Enhorabuena por su trabajo. Mi pregunta es la siguiente: a mi hijo de 7 años le cuesta muchísimo comunicarse, algo que yo entiendo necesario en el marco de la familia con el objetivo fundamental de conocernos y ayudarnos unos a otros. Yo le pregunto y le motivo, tomamos café un día a la semana los dos solos para poder hablar, le pregunto cuál es su opinión, le invito a utilizar expresiones como ‘me gusta’, ‘no me gusta’, ‘me molesta’… Todo para poder conocerlo y acceder a él. Pero es que me desanimo y me aburro, sobre todo, porque su padre y su abuelo son exactamente iguales. Yo les llamo personas invisibles porque es como si no estuvieran, son como una serie de espectadores que están viendo un teatro pero que no participan de forma activa en la familia o en reuniones de amigos. Mi pregunta es: ¿me merece la pena estar luchando tanto por comunicarme con mi hijo, si finalmente es un factor genético y mi esfuerzo no valdrá para nada? ¿Tengo que respetar su personalidad y dejarlo ser tal como es? Me preocupa que se sienta solo y yo no esté ahí para poder ayudarle y guiarle Gracias.
En la cuestión que se plantea hay varios aspectos a tener en cuenta:
1) El comportamiento de toda persona es fruto de la interacción entre las variables genéticas y las del entorno. Los factores genéticos se manifiestan en los diferentes temperamentos, y los del entorno son aspectos que el ser humano aprende en la interacción con el mundo que le rodea: padres, hermanos, amigos, etc.
2) No es conveniente atribuir el comportamiento a una sola de las variables señaladas anteriormente. Posiblemente la genética explica una parte del comportamiento humano pero no su totalidad. Por ello, es importante ayudar a que se exteriorice un temperamento por medio de conductas concretas que se expresan en el carácter de la persona. Abandonar la estimulación de la comunicación por pensar que nada puede cambiar hace que el problema se perpetúe.
3) Hay personas que tienen un temperamento introvertido. Esto quiere decir que les cuesta mucho expresar lo que llevan en su mundo interior, pero no quiere decir que no lo necesiten. Por ello es importante habituar al niño a conductas de comunicación concretas que pueden pasar por los diferentes niveles de la comunicación: informativo –hablar de hechos o acontecimientos que no implican aspectos emocionales–, racional –hablar de ideas u opiniones– y profundo –nivel en el se que hace referencia a los sentimientos–. Cuando en una familia siempre se ha evitado la comunicación, lo más sencillo es comenzar por el nivel más básico para luego ir abordando los otros niveles.
4) El último aspecto a tener en cuenta es que, de forma particular, si hay dificultades de comunicación, es adecuado acudir a algún profesional de la orientación familiar que pueda trabajar la interacción entre los distintos miembros de la familia; en concreto y en este caso: la interacción madre-hijo.
Rocío Meca
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