El niño tiene que "percibir los beneficios claros que le reportará optar por la conducta adecuada. Las regañinas, amenazas, chantajes, gritos, etc., no disuaden de forma inteligente".
Autor: Bernabé Tierno
Cuando el niño no hace lo que debe o realiza acciones que pueden perjudicarle, el educador debe utilizar estrategias de firmeza, que ofrezcan alternativas y el niño pueda elegir y sentirse protagonista y además, que perciba los beneficios claros que le reportará optar por la conducta adecuada. Las regañinas, amenazas, chantajes, gritos, etc., no disuaden de forma inteligente.
Forma de hacerlo: llama al niño (a) por su nombre en tono firme y cálido mientras le tocas en el hombro y le coges las manos y expresas la orden o mensaje que pretendes hacerle comprender de forma clara y firme: ¡NO!, ¡VALE! ¡YA ESTÁ BIEN! A continuación le indicas con claridad lo que está haciendo mal: "Empujar a tu hermana", "quitarle los juguetes", "ponerle la zancadilla", "hacerle llorar"… (diversas conductas negativas). Después tienes que darle una razón clara de por qué "empujarle a su hermana" está mal, porque le hace daño y para que lo observe y sufra en sí mismo el adulto puede darle al niño un empujón que no le haga daño, pero le haga sentir la molestia y el desagrado de padecer la violencia que ejerce el otro, aclarándole al niño que se realiza esta acción por una persona mayor como es su padre o su madre y vea que lo que hace molesta en gran manera. Se puede hacer a continuación el siguiente razonamiento: "Si un niño mucho mayor que tú te hace en el colegio, lo mismo que tú le haces a tu hermano, ¿te molestaría mucho, verdad? Pues piensa que no debes hacer a nadie lo que a ti también te molestaría.
Después de esta observación, el educador debe dejarle claro al niño que sabe muy bien que es capaz de ser bueno y de portarse bien y está convencido de que en lo sucesivo tratará a su hermano lo mismo que le gustaría a él ser tratado por chicos mayores.
Se le puede pedir que durante un rato, a la vista de papá y/o mamá, juegue con su hermano de forma divertida, pasándolo bien y sin hacerle ningún daño: "Te observaré durante un buen rato para ver cómo te comportas y sabes tratar a tu hermano y te felicitaré después, por lo bien que estoy seguro que sabrás hacerlo".
Las consecuencias de su buena acción serán que cuando vengan los abuelos y los tíos, se enterarán de que Carlos se está comportando estupendamente con su hermana y lo contentos que estamos todos por su nueva conducta.
Esto es un simple ejemplo, pero encierra las claves de cómo disuadir desde una "Educación inteligente", sin amenazas, sin gritos y procurando facilitar las cosas para que el niño aprenda a decantarse por conductas buenas que le reporten palabras de aliento y de beneplácito por parte de sus padres y educadores.