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No hay vacaciones para el ahorro

padresycolegios.comSábado, 1 de enero de 2022
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Claro que es posible ahorrar en vacaciones. Incluso es necesario para subir más ligeros la temida cuesta de septiembre. Para lograrlo hay que conocer todas las posibilidades de ahorro al contratar viajes, alquileres, actividades… Pero hasta quedarse en casa puede resultar muy caro si no tomamos algunas precauciones.

 

Los meses de verano empiezan con una buena noticia: los recibos de las empresas de energía se desploman porque hace tiempo que no necesitamos calefacción. Desgraciadamente no hay muchos más motivos para reducir los gastos domésticos… a no ser que nos lo propongamos. Además, el cambio de rutinas, o la ausencia de ellas, convierten esta época en la más peligrosa para el bolsillo.

Comencemos por los gastos generales. A pesar de que la luz natural nos permite prescindir de muchas horas de iluminación artificial, también son días en que se está más en casa, se usan más electrodomésticos, trasnochamos… Y está, por supuesto, el aire acondicionado. Se aconseja poner el termóstato entre 22 y 24 grados; casi siempre resultará suficiente y, en todo caso, hay que saber que cada grado menos que seleccionemos el consumo eléctrico del aparato crecerá entre el 7 y el 8%. Limpiar los filtros también contribuye a gastar menos.

Hay otros métodos tradicionales que han demostrado su eficacia para enfriar el ambiente y reducir las horas de funcionamiento del aire acondicionado. Desde los toldos, persianas y cortinas hasta el ventilador de techo: éste puede reducir hasta 5 grados la temperatura ambiental. Y si dejamos vacía la vivienda habitual hay que desenchufar todos los aparatos, por seguridad pero también porque los ‘pilotos rojos’ nos cuestan unos euros al cabo del año.

El agua es el otro suministro habitual y básico al que debemos prestar atención, y no sólo en verano: un simple grifo que gotea puede llegar a sumar una pérdida de más de 30 litros diarios. Con el calor, las duchas se hacen más frecuentes pero apenas notaremos la diferencia si bajamos la temperatura del agua en el calentador. El mayor riesgo de que el consumo se dispare se encuentra, sin embargo, fuera de la casa, en el jardín. Regar el césped o las plantas puede constituir una actividad muy relajante, pero hay que hacerlo de forma responsable. En realidad las plantas necesitan muy poca agua para sobrevivir al estío; requieren, eso sí, continuidad en el riego, que debe ser casi diario. El césped, por su parte, supone aproximadamente el 70% de consumo de agua en un jardín medio. Y quien disfrute de una piscina ya sabrá que no hace falta renovar el agua en todo el verano si se dispone de un sistema de depuración.

 

Viajes con antelación

El grueso del gasto veraniego se suele asociar a los viajes y estancias en hoteles o apartamentos. No siempre es así, pero sí es el capítulo donde más se puede ahorrar con una buena planificación. Una vez elegido el destino adecuado para los gustos y las necesidades familiares, hay que reservar con antelación. Es verdad que existe la posibilidad de encontrar una buena oferta de última hora en pleno mes de agosto, pero mejor no arriesgarse. También es recomendable pagar un extra por el seguro de cancelación, sobre todo si viajan con nosotros niños y personas mayores.

Como decíamos, ni el trasporte ni la estancia supone tanto dinero como parece si nos fijamos en los gastos diarios: comer tres veces al día, trasladarse de un lugar a otro, entradas a museos o centros de ocio… Hay que estudiar, por tanto, las ofertas de media pensión y pensión completa; reservar con tiempo el alquiler de un vehículo; comprobar si existen descuentos en las visitas recomendadas… En hoteles y agencias de coches de alquiler existen, por cierto, un gran número de descuentos que debemos averiguar por nuestra cuenta, porque benefician a ex alumnos de universidades, empleados de determinadas empresas, miembros de colegios profesionales… Los hijos mayores, por su parte, no deberían improvisar a la hora de elegir un festival o un concierto de música: los precios de las entradas pueden encarecerse hasta un 300% en apenas dos meses.

 

Inevitables gastos extra

Hemos planificado con cariño los precios de viajes y estancias, las entradas a los museos o centros de ocio… ¿Cómo es que hemos gastado tanto dinero? Simplemente porque hemos tenido más tiempo para hacerlo y las ocasiones, en estas fechas, nunca faltan. Los ‘extras’ son generalmente los que nos amargan la vuelta de las vacaciones. Esas cenas improvisadas; las copas con los amigos; las compras de ropa y recuerdos; la gasolina; los taxis; los caprichos de los pequeños; la última excursión…

Y de nada sirve para descansar ignorar la cuenta corriente. Desatender los pagos o quedar en descubierto puede salir muy caro.

 

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“Para que las vacaciones no causen un agujero en la economía familiar -explica Elena Bárcena Garnica, de Banca Privada de Banco Santander- lo más importante es presupuestar; es decir, ver cuánto dinero tengo para gastar en esta época y, al mismo tiempo hacer una lista de aquello que quiero hacer”. Para Bárcena, hay que pedir todos los precios posibles, comparar y ver si las ofertas se ajustan al presupuesto. Por otra parte, “es posible que algún gasto importante se pueda financiar, pero hay que saber que ello conlleva un gasto adicional y debemos saber si podemos asumirlo”. Bárcena concluye que “las decisiones deben ser pausadas, no dejarse llevar por impulsos.

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