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Programa PRIRES: Educar en las redes sociales… con las redes

padresycolegios.comSábado, 1 de enero de 2022
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Por Javier Peris

Seguramente se trata del tópico educativo más repetido por padres, profesores y especialistas… y también al que menos caso se hace. El impacto en los menores de Internet, y concretamente de las redes sociales, es juzgado por todos de enorme, hasta el punto de afirmarse que “en la Educación ya nada será como antes”. Se atribuye a las redes -con razón- maravillosas virtudes, y se les señala -también con razón- por sus variados y elevados riesgos. El acento se suele poner en esto último, y por eso no es raro que muchos centros escolares se enfrenten a este fenómeno sólo con amedrentadoras charlas de guardias civiles especializados en delitos cibernéticos.

 

El uso de las redes sociales está enormemente extendido entre los menores en edad escolar y, sin embargo, pocas son las escuelas que les dedican un somero plan para ayudar a sus alumnos y alumnas a discernir los buenos y los malos usos de su smartphone.

 

José María Avilés, doctor en Psicología en la Universidad de Valladolid, no ha sido el único en detectar esta carencia, pero sí de los primeros en desarrollar un minucioso programa para ayudar a los centros a enseñar a sus alumnos a relacionarse en la Red: “Este programa es completamente novedoso por los contenidos prácticos y sus múltiples enfoques y aplicaciones”.
Es lo primero que destaca Avilés sobre su propuesta: “Es práctica, diseñada para aplicarse paso a paso, sesión por sesión, y adaptada a la experiencia y a los recursos de cada centro”. Y tiene nombre: Programa Preventivo PRIRES, que su autor describe en el libro Educar en las redes sociales (Desclée de Brouwer, 2018). Un volumen grueso pero no por el exceso de teorías o declaraciones de intenciones. Contiene decenas de ideas para talleres y debates que conciernen prácticamente a todos las acciones, percepciones y emociones relacionadas con el uso del móvil.

 

«No es raro que muchos centros escolares se enfrenten al fenómeno de las redes sociales sólo con amedrentadoras charlas de guardias civiles especializados en delitos cibernéticos»

Hay un predominio del discurso de la seguridad, de fijarse sólo en los peligros de las redes. Y se trata de una estrategia equivocada, porque se queda en la mera información, y resulta tan inútil como decir a los fumadores que el tabaco mata”, señala Avilés. La propuesta de este experto en psicología adolescente es mucho más ambiciosa: “El joven debe interiorizar los motivos por los que unas acciones son buenas y otras no; y eso sólo se consigue si se trabajan las emociones y los valores, de forma que el alumno descubra por sí mismo una coherencia moral”.

Para el profesor Avilés lo importante es el por qué y el para qué, no el cómo: “Nos interesa lo que pasa antes de apretar el botón”. Por eso no da importancia a la brecha digital generacional entre maestros y alumnos: “No se trata de un tema técnico –insiste– sino de ayudar a los jóvenes para que se autorregulen y tomen las decisiones adecuadas”. Y lo que ayuda a conformar ese marco previo a las decisiones son “valores y principios como los derechos de los otros, la capacidad empática, la asertividad…”.

 

Plan de acción tutorial

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Son objetivos que no se pueden improvisar ni sus contenidos deben arrinconarse como residuales o prescindibles: “La educación en las redes sociales debe formar parte del Plan de Acción Tutorial, y aplicarse de manera trasversal junto al aprendizaje reglado. Este programa implica, como toda actividad tutorial, a padres, profesores y alumnos”. Los primeros, por ejemplo, deben preguntarse por qué compran a su hijo un móvil a una determinada edad: “Probablemente -apunta Avilés- no ha sido una decisión basada en criterios educativos, aunque sea evidente que supone para el menor la apertura a contenidos y lugares maravillosos y que pondrán a prueba la madurez de sus hijos. Pero desgraciadamente se debe a motivos más prosaicos, como que ‘ya lo tienen todos’; pues bien, es importante que los padres sean conscientes de ello… y asuman su responsabilidad y el acompañamiento que conlleva”.

El profesor Avilés describe así el esquema general del proceso: “Buscamos que el menor reflexione, en primer lugar, individualmente, ayudándole a ser consciente de las emociones y principios que rigen su relación con el dispositivo. Después extendemos estas reflexiones al grupo para que todos contrasten, debatan, se pregunten, se cuestionen”.

 

“Hay un predominio del discurso de la seguridad, de fijarse sólo en los peligros de las redes. Y se trata de una estrategia equivocada, porque se queda en la mera información, y resulta tan inútil como decir a los fumadores que el tabaco mata»

El programa de Educar en las redes sociales pretende que se saquen conclusiones asertivas y compartidas por todos y, a partir de aquí, el cuarto y último paso es el acuerdo: “Un compromiso, un acuerdo, un consenso sobre cómo afecta a mi vida diaria mi presencia en las redes; compromiso que incluye tanto actitudes básicas como juicios morales”.

Para la mayoría seguramente será la primera vez que se planteen que existe un vínculo entre el móvil y sus emociones; que su uso tiene consecuencias.

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