PEDRO SIMÓN
// PERIODISTA //
Fue a comienzos de 1996, el Real Madrid no acababa de carburar y a su entrenador, Jorge Valdano, se le empezaba a hacer vudú en la tribuna como si Concha Espina estuviera en Haití y no en España.
Lo que se vio aquella tarde en la grada dice mucho de la estulticia, del odio a la inteligencia y también de lo que es este país donde abundan los bobos esféricos (ésos que son igual de bobos los mires por donde los mires). Estaba escrito en una enorme pancarta. Era un mensaje contra Valdano. Se leía: “¡Fuera, filósofo!”. El escritor Juan Villoro evoca aquella simiesca leyenda al final de su libro ‘Dios es redondo’, donde tiene una larga conversación con el ex entrenador argentino a cuenta del fútbol y de la vida.
Villoro. – Recuerdo una pancarta en el Santiago Bernabéu, cuando el Real Madrid iba bastante mal: “¡Fuera, filósofo!”.
Valdano. – ¡Imagínate lo que debe haber pensado algún filósofo de verdad que tal vez estaba entre los cien mil espectadores!
Villoro. –Seguramente ése te admiraba, pero el hooligan te llamaba “filósofo”…
Me he acordado de aquel episodio esta mañana en que he bajado al trastero a hacer limpieza, he abierto varias cajas llenas de polvo y al final he estado un buen rato con mis apuntes de Filosofía en el regazo -nostálgico, leyendo anotaciones obscenas en los márgenes, platónico en el ademán- como si
aquel mazacote de folios fuera un gatito y no el temario de una vieja asignatura de COU.
Un sistema educativo que hace desaparecer prácticamente la Filosofía de las aulas es una escalera de madera podrida por la carcoma, la mera carcasa vacía de un disco duro, una rueda de prensa sin preguntas. Fuera, filósofos, les decimos. Como si durante toda esta legislatura José Ignacio Wert hubiera sido un hooligan y no un ministro de Educación. (…)
En la época del periodismo sin periodistas, de la política sin políticos y de los deberes sin cuadernos, lo que nos faltaba era la enseñanza sin filósofos.
Salgo del entierro de mi suegro, que acaba de morir a los 84 años. Mi hijo el mayor (que se guarda los cromos en el bolsillo por respeto a su madre) me acaba de preguntar que de dónde venimos y que a dónde vamos.
–¿Qué te pasa, papá?–me ha preguntado mi hijo el mayor.
“No sabemos lo que nos pasa y eso es precisamente lo que nos pasa”. Lo escribió un filósofo. Se llamaba Ortega y Gasset.