Buenos días, les escribo porque me gustaría que me ayudaran con mi hijo. El próximo año tenemos previsto cambiarle de colegio coincidiendo con el comienzo de Secundaria. Nosotros queremos que vaya al instituto pero él tiene mucho miedo porque lo asocia a chicos problemáticos y poco estudiosos.
Quiere ir a un colegio concertado que abrieron en nuestro pueblo hace un año. No nos gusta para él porque consideramos que lleva muy poco tiempo en funcionamiento y en Secundaria apenas tiene alumnos. Además, hemos leído en foros algunas opiniones de padres y, la verdad, no son muy positivas. Aunque habrá para todos los gustos. La preferencia de mi hijo coincide en que un vecino también ha empezado a ir a este centro y eso quizá le pueda influir. ¿Qué hacemos? ¿Le convencemos de nuestra elección o cedemos a la suya, aún pensando que no reúne el nivel que deseamos? Un saludo.
DOMINIK KOS
Lo normal es que prevalezca el criterio de los padres, ya que estos son los primeros educadores de los hijos. Pero también es cierto que ante un cambio de centro hay que obrar con precaución. Dejaría de lado la cuestión de si la decisión es de uno o de otro y me centraría en lo importante, el cambio de centro, una decisión de los padres de la que el niño puede ser partícipe si se aprovecha como ejercicio de responsabilidad.
El hecho de que el niño detecte un cierto mal ambiente con el que no se sienta identificado puede ser causa de problemas posteriores si se le obliga a convivir en él; también sería bueno hablar con él sobre el tema en el momento propicio, ya que puede saber cosas concretas que él conoce y todavía no ha dicho y que aportan datos reales sobre la situación que él ve.
Por otro lado, es normal que un centro nuevo no tenga muchos alumnos en ESO, ya que normalmente se empieza un colegio por los cursos bajos. De todas formas puede haber unos criterios objetivos que se pueden comprobar: 1) si las clases están llenas en infantil y primaria; 2) ideario del colegio en contraste con el de la familia; 3) cómo son los alumnos, incluso a simple vista; la forma de comportarse a la salida del centro, por ejemplo, ofrece una imagen de la calidad humana del alumnado; 4) si el profesorado no ha cambiado mucho desde que está abierto el centro; 5) que el colegio nuevo no haga excesivo hincapié en las instalaciones, normalmente eso significa que tiene poco que ofrecer de verdadera formación y que se da prioridad a la imagen sobre la formación; 6) si en una entrevista inicial en el colegio dicen que sí a todos los planteamientos de los padres sin matices, mala señal: no hay unos principios estables.
En la adolescencia es vital un ambiente exigente y de superación. Si existe la figura de un tutor que le marque metas personales y que le dé seguridad con un apoyo continuado, puede ser un valor añadido muy a tener en cuenta.
El contraste entre ambos centros es fundamental. Si tras un análisis concienzudo uno de los centros ofrece claras garantías debe considerarse esa como opción independientemente de quién la haya propuesto, porque habrá sido una decisión conjunta de los padres y el hijo.
CARLOS SEGADE ALONSO
subdirector del Área de Educación del Centro Universitario Villanueva