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Literatura infantil para educar en emociones

padresycolegios.comSábado, 1 de enero de 2022
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El auge de los libros de educación emocional está muy relacionado con la evolución social y de la psicología. De ello hablamos con dos expertas en literatura infantil y juvenil.

Por Adrián Cordellat

La literatura infantil, y más en concreto el álbum ilustrado, vive una era dorada. Se aprecia en el auge de editoriales y títulos, pero también en su importancia creciente en la industria literaria, ya que en mitad de la crisis del papel el ámbito de la literatura infantil es el único que no solo mantiene su cuota de mercado, sino que crece.

En paralelo a este auge, además, se ha producido otro, el de los libros que abordan la educación emocional. “Supongo que la sociedad por fin se ha dado cuenta de la importancia de la inteligencia emocional y, como es algo que desde la escuela casi no se trabaja, los padres quieren acercársela a sus hijos desde edades tempranas”, afirma Pilar Serrano, escritora y maestra de infantil.

Su opinión la comparte Sussana Isern, psicóloga, escritora y fundadora de la editorial Tierra de Mu, para quien el boom de los libros de educación emocional está muy relacionado con la evolución social y de la psicología. “Los padres ahora son conscientes de los beneficios de la educación emocional. Hay demanda de recursos para ayudar a alcanzarlos y, en consecuencia, se ha disparado la oferta de libros de emociones”, reflexiona la autora, entre otros, del reconocidísimo El Emocionómetro del Inspector Drilo (NubeOCHO).

Empatizar

Para Pilar Serrano los libros infantiles sobre educación emocional atrapan a padres e hijos porque cuentan cosas que podrían pasar o estar pasando a los niños, lo que hace “inevitable” que empaticen con las situaciones y los personajes que ven. “Cada lectura a cada lector le remueve de una forma diferente. Los álbumes además tienen la particularidad de que te invitan a leer y releer una y otra vez, y siempre encuentras un nuevo detalle que no habías visto”, explica.

 Los álbumes además tienen la particularidad de que te invitan a leer y releer una y otra vez, y siempre encuentras un nuevo detalle que no habías visto.

Serrano, que recientemente publicaba Hoy no juegas (NubeOCHO), afirma que hace algunos años empezaron a invitar a los alumnos de tres años a expresar qué habían sentido tras la lectura de un cuento. Los resultados no pudieron ser más espectaculares. “Pudimos comprobar cómo en solo un par de años eran capaces de anticipar lo que les estaba sucediendo antes de “estallar”. Que un niño de 5 años sea capaz de expresar esto ya es todo un logro y, además, hemos evitado un golpe, conflicto o pelea. Algunos adultos no logran poner nombre a lo que les pasa ni en toda su vida”, argumenta.

Beneficios del control de las emociones

Para Pilar Serrano llegar a gestionar las emociones es un proceso que requiere primero del aprendizaje de su reconocimiento, lo que posteriormente permitirá nombrarlas y, a continuación, gestionarlas. “Es complicado controlar algo que te sucede si no sabes ni cómo se llama”, argumenta antes de sugerir que el mayor beneficio de esta gestión emocional para los niños “es que aprenden a conocerse a sí mismos, a gestionar sus emociones desde la calma, y a poder expresar lo que les sucede desde la comprensión, el respeto y sin vergüenza”.

Llegar a gestionar las emociones es un proceso que requiere primero del aprendizaje de su reconocimiento, lo que posteriormente permitirá nombrarlas y, a continuación, gestionarlas.

La reflexión la comparte Sussana Isern que destaca el papel de la inteligencia emocional para evitar que las emociones, sobre todo las no tan agradables, se desborden provocando sufrimiento: “El miedo es positivo porque nos protege, pero, ¿qué ocurre cuando éste nos paraliza y no nos deja avanzar? La tristeza forma parte de nuestras vidas y necesitamos aprender a convivir con ella, pero  ¿y si se instala en nuestro día a día y no podemos escapar de ella? Todos tenemos derecho a enfadarnos, pero, ¿y si con demasiada frecuencia no somos capaces de frenar una reacción que daña a uno mismo y a los demás?”.

Consejos para padres

¿Qué consejos daríais a los padres a este respecto?, preguntamos a las dos expertas. “Que compartan tiempo de calidad con sus hijos. Que jueguen, lean cuentos y hablen sobre ellos. Que sean un modelo real, con sus virtudes y sus defectos, aceptando sus errores, pidiendo perdón si es necesario y rectificando cuando toque. Que se olviden del resto y encuentren un rato todos los días para mirarse a los ojos, contarse cómo ha ido el día, abrazarse largo y quererse mucho”, recomienda Isern.

Pilar Serrano, por su parte, añade la necesidad de que los padres desaprendan todo lo que saben de cuando les educaron a ellos. “Tienen que escuchar a sus hijos y aprender con ellos, juntos. Los niños son muy inteligentes. Solo hay que escucharles”, afirma antes de destacar también la importancia de hablar, de poner ejemplos y de contar historias en las que los niños puedan ver formas de resolver conflictos. “Hay que hablar mucho con ellos, que sientan que a nosotros de niños nos pasaban cosas parecidas y con ayuda las fuimos superando, y empatizar con sus sentimientos para poder entender sus acciones”, concluye.

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El juego de DimeDigo

dime digoPrecisamente sobre comunicación y el diálogo en familia para dar salida a las emociones trata el primer libro publicado por la editorial Tierra de MU, El juego de DimeDigo: “Creo que el enfoque del libro es bastante novedoso y cubre un hueco dentro de la literatura de emociones”, sostiene su autora, Sussana Isern, que explica que el libro parte de su experiencia como psicóloga. “Durante todos estos años de profesión una de las preocupaciones que más me han trasladado los padres es el hecho de que sus hijos no expresen sus sentimientos, preocupaciones, miedos, sufrimientos… que no les digan lo que piensan o que no les cuenten que han hecho durante el día. En definitiva, no poder ayudarles si les necesitan”

De esa inquietud surgen las herramientas que dan forma al libro: historias, metáforas, reflexiones, explicaciones, ejemplos, actividades y un juego de mesa que se ha convertido “en un facilitador fantástico, ya que jugando se puede hablar y compartir sentimientos, preocupaciones y alegrías de una forma distendida y divertida”. El libro, por supuesto, también invita a hablar a los mayores porque se propone como una herramienta recíproca y bidireccional. Para que los niños se abran, sostiene Isern, “los padres debemos saber escuchar y debemos contarles también nosotros”.

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