Autor: padresycolegios.com
Tengo un hijo de 14 años que está comenzando a
entrar en la adolescencia ¿Podrían darme algunas pautas para seguir manteniendo
con él una buena relación a pesar de los problemas frecuentes en este
periodo?
Escucharle: No basta con
decirle lo que tiene que hacer. Es importante comenzar a tratarle como un
adulto, escucharle y respetar sus opiniones, no enjuiciar hasta haberle
escuchado.
Compartir aficiones y buscar momentos en
común: Hacer algún deporte juntos, hacer juntos un curso de inglés…
ello facilita el establecer una relación de complicidad. Así mismo es importante
compartir con ellos nuestras preocupaciones, contarles nuestras cosas, hablarles
de nuestro trabajo… de esta forma la conversación no se convierte en un
interrogatorio, sino en un verdadero diálogo.
El cariño:
Hay que seguir mostrándole afecto, aunque aparentemente lo rechace. Estar
disponible y mostrarle nuestro afecto a través de los pequeños detalles:
acompañarle a la puerta cuando se marcha a clase, preguntarle cuando sabemos que
ha tenido un partido o un examen, prepararle una comida especial para celebrar
algún éxito.
Respetar su intimidad: El adolescente
necesita de momentos de soledad para reflexionar sobre sí mismo, sus
sentimientos, sus opiniones. Igualmente debemos entender que pase más tiempo con
sus amigos, a ésta edad para él son muy
importantes.
Paciencia: Es decir «Paz» y
«Ciencia»: mantener la calma y reaccionar de forma adulta ante sus desplantes,
sus cambios de humor y, a su vez, formarse como padres, informarse sobre las
características del adolescente para así poder orientarle
mejor.
Aprender a negociar: Al llegar la
adolescencia, los padres debemos cambiar la forma de ejercer la autoridad.
Cuando nos plantea realizar determinadas actividades, debemos ayudarle a
reflexionar, escuchar su opinión, y si lo que propone es razonable aceptar sus
propuestas.
Ser coherentes y un buen modelo para
ellos: Para los adolescentes, la coherencia es muy importante, y no
entienden que sus padres les exijan aquello que ellos mismos no cumplen. Esto no
implica que los padres debamos ser perfectos, lo importante es que nuestros
hijos nos vean luchar por mejorar.