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Rocío Ramos-Paul: “Muchos padres se dieron cuenta de que no están solos”

padresycolegios.comSábado, 1 de enero de 2022
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Supernanny es la responsable de que términos como límites y normas se mencionaran cada vez más y se aplicaran con mayor frecuencia en las casas españolas. Así es como estos conceptos y la psicóloga que los ha extendido han evolucionado en la última década.

Por Ana Veiga

Seguramente a muchos el nombre de Rocío Ramos-Paul os resulte familiar pero probablemente todos sepáis quién es Supernanny. Este personaje fue durante 8 años el alter ego televisivo de la psicóloga. Hoy en día, Rocío sigue presente en los medios a través de colaboraciones en radio, televisión y prensa escrita pero trabaja principalmente desde las trincheras de su Centro Psicológico en Madrid. Hablamos con ella para ver cómo ha evolucionado su trayectoria y la educación en España desde entonces.

-¿Aún te persigue la fama de Supernanny?

-Sí, pero no me disgusta. Le tengo mucho cariño. Aunque siento que me hace muy responsable de todo lo que digo; a veces pienso ‘como diga una barbaridad… ¡imagínate!’ (risas) pero me encanta porque me ha permitido dar visibilidad a mi trabajo, que es la psicología.

-¿Qué es lo que más ha aportado Supernanny a la conciencia colectiva?

-En aquel momento, le descubrimos a la gente que había profesionales que podían trabajar con ellos las dificultades. Y sobre todo, muchos padres y madres se dieron cuenta de que no estaban solos y de que, por ejemplo, su único no era el único que se ponía hecho un toro cuando le decían que no. Cuando vamos por coles, los profesores nos comentan cómo a raíz del programa cada vez más padres comenzaron a entender las intervenciones que se estaban llevando a cabo en el colegio.

-¿Y qué se ha quedado en los padres a día de hoy?

-Hablan mucho de los límites. Sin embargo, hay que matizar que el programa de Supernanny trabajaba solo la conducta porque yo quise centrarme en eso. En el centro, trabajo también lo cognitivo, la emoción, los pensamientos, lo fisiológico… Pero siempre tuve claro que un programa de tan poca duración solo podía trabajar la conducta, porque lo otro se hubiera quedado a medias. Entonces, en el programa nos centrábamos en los premios y castigos para modificar una conducta. Y creo que es lo que más ha quedado: premios, castigos, normas, límites y hábitos. Luego cuando estás en consulta, trabajas más áreas y más tiempo.

Siempre tuve claro que un programa de tan poca duración solo podía trabajar la conducta, porque lo otro se hubiera quedado a medias.

-¿Cuáles son los casos más comunes que ves en tu centro psicológico?

-Tenemos muchos adolescentes por disminución del rendimiento escolar; a partir de 1º de la ESO hay mucho de falta de motivación al estudio, mucho de normas y límites, mucho de ansiedad… La ansiedad es una sintomatología presente en un montón de casos. Si un chaval es víctima de acoso escolar, tiene ansiedad; si otro está hiperexigido por su padres – que es algo que vemos mucho últimamente -, tiene ansiedad. Si veo que no puedo establecer relaciones de pareja porque tengo problemas de relaciones sociales pues también nos vamos a encontrar con que es ansiedad. La ansiedad no siempre es mala. Es lo que hace que estemos atentos y alerta para empezar a funcionar. Pero cuando nos impide hacer cosas que queremos hacer y nos bloquea, entonces sí que hay que desbloquearla. Además, el ritmo general de vida que tenemos en la sociedad de hoy es ansioso porque es muy activo, al menos en las ciudades. El ritmo de vida que llevamos es muy rápido y transmitimos eso a nuestros hijos. Pero no me gusta culpabilizar a nadie. Este es el ritmo que hay y nosotros como padres y madres tendremos que buscar cómo hacer hueco. Sí es cierto que tenemos que respetar los tiempos de los niños porque son distintos pero si te levantas a las 8 y ya estás gritándole con vamos que tienes que vestirte, corre que hay que ir al cole… quizá no es el ritmo que el niño necesita. ¿Esto es malo? Depende. También hay que respetar la norma de ir al cole y llegar puntual, que también es muy importante.

El ritmo de vida que llevamos es muy rápido y transmitimos eso a nuestros hijos.

-¿Cómo encontrar equilibrio entre normas y respetar sus tiempos?

-Eso es lo más complicado del mundo. Habrá días que habrá que salir corriendo y otros que podemos hacer las cosas más tranquilos. Por ejemplo, podemos intentar que el domingo sea un día para desayunar tranquilo con mis hijos, charlar y contarnos cosas o hacer planes sin tener que correr. Pero de lunes a viernes, hay que acostumbrarse a un horario porque es una norma que hay que cumplir. Lo contrario sería que cada niño entrara a la hora a la que se despierte… pero desgraciadamente esto no facilita la convivencia.

Normas y límites

-¿Son los límites el camino para una mejor convivencia con nuestros hijos?

-Los límites son fundamentales. El mundo de la educación tiene muy clara la necesidad de límites. De hecho, la inmensa mayoría de los padres que recibo en consulta me dicen ‘esto en el colegio no le pasa, pero en casa sí’. Quizá en los padres vemos muchas formas diferentes de educar; en algunos casos pues el niño se pone farruco, te da miedo y por no enfrentarte, no pones el límite… Los dos grandes errores de los padres con respecto a los límites son los extremos: o son muy laxos o ponen demasiados límites. El niño tiene que estar limitado, tiene que aprender ‘puedo llegar hasta aquí, más allá no’, pero a veces los padres no saben cómo ponerlos. En nuestro centro enseñamos a los padres cómo poner límites, porque no ponen o porque ponen muchos. A veces nos encontramos con padres a los que hay que enseñar a relajarse.

-¿Hay que escoger las batallas que libramos?

-Siempre. Sino te conviertes en un ogro… Y más con adolescentes.

-Con adolescentes se complica aún más.

-Con los adolescentes el planteamiento es distinto porque entra la negociación. No te queda otra que negociar. Y para negociar tienes que hacer concesiones, igual que las tiene que hacer tu hijo; y esto los padres lo llevan fatal pero pasa en cualquier negociación. Y ahí sale en los padres la frase de ‘es que cuando a mí mi padre me decía algo, yo no le replicaba’. Ahí les explico que hemos hecho niños más inteligentes y que cuando el niño tenía 3 años, le podías decir que sí pero con catorce no vale el es sí porque sí, necesitan razones.

En realidad, es genial que tu hijo pregunte porque significa que lo has estimulado para que piense y eso es maravilloso. Pero ahora tenemos que negociar y enseñarle a establecer una relación contigo de adulto. Y eso significa: tu cumples tu parte de responsabilidad y yo cumplo la mía de darte el beneficio pactado. Generalmente lo que piden los adolescentes siempre está relacionado con aumentar su autonomía y prepararse para la vida de adulto: salir sin los padres, gestionar su dinero…

Es genial que tu hijo pregunte porque significa que lo has estimulado para que piense y eso es maravilloso.

-Hablamos de límites pero ¿y el premio? ¿Los padres son conscientes de la necesidad de premiar, del refuerzo positivo?

-Hoy en día, se está denostando mucho el premio y el castigo pero yo estoy completamente a favor. Hay que aplicarlos bien, pero aplicarlos. Si no existe un comporta- 8 educar hoy miento, lo tengo que premiar para que aparezca. Luego tendré que retirar el premio y a la larga veremos que se va a motivar él solo pero muy a la larga. La motivación interna es muy posterior pero primero viene la externa. Con el castigo pasa lo mismo. Tengo que aplicar el castigo bien y no solo eso, tengo que mezclarlo con el premio. Es decir tengo que retirar algo que le gusta y para esto el Fortnite es maravilloso (risas). Puedo retirarle tiempo de ese u otro juego que le guste. Y por eso le digo a los padres que es importante saber qué le gusta a su hijo y hablar con ellos, para poder establecer negociaciones. Yo tengo que saber qué le gusta y qué no y hay muchos padres que no saben qué les gusta o qué no.

-¿No lo saben? ¿Notas falta de comunicación?

-Sí, y esto lo trabajamos mucho en nuestro centro. Trabajamos con los padres y les mando una serie de preguntas para que sepan qué les gusta a sus hijos. ¿Les gusta jugar contigo? ¿Qué tipo de juegos les gustan? ¿Les gusta que les des un beso? ¿Qué tipo de materiales les gustan? ¿Qué tipo de música? Hay veces que tienes que enseñar a los padres sobre lo que les gusta a sus hijos.

-¿Cuál es la clave para aplicar bien el premio y castigo?

-Tiene que ser algo en igual en intensidad. No le puedo decir a mi hijo ‘o recoges en 1 minuto o tiro todos los juguetes a la basura’ porque no lo vas a tirar. Ni le puedes decir a un adolescente ‘o te callas o te vas de casa’ porque no se va a ir, le vas a abrir la puerta igual. Tiene que ser lo más próximo posible a la conducta que quiero que disminuya. Por ejemplo, ‘recoge los juguetes o sino los guardo dos días y cuando vuelva a estar la habitación recogida, te los devuelvo’. Igual que no le puedo decir en enero ‘si apruebas todo, en agosto te dejo irte a Irlanda’. Si apruebas esta primera evaluación qué ocurre, en la segunda qué va a ocurrir y ya si apruebas la tercera, entonces hablaremos de Irlanda. Es importante también premiar más el esfuerzo de niño que el resultado del mismo (las notas).

-Hoy en día hay muchas teorías sobre cómo educar. ¿Quizá los padres están más confusos sobre lo que deben o no deben hacer?

-A mí me gusta verlo en positivo y me encanta ver cómo la gente se informa. Creo que hay una preocupación real por ver cómo educamos a nuestros hijos y eso es maravilloso. En la era en la que estamos, tenemos mucho más acceso a la información y por tanto a más teorías. Y en ese sentido yo soy muy respetuosa. ¿Quieres dormir con tu hijo? Duerme con él. ¿Quieres castigarlo o no quieres castigarlo? No lo castigues. Suelo decir que a mi me viene muy bien porque cuando prueban cosas y algunas no funcionan, viene a verme a mi gabinete (risas) y entonces vemos cómo hacemos.

Creo que hay una preocupación real por ver cómo educamos a nuestros hijos y eso es maravilloso.

La relación con los hijos

-¿Además de psicóloga, también eres madre? ¿Cuáles son tus retos personales?

-Sí, tengo un hijo casi adolescente y otro muy pequeño. Pero yo siempre cuento que en casa no soy Supernanny y que, igual que digo a los padres que se tienen que equivocar, yo me equivoco también. Me permito equivocarme las veces que haga falta y me siento a gusto con eso. La ventaja que tengo es que lo veo venir cuando me voy a equivocar (risas) y puedo pensar cómo remonto o incluso pedir consejo a mis compañeras del centro. Lo que es cierto es que el vínculo emocional que tienes con tu hijo no lo tienes con otra persona.

En general, parto de la base de que un padre hace lo que cree que es mejor para su hijo. ¿Se equivoca? Seguramente, y para eso estamos los profesionales de la psicología porque a veces ese amor te vuelve menos objetivo. Hay gente que en su vida profesional es muy capaz pero que se bloquea con la relación con sus hijos. La parte emocional te bloquea.

-¿Entonces tu mayor reto en tu familia es conseguir esa objetividad?

-¡Qué va! Como todo el mundo, mi reto es ser feliz y que mis niños sean felices también.

-¿Te han salido niños fáciles?

-(risas) Mis niños son como todos los niños del mundo. Y eso es maravilloso. No hay nada mejor que la normalidad.

-Y sobre los padres que suelen ir a tu consulta ¿cuál es el reto o preocupación que más te plantean?

-Las normas y límites es uno de los temas que más vemos, especialmente a partir de un año y medio hasta los cuatro o cinco. Con siete u ocho años vuelven a venir por normas y límites porque, dependiendo de cómo hayamos manejado las rabietas en los primeros años, tendremos más o menos dificultades en cómo responden a esta segunda fase. Y con esos ocho años empieza también el tema de los estudios: rendimiento, motivación, dificultades que puedan tener… Con esa edad vemos también mucho a niños sobreprotegidos que son muy miedosos y presentan mucha ansiedad. O niños de padres muy exigentes que también pueden tener bloqueos a nivel académico y social. Tengo también muchos padres de adolescentes que solo vienen un par de consultas para comentar dificultades que están viendo. Yo les digo ‘tienes un adolescente en casa y vas a pasar por determinadas cosas, no te preocupes’.

Es normal enfrentarse con situaciones que quizá no sabemos manejar. Lo importante es ponerse en manos de profesionales para que nos ayuden con pautas. A veces las pautas que se dan a padres de adolescentes son tan fáciles – y difíciles como ‘entra a casa y da las buenas tardes, aunque esté todo tirado, aunque no esté estudiando…’ porque si entras y lo primero que dices es ‘estás hecho un vago’ pues ya se ha liado.

Las normas y límites es uno de los temas que más vemos, especialmente a partir de un año y medio hasta los cuatro o cinco.

-El problema es que a veces es difícil entrar calmado…

-Ahí tienen que preguntarse si, cuando entran a la oficina, lo hacen gritando ‘ya estáis todos mirando al infinito y sin hacer nada’. No, ¿no? Pues no sé por qué lo haces con tu hijo.

La adolescencia: cada vez antes y con más retos

-Antes comentabas que hay cosas a las que te enfrentas ‘cuando tienes un adolescente en casa’. ¿Todos los padres saben que tienen un adolescente en casa?

-No, muchos no lo identifican. Muchas veces las preocupaciones se calman solo explicándoles que es lo habitual, que se es lo que le toca a su hijo el vestirse de otra manera o contestar mal… le corresponde ir con gente que puede no gustarte. Pero está dentro de la normalidad y todos a su edad lo hacíamos también. Otra cosa es que para ti esas situaciones impliquen conflictos a nivel familiar y una dinámica de discusión que quizá no te guste. Muchas veces a los padres de adolescentes hay que recordarles ‘oye que este niño es tu proyecto personal y que también hay que aprender a disfrutarlo’.

-¿Se hacen adolescentes más rápido?

-Se adelantan las cosas mucho, sí. También se alarga la edad de adolescencia por arriba. Esta es una de las dificultades que más me encuentro. Si están ya consumiendo alcohol con 14 años, no están preparados ni física ni mentalmente. O lo mismo pasa al darles un móvil con 14 años. La incorporación al mundo adulto debería ser a posteriori, cuando haya un mayor autocontrol.

-Por ejemplo, ¿qué edad es la recomendable para darle un móvil?

-Los chavales siempre van a pedir beneficios: salir hasta más tarde, tener dinero, un móvil… En todas estas cuestiones siempre planteo lo siguiente: ‘no lo hagas si no ha cumplido antes con una responsabilidad que le has indicado’ y puede ser la que tú quieras: una hora de estudio, el orden la habitación, el cuidado de sus hermanos pequeños… cualquier cosa. Pero si cumple con su parte, me demuestra que es responsable y, si lo es, puede serlo para llevar a cabo el beneficio que me ha pedido. Si tú das un móvil sin más, luego vienen los padres y dicen ‘es que está todo el día con el móvil’ y yo les pregunto ‘¿pero quién le ha dado el móvil?’. Antes de dárselo hay que evaluar si es responsable, si podrá usarlo bien y qué normas tiene que cumplir para tenerlo. Y pensemos qué pasará si lo usa mal o qué castigo tendrá si lo pierde.

-¿Los padres se plantean estas cuestiones cuando ya es tarde?

-Nunca es tarde. Simplemente, es más fácil establecer normas y límites antes de darles el móvil que no ponerlas, dárselo y luego quitárselo si lo usan mal. Quitárselo es una lucha. Si hay que hacerlo, se hace; que no se preocupen. Todo se puede hacer pero hay etapas donde se hace mejor que en otras.

-Para los padres que se estén planteando acudir a tu centro, ¿cómo es el proceso?

-Primero vemos siempre a los padres a solas. Una vez que se hace la primera sesión con los padres, el psicólogo va decidiendo cuándo y cómo se harán las siguientes. Normalmente si son muy pequeños (de dos a cuatro años) los vemos poco porque el trabajo para el cambio de actitud se hace con los padres. Cuando son más mayores, sí que empiezan a venir sistemáticamente. También trabajamos con coles, a veces para ver cómo está el niño en clase o para hablar con profesores y orientadores. En www.rocioramos-paul.com tienen toda la información. El centro está en Madrid aunque también hacemos sesiones online para personas que residen lejos.

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