfoca desde su labor social y educativa. Para Chema Buceta acabar con la violencia es “una necesidad acuciante que requiere tomarse en serio y poner en marcha los mecanismos para conseguirlo”.
En ese sentido, a nivel más institucional, desde el Comité de Fútbol Base de la Federación Gallega de Fútbol, por ejemplo, han aprobado un nuevo reglamento que permitirá al árbitro suspender el partido en caso de que de forma continuada y reiterada se pronuncien insultos, amenazas graves o manifestaciones racistas, machistas, xenófobas o intolerables. Entre las potestades que tendrá el árbitro, según enumera Diego Batalla, secretario general de la Federación, estaría en primer lugar pedir al delegado de campo “que advierta a los autores de los insultos para que cesen en su actitud”. En caso de no ser suficiente, el colegiado podrá suspender temporalmente el encuentro hasta que se expulse de la instalación deportiva al sujeto o sujetos causantes de la interrupción. En casos extremos, podrá acordar la suspensión definitiva del partido.
Para Chema Buceta también es muy importante el trabajo con los padres. “Los clubes deben asumir la responsabilidad de trabajar periódicamente con los padres. Es fácil quejarse, pero ¿qué hacemos para formar a los padres?”, concluye.

CINCO CONSEJOS PARA LOS PAPÁS ‘HOOLIGANS’
1Al final de cada partido pregunta a tus hijos cómo se sienten, qué tal se lo han pasado o qué han aprendido en lugar de “¿Cómo habéis quedado?”
2Asiste a un partido que no sea el de tus hijos y observa qué pasa en la grada.“ Pregúntate: “¿Me pareceré yo a ese padre que insulta al árbitro o a aquella madre que no para de gritar al entrenador?”.
3Pita un día un partido, así observarás cómo se sienten los árbitros cuando tienen que ser jueces; suele ser muy difícil y poco reconfortante. Pues bien, así se sienten los árbitros a los que criticamos cada fin de semana.
4Mantén una buena comunicación con los entrenadores de tus hijos. Ante todo, son educadores y por eso es fundamental respetar y apoyar su labor en lugar de criticarla.
5Ponte en el lugar de tus propios hijos y hazte las siguientes preguntas: “¿Cómo me sentiría yo si tuviera detrás de mí a alguien gritándome constantemente lo que tengo que hacer? ¿Rendiría mejor en mi trabajo si mi jefe actuara así conmigo? ¿Disfrutaría?”

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