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Orientación y familias: el trabajo conjunto como receta de éxito

padresycolegios.comSábado, 1 de enero de 2022
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La orientación educativa evoluciona y las familias no pueden quedarse atrás. La orientación es mucho más que atender a un alumno con graves problemas, es acompañar en el proceso educativo a todos los alumnos y a sus familias.

Por Estrella Martínez

España atraviesa un proceso de transición en lo que a la orientación se refiere. Atrás quedaron los tiempos en que un alumno solo acudía al orientador cuando tenía un problema serio, como podía ser una dislexia. La realidad se dirige a normalizar esta figura educativa y necesaria para todos los alumnos, aunque todavía queda camino por recorrer. Un camino en el que las familias desempeñan un papel fundamental, pues la orientación no es solo una cuestión de alumno y orientador.

“Afortunadamente cada vez más las familias saben que pueden contar con los orientadores para problemas más extremos, como detectar necesidades especiales, atender procesos de divorcios, problemas emocionales o trastornos de conducta, pero también saben que estamos ahí para asuntos menos extremos e incluso para resolver situaciones cotidianas como ayudar en las técnicas de estudio, elección de optativas, etc.”, explica Ana Cobos, presidenta de Copoe, Confederación de Organizaciones de Psicopedagogía y Orientación de España.

En esta línea Luis Martínez- Abarca, director del Área de Colegios CEU, cree que todavía no existe la deseable implicación familiar en los procesos de orientación, “probablemente la causa esté en el desconocimiento de los beneficios que tiene la orientación para sus hijos. Beneficios que van más allá de lo puramente académico” llegando al terreno afectivo y social. Martínez-Abarca defiende cómo la orientación en todos los alumnos mejora su autoconocimiento y seguridad en sí mismos, del mismo modo que desarrolla las conocidas como habilidades blandas o soft skills.

«Existe un desconocimiento de los beneficios que tiene la orientación para los niños, beneficios que van más allá de lo puramente académico”

Por tanto, la orientación ideal va más allá de acudir al orientador ante un problema serio y exige la implicación familiar. “Aunque el mundo educativo español está cambiando de manera acelerada, hay aspectos en los que todavía vivimos en una ‘normalidad acomodada’ en la que la orientación educativa, escolar o familiar es para corregir los defectos o excesos, por lo que la mayoría queda desatendida”, prosigue Martínez-Abarca.

Y al hablar de educación personalizada, ahora tan en boga, hay que tener presente que “cada niño necesita la intervención de todos los agentes educativos si queremos potenciar su desarrollo”. Las familias tienen que tener información, pero también compromiso para conocer esas capacidades y dificultades que tienen sus hijos. Esta es la clave para que los padres puedan compensar dichas dificultades y potenciar las capacidades. “Egixe, por tanto, dedicación y coordinación, no solo delegación y confianza”, continua Martínez-Abarca.

De este modo resulta fundamental, por ejemplo, que los padres estén presentes en los itinerarios académicos de sus hijos. “El hijo decide, pero nosotros como padres podemos evitar, por ejemplo, que cojan pequeñas fobias a asignaturas”, apunta Josu Ahedo, director del Máster Universitario en Orientación Educativa Familiar de UNIR. “Los padres tienen que conocer las necesidades educativas de sus hijos, así como sus puntos fuertes y débiles, y no que dejamos muchas veces esa responsabilidad a las escuelas. El papel de los padres es fundamental para que los hijos puedan elegir correctamente en su itinerario académico”, completa Ahedo.

“Los padres tienen que conocer las necesidades educativas de sus hijos, así como sus puntos fuertes y débiles. El papel de los padres es fundamental para que los hijos puedan elegir correctamente en su itinerario académico”

Por ello es interesante que los padres, de la mano de los orientadores, pongan los medios para conocer las capacidades y límites de sus hijos, sus intereses o maneras de aprender, algo que va más allá de apuntar a un hijo a una actividad extraescolar de música o deportiva porque al niño le gusta. “Es necesario poner a las familias en esta nueva visión de la orientación que busca el máximo desarrollo individual de sus hijos, potenciando y armonizando sus talentos, intereses, ritmos y estilos de aprendizaje para un desarrollo integral y excelente”, añade Martínez-Abarca.

Como dice Josu Ahedo, existe un cierto miedo a la hora de que unos padres lleven a su hijo al psicólogo, y esto se extiende a la figura del orientador. Esto es algo que no sucede en otros países, donde la orientación en la escuela está más normalizada. “Y es que la orientación familiar es algo normal, no tiene que ser extraño el querer dejarnos ayudar”, defiende Ahedo.

Ana Cobos apuesta también por la necesidad de este trabajo compartido entre orientadores y familias. “Trabajando todos coordinados se beneficiará toda la comunidad educativa y especialmente nuestros niños y niñas, cuyo bienestar es nuestro objetivo compartido”. Cobos explica que las familias que sí se implican en la orientación de sus hijos “dejan que se produzca de modo natural, dejan fluir la naturaleza e identidad de cada persona, acompañando, siempre con amor y autoridad, y dejando bien claros los límites para poder manejarse en la vida con autonomía y bondad”.

El papel de los orientadores es el de proporcionar la ayuda técnica y especializada que se precisa durante el proceso de educar, explica Cobos. “La implicación de los profesionales de la orientación es clave para guiar a las familias y no solo en los momentos más delicados”, sino también como sistema de prevención y disfrute de todo el desarrollo educativo. Este paso más que implica la colaboración entre orientadores y familias y que va más allá de las distintas necesidades, dificultades de aprendizaje o altas capacidades para convertirse en eje de la educación personalizada es el que “todavía no está reconocido por la mayoría de las familias, incluso por muchos equipos docentes”, se queja Luis Martínez-Abarca.

«Existe un cierto miedo a la hora de que unos padres lleven a su hijo al psicólogo, y esto se extiende a la figura del orientador, algo que no sucede en otros países, donde la orientación en la escuela está más normalizada»

Ana Cobos añade que, “desgraciadamente no somos suficientes orientadores, pues la ratio de orientador por estudiante triplica en España la recomendada por Unesco y por Copoe. La situación ideal sería que hubiera un orientador por cada 250 alumnos en un centro y que se trabajara por departamentos que abarcaran a los centros de Infantil, Primaria, Secundaria y postobligatorios para atender a las familias a lo largo de toda la escolarización”.

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