Cuando tienes la oportunidad de visitar alguna Escuela Infantil , puedes reflexionar sobre las características de cada una de ellas, su filosofía, la manera de trabajar, la organización de sus espacios, la figura del niño y del educador, la manera de comunicar la actividad educativa del centro y tantos detalles que te hacen pensar y analizar tu propia tarea.
Por Maite Matamala García
Un ejemplo de escuela es aquel donde cada educador permanece en su aula con el número de niños que le corresponde, a lo largo de la mañana organiza diferentes actividades: cuenta un cuento, saca el cajón de las construcciones para que jueguen, el educador decide el tiempo de juego en cada actividad, incluso cuentan con unas fichas (para colorear, pintar) y como conclusión todos los niños pueden llevar a casa todo su cuaderno completo y desde luego igual que el de su compañero.
En este ejemplo, el educador es el que dirige todas las actividades, seguramente con una programación exhaustiva semanal, mensual o de todo el curso, teniendo en cuenta todas las áreas de desarrollo del ciclo 0-3 años.
No pretendemos criticar negativamente esta forma de trabajar con los pequeños, pero tenemos que defender otra manera más dinámica, donde los niños sean los protagonistas y sus educadores participantes activos de las propuestas de juego.
Vamos a imaginar un aula y como la vamos a inventar deberá ser ideal para nosotras. En primer lugar contaremos con un amplio espacio, será grande, pintada con un color suave que resulte apacible y pensando en el mobiliario que hemos elegido con su colorido correspondiente para que nos quede un espacio armónico y estético que nos invite a entrar en ella y disfrutar con sus juegos y propuestas.
Es importantísimo ordenar el mobiliario con una filosofía de trabajo y la que nosotras proponemos es la de facilitar a los niños “autonomía de juego” es claro que el material pedagógico debe estar a su alcance, ese mueble que hemos elegido para colocar los encajes y puzles, bajo y cercano para que tenga la inmensa suerte de cogerlos y dejarlos a su criterio, así como el resto de mobiliario elegido para nuestra aula, que podamos contar con un lugar del mueble para colocar aquellos materiales que estén al alcance de los niños y otro espacio del mismo para guardar otros juegos y juguetes para sacar en otras ocasiones, cuando el educador lo considere necesario.
Es necesario tener claro, que deberemos contar con material suficiente para que los niños puedan elegir, pero también pensar que el exceso del mismo, a veces solo sirve para abrumar a los pequeños.¿ cuándo sabremos si es mucho o poco material el que ofrecemos a los niños? Es muy fácil, si una de nuestras mejores cualidades, como educadora, es la de ser observadora habitual de los niños, en sus juegos, en sus habilidades, en su desarrollo en general, seguro que pronto descubriremos si hemos acertado en la elección y en el número de los mismos.
La manera de organizar el aula, tanto si es por rincones de actividad como por centro de interés será a elección de cada educador u organización de cada centro.
Ya hemos colocado el aula con mobiliario y material de juego adecuado para que pueda desarrollar todas sus capacidades, también contamos con nuestros alumnos dispuestos a aprender e investigar ya que su curiosidad es infinita.
Los niños de nuestras escuelas son despiertos, dinámicos, alegres, creativos, ocurrentes, llenos de energía y con muchos deseos de aprender e investigar, por lo tanto deberemos ofertarles juegos, actividades y propuestas para que desarrollen todas sus capacidades, imaginación y creatividad, pero tenemos muy claro que cada niño es diferente y por lo tanto cada uno de ellos debe desarrollar sus capacidades y conseguir sus aprendizajes con su estilo personal.
El papel del educador debe ser muy dinámico, parte importante de la tarea educativa, cuando se tienen verdaderos deseos de trabajar con estas edades, surgen las ideas, las ganas de hacer propuestas de juego donde los niños puedan investigar, sientan curiosidad por tocarlo todo, analizarlo entre sus manos, ponerlo en relación y descubrir cada objeto con sus cualidades.
Cuando somos educadores-observadores, llegamos a conocer a cada niño con sus peculiaridades, sus gustos, también somos capaces de analizar cada actividad, y como continuarla cuando esta decae, no podemos dejar que nuestros niños se aburran porque no se nos ocurre que proponer. Observemos a los pequeños, que ellos serán los que nos trasmitirán sus preferencias de juego, siempre el educador deberá tener claro las áreas de desarrollo de nuestra edades, para pensar y organizar aquellas propuestas atrayentes donde ofrezcamos varias posibilidades de juego y descubrimiento para que cada pequeño encuentre su lugar y su camino de investigación. Una actividad con una sola respuesta no es interesante, deberá tener un abanico amplio de respuestas donde todas sean válidas e interesantes.
Ofrezcamos a los niños entusiasmo, creatividad e ideas en nuestra tarea educativa, ya que creemos en el niño como un ser lleno de potencialidades y deseos de aprender.