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La pandemia de la (des)conciliación

padresycolegios.comSábado, 1 de enero de 2022
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Por Adrián Cordellat

Andaba la sociedad española a vueltas con el tema de la conciliación, convertida al fin en una reivindicación social generalizada (sobre todo entre las familias con hijos pequeños a cargo), cuando la pandemia desatada por la Covid-19 obligó a echar el cierre en colegios y empresas y encerró a la población durante semanas en los hogares, convirtiendo a éstos en epicentro de la vida educativa y laboral. Todo ocurrió durante esas semanas en las casas y pisos españoles: los deberes, las clases online, los proyectos laborales, las reuniones de empresa, el trabajo diario, los cuidados, la intendencia doméstica… Y esta situación sobrevenida obligó a muchas empresas a poner a disposición de sus empleados algunas de las medidas de conciliación personal, familiar y laboral que llevaban años exigiéndose desde asociaciones y plataformas en pro de la conciliación: el teletrabajo y la flexibilidad horaria.

Según datos del informe ¿Cuánto tiempo tienes para tus hijos/as?, elaborado por la Comisión Nacional para la Racionalización de los Horarios Españoles (ARHOE) en base a una encuesta realizada por más de 300 personas, casi el 50% de los participantes aseguraba haber tenido acceso durante 2020 a un horario flexible, lo que supone un incremento de casi cuarenta puntos respecto a los datos de 2019 (11,78%). Algo parecido ocurre en materia de teletrabajo. Si en 2019 el 70,55% de los encuestados manifestaba no teletrabajar ningún día, ni siquiera ocasionalmente, en la edición de 2021 esa cifra descendía 20 puntos hasta situarse en el 50,18%. La inercia puede llevar a mejorar incluso estas estadísticas en la sociedad post pandémica, como demuestra el hecho de que un 47,17% de los participantes en la encuesta afirmase que tras el confinamiento estricto «se puede teletrabajar más», mientras que casi otro 12% señalase que su empresa «está estudiando teletrabajar más».

Estas medidas forzadas por la pandemia que se han “vendido” como de conciliación, sin embargo, han estado lejos de ser conciliadoras. Hogar, trabajo y educación y cuidado de los niños han coincidido en un mismo espacio, en una especie de totum revolutum que ha llevado a padres y madres a una sensación frustrante de multitasking, de estar a todo y a nada, de ser hombres y mujeres orquesta capaces de tocar muchos instrumentos, pero sin tiempo suficiente para centrarse en uno y hacerlo bien.

“La pandemia obligó a coger el ordenador e irse a casa. No fue algo previsto o planificado, así que las casas no estaban preparadas para el teletrabajo, a lo que hay que añadir que todo esto se hizo con niños y niñas en casa. Lo que hicimos, por tanto, no fue teletrabajar, sino una especie de sálvese quien pueda”, afirma José Luis Casero, presidente de ARHOE.

Una opinión que comparte Nuria Chinchilla, profesora de Dirección de Personas en las Organizaciones en IESE Business School (Barcelona) y experta en conciliación, que considera que lo que vivido durante el confinamiento fue “muy complicado” porque implicó tener todo en el mismo espacio: la familia, el trabajo y hobbies. “Para teletrabajar hay que decidir qué se puede y qué no se puede hacer como teletrabajo, en qué condiciones y qué límites ponemos al tiempo que vamos a dedicar a la familia y al trabajo. De lo contrario, el trabajo es un gas que se extiende y que entra por todas las grietas que hemos dejado libres en la agenda hasta acabar copando todo nuestro tiempo”, argumenta Chinchilla, que considera que la flexibilización de los horarios, cuando se hace solo pensando en el trabajo, no ayuda a la integración de la vida: “Caemos en lo que yo denomino el “trabajo religioso”. Es decir, que vamos al trabajo cuando Dios manda y acabamos cuando Dios quiere”.

La experta, no obstante, se muestra tranquilizadora y señala que en esa percepción de totum revolutum y de estar a todo pero no llegar a nada influye mucho también nuestra idea del éxito, nuestras expectativas: “muchas veces, cuando decimos que estamos a todo, pero que no llegamos a nada, muy probablemente estemos llegando a casi todo, lo que pasa es que no todo lo perfecto como nos gustaría llegar”.

Aprender a gestionar el tiempo

Esta percepción de no llegar a todo se refleja en el propio informe “¿Cuánto tiempo tienes para tus hijos/as?”, especialmente en el ámbito de la crianza y la educación de los hijos e hijas. Según los resultados del mismo, los progenitores están muy insatisfechos con el tiempo que dedican a sus hijos/as. Concretamente, el 60,13% expresa que les dedican menos tiempo del que consideran necesario, mientras que el 71,24% de los progenitores consideran que sus hijos/as piensan que las necesidades de tiempo son aún mayores. Es decir, que el tiempo que les dedican es aún más deficitario del que los padres y madres consideran suficiente.

“Estos datos se pueden explicar porque al estar en casa hemos sido mucho más conscientes de las necesidades de quienes nos rodean. Por otra parte, los padres tenemos siempre la sensación de que dedicamos a nuestros hijos menos tiempo del que necesitan porque lo normal es que padres e hijos estuvieran constantemente conviviendo. Sin embargo, el tiempo que les dedicamos después de una jornada laboral acostumbra a ser poco y de poca calidad, porque no estamos con la energía suficiente para escucharles, para ayudarles con los deberes o para hacer cualquier otra cosa juntos. Somos como un trapo de limpiar que necesita estar tranquilo y secándose y esto se debe a que vivimos en un mundo que tiene como base el trabajo y no la familia”, reflexiona Nuria Chinchilla.

La directora de la Cátedra Carmina Roca y Rafael Pich-Aguilera Mujer y Liderazgo añade que, en esa percepción de falta de tiempo para los hijos y para uno mismo, tiene mucho que ver, precisamente, cómo gestionamos nuestro tiempo. “Gestionar el tiempo es una competencia de liderazgo, una competencia necesaria para integrar dos ámbitos, trabajo y familia, que nos enriquecen. Es decir, no son dos ámbitos adversarios, sino aliados, pero hay que saber poner límites a los dos para que en cada momento hagamos lo que tenemos que hacer”, afirma. Un argumenta que comparte José Luis Casero, que considera que para poder teletrabajar con eficacia y poder adoptar horarios flexibles “es muy importante que las empresas entiendan que deben formar a sus equipos, incluidos a sus directivos, para saber gestionar el tiempo”.

 

Medidas para favorecer la conciliación

“La insatisfacción que muestran la mayoría de madres y padres va más allá de esa insatisfacción. Es un malestar profundo por no llegar a tener tiempo para sí mismos, para su pareja, para sus hijos. Como sociedad del bienestar tenemos que trabajar para generar ese bienestar entre la sociedad. Y para ello hacen falta trabajos dignos y salarios dignos, sí, pero también un tiempo digno para poder disfrutar de lo que cada uno quiera. Al final, tener ciudadanos insatisfechos que a su vez están educando a hijos insatisfechos no es el mejor escenario posible como país”, afirma José Luis Casero, que destaca la importancia de la aprobación de un pacto de Estado de Conciliación y Racionalización de Horarios para favorecer la conciliación que, entre otras, incluya las siguientes medidas:

  • Avanzar hacia las jornadas intensivas: “en este país, durante los meses de verano, mucha gente tiene jornada intensiva. ¿Por qué no se aplica todo el año? ¿Por qué seguimos teniendo en muchos sitios dos horas o dos horas y media para comer… Cuando empezamos la segunda parte de nuestra jornada, en Europa ya están saliendo de trabajar”, lamenta Casero.
  • Medidas de flexibilización horaria en las empresas para la entrada y la salida. Por ejemplo, entrar entre 7:00 y 10:00 horas de la mañana: “Eso permitiría a los empleados reorganizar su vida y ajustarse a las necesidades de su familia”.
  • Adelanto del horario de prime time televisivo para que finalice en torno a las 23:15 horas. “Hoy empieza a las 22:45 horas. No puede ser que cada día tengamos a millones de personas y a 500.000 niños viendo la tele más allá de las 00:30 de la madrugada. Es algo que no se produce en ningún otro país y que tiene como consecuencia una población cansada”, argumenta el presidente de ARHOE.
  • Cambio en los horarios escolares: “Ya se está produciendo un movimiento en las escuelas hacia el horario intensivo. Porque el horario de las escuelas, ¿cuál debería ser? ¿El que interesa a los padres? ¿A los profes? ¿A los niños? En ARHOE consideramos que debe primar el interés de los niños, por eso es tan importante armonizar horarios laborales y escolares”.

A estas medidas, desde ARHOE añaden también como destacadas la aprobación de una “renta para cuidados” a la que puedan acceder aquellos padres y madres que tengan que reducir su jornada para el cuidado de sus hijos/as, así como la creación de un “bono canguro” para todas aquellas familias en situación de vulnerabilidad con hijos menores de 12 años, una reivindicación que ha dado pie recientemente al Plan Corresponsables anunciado por el Gobierno de España.

Nuria Chinchilla, por último, señala a las empresas: “La Responsabilidad Social Corporativa por antonomasia pasa por responder a las necesidades de los que tienen familia y dependientes en todo lo que significa flexibilidad, excedencias, reducciones de jornada, etc.”; y a la sociedad y las familias. “Las familias no pueden ser solo víctimas del sistema, sino que tienen que ser parte del cambio, ser corresponsables en los hogares. Cada uno de nosotros tenemos que hacer un esfuerzo por contribuir y asumir las responsabilidades que nos toquen tanto en la empresa, como en la familia o la sociedad”, concluye.

 


No hay conciliación sin corresponsabilidad

Sea por no llegar a todo o por llegar, pero no tan perfecto como nos gustaría, los datos y estadísticas recopilados en diversos estudios tras el confinamiento y durante toda la pandemia señalan a un importante y generalizado repunte de las tasas de ansiedad, estrés, depresión e insomnio entre la población, especialmente ente las mujeres. Unos datos corroborados también por el informe “¿Cuánto tiempo tienes para tus hijos/as?”. Según los mismos, la pandemia ha supuesto un cambio en las rutinas de los cuidados que ha afectado más a las mujeres (60,87 %) que a los hombres (34,78 %). Éstas han dedicado más tiempo a la crianza de los hijos/as y a las tareas domésticas y expresan que esta mayor carga de trabajo la han vivido con estrés y un gran cansancio.

“La pandemia ha afectado a un derecho fundamental como la conciliación y la corresponsabilidad y las mujeres han sido las grandes perjudicadas una vez más. Algunos varones han ido comprendiendo el concepto de corresponsabilidad de manera forzosa, ya que han descubierto que tienen hijos, que hay tareas en casa, etc., pero más que nada porque estábamos dentro de casa, no por voluntad propia”, sostiene el presidente de ARHOE.

¿Puede existir la conciliación sin una verdadera corresponsabilidad? “Sería en todo caso una conciliación parcial y a la que las mujeres no podrían acceder”, responde Santiago Moreno Larriba miembro de la Asociación de Hombres por la Igualdad de Género (AHIGE), que considera el de la conciliación es un problema “importante” pero que afecta especialmente a las mujeres: “Una evidencia clara de ello es que el 80% de las personas que han contestado a la encuesta “¿Cuánto tiempo tienes para tus hijos/as?” son mujeres, lo que demuestra a quién preocupa realmente el tema de la crianza, los cuidados y la conciliación”.

Para Moreno Larriba, que todos podamos conciliar pasa necesariamente por “una absoluta corresponsabilidad”, paso primordial para que el problema de conciliación, como ha ocurrido hasta ahora, “no sea solo una cosa de mujeres”. El portavoz de AHIGE, que exige planes de conciliación y corresponsabilidad en las Administraciones Públicas y las empresas privadas y más campañas divulgativas de sensibilización dirigidas a los hombres que promuevan la corresponsabilidad, alerta por último de una trampa:  “Cada vez más padres cuidan y dedican tiempo a sus hijos, pero la corresponsabilidad no es solo la crianza y el cuidado de los hijos, sino también la realización de las tareas domésticas, la carga mental y la parte de la crianza menos amable”.

 

 

 

 

 

 

 

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