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Niños solos en el recreo

padresycolegios.comSábado, 1 de enero de 2022
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No hay nada más triste que la imagen de un niño solo, sin amigos con quien jugar, en medio de un patio lleno de niños jugando. ¿Cómo pueden ayudar los profesores y los padres?

 

Por Olga Fernández

El recreo discurre en soledad para algunos niños. Son los que siempre se sientan en un rincón, los que caminan solos dando vueltas al patio o los que deciden irse a la biblioteca a leer. No juegan ni interactúan con otros niños. Detrás de esta conducta suele ocultarse el acoso escolar, un problema que se ceba con los diferentes (autistas, niños con problemas de audición o visión, tímidos…), aunque también es posible encontrar en soledad a los recién llegados al colegio, ya que aún no tienen amigos, o a quienes carecen de habilidades sociales para entablar amistades.

“En la actualidad, las escuelas conviven con un escenario social complejo puesto que algunos niños/as no disponen de las habilidades sociales básicas adquiridas o interiorizadas, tales cómo el apego, la empatía, la asertividad, la cooperación, la comunicación, el autocontrol, la capacidad de resolución de conflictos y la comprensión de las situaciones sociales”, afirma Silvia Alcarria, profesora de Educación Primaria con máster en Intervención Pedagógica en Contextos Educativos y reeducadora pedagógica en ISEP Clínic Barcelona.

Perfil del solitario

El problema no es nuevo, de ahí que docentes y psicólogos hayan puesto en marcha distintas actuaciones para hacerle frente. Por ejemplo, el programa de inclusión social “Parques y Patios Dinámicos”, creado por la psicóloga asturiana Gey Lagar, busca utilizar la hora del recreo para favorecer la inclusión de los alumnos con problemas para relacionarse. O incluso la medida importada de Estados Unidos de colocar un “banco de la amistad” en el patio, un espacio físico adonde acudan los niños que se encuentran solos, como una forma de decir a todos que están buscando amigos.

¿Por qué ocurren estas situaciones? “Suele responder a dificultades en la autoestima, la expresión de opiniones, de aprendizaje, de relación con los iguales y/o de gestión emocional”, responde Silvia Alcarria. La experta dibuja un perfil de niño solitario: “Suele tener dificultades para relacionarse con sus iguales porque no ha prosperado en la competencia social, es decir, no existen en él/ella ese conjunto de conductas que permiten interactuar de forma efectiva y satisfactoria”. La pedagoga se refiere a las habilidades que hacen referencia a los índices de popularidad y el desempeño escolar, “su carencia provoca comportamientos disruptivos y la consiguiente dificultad en el aprendizaje”, dice.

Otro de los factores que influye entre los más pequeños a la hora de establecer amistades es el hecho de salirse de la norma. “En gran parte se trata de alumnos/as que conviven con la lacra de haber sido etiquetados por poseer características definitorias distintas a las del grupo mayoritario”, señala Alcarria.

¿Y los profesores?

La clave reside en la tutoría. “Los alumnos/as deben disponer de un tutor/a de referencia con el que establezcan un vínculo emocional funcional para su vida escolar. Las pautas de actuación para enseñar estrategias de amistad se basan en cuatro técnicas para la enseñanza de habilidades sociales: la instrucción verbal, el modelaje, el role playing (técnica a través de la cuál se simula una situación que se presenta en la vida real) y el feedback (respuesta o reacción a un asunto determinado)”, apunta Silvia Alcarria. Quien propone las siguientes actuaciones:

  • Dinámicas en las que se trabajen las habilidades sociales básicas: observar, identificar, poner en práctica y reflexionar.
  • Juegos de carácter cooperativo para propiciar la adquisición de valores y principios útiles para la vida cotidiana.
  • Trabajar la educación emocional a través de manifestaciones artísticas: el arte plástico, la música, la danza, etc.
  • Planteamiento de situaciones hipotéticas (role playing) para contribuir a ejercitar la estructura de pensamiento, la empatía y la flexibilidad cognitiva. Para esta metodología es oportuno combinar distintos agrupamientos del alumnado.
  • Disponer de un registro de observaciones cuantitativas y cualitativas de las características socioafectivas del grupo clase. Conlleva la elaboración periódica de herramientas (sociograma), a través del cual se dibujan los perfiles de cada niño/a (líder, excluido/a…) y poder actuar en consecuencia.
  • Crear una conciencia de grupo, en el momento en que los 25 estudiantes sienten que tienen su lugar dentro del aula y que tienen una responsabilidad emocional con sus iguales, existe una baja probabilidad que la figura de los niños/as solitarios/as aparezca.

En cuanto a la medida de colocar un “banco de la amistad” en el patio, la pedagoga se muestra contraria: Si bien es cierto que se trata de un ejercicio de empatía entre iguales, no deja de ser una medida que supone, que esos niños o niñas se sientan más señalados y etiquetados. El principal inconveniente de esta medida es que el peso recae en el pequeño/a mientras que debería ser el/la adulto/a de referencia quien tome las riendas ante un conflicto de este tipo, para que, posteriormente el niño/a disponga de los mecanismos necesarios para socializarse”.

Según esta pedagoga, es prioritario que el centro acompañado de los equipos de ciclo instaure un protocolo de actuación dentro y fuera del aula para situaciones de exclusión social y asignar horas del horario lectivo destinadas a trabajar la capacitación personal de los niños/as. “Se trata de promover una Educación inclusiva, en potenciar la atención a la diversidad: aceptar que todos somos iguales porque todos somos diferentes”.

 

 

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