Autor: padresycolegios.com
Tengo un niño de cuatro años, y soy madre soltera. Cuando me quedé embarazada, debido a las circunstancias en que me encontraba –mi madre murió y dado que ya no tenía relación con el padre, tardé en comunicarle que iba a ser papá, y él me dijo que no estaba preparado–, yo lo asumí y no reclamé la paternidad. Considero que no se puede obligar a nadie a ser padre (para mí es un acto de amor). Y creo que de nada me sirve que me pasen una pensión por obligación. Así decidí mirar hacia delante. Siempre lo he llevado muy bien, porque aunque estemos en una sociedad que dicen «moderna», las madres solteras no estamos muy bien vistas. Mi hijo es muy espabilado, con 15 meses hablaba bastante, y con 20 meses mantenía una conversación perfecta. Nació el 31 de diciembre por lo tanto se escolarizó con dos años y nueve meses. Pero el otro día hablando con él me dijo: «Mamá, ¿cuándo yo estaba en tu barriguita tenía papá? Yo le contesté: «todos los niños tienen papá y mamá, pero algunos viven con sus papás solamente, otros con sus mamás, y otros como tú, con tu mamá que te quiere más que a nada en el mundo y además vives con tu abuelito, y con tu tía y con tu tío, y además tienes la suerte de que en la casa de al lado vive tu otro tío, y tu tía y tu primo. Así que, fíjate si tienes suerte, que tienes una familia muy grande que te quiere mucho». Y el me contesta: «¿Y mi papá donde está?». Y yo le dije, «–pues no lo sé–». Y me dijo: «Un día lo vamos a buscar…».
Pero, «¿ a dónde?», le contesté. Y añadió: «Nos subimos en el coche y vamos por los pueblos y ciudades a ver si lo vemos». Me lo dijo con voz muy triste y por primera vez me sentí insegura. No sabía qué decirle. No quiero mentirle, yo no siento rencor sino todo lo contrario. Al padre le estoy muy agradecida por darme este hijo maravilloso. Pablo, mi hijo, es un niño muy seguro de sí mismo, su profesora me lo ha dicho. Es muy maduro para su edad y quiero hablar abiertamente del tema con él, pero no sé qué decirle, quiero prepararlo para que no se sienta inseguro cuando sus compañeros le pregunten: ¿Cómo se llama tu papá?, etc. Quiero que esté preparado para enfrentarse a esa situación, y creo que necesito un consejo. Gracias.
ANA. ASTURIAS
El tema aquí planteado puede abordarse desde diferentes perspectivas: qué información se ha de proporcionar al menor que no convive con su padre y que no le conoce; qué elementos deben tenerse en cuenta a la hora de educar a un niño sin el referente paterno. De una manera breve intentaremos abordar las diferentes perspectivas, aunque podríamos hablar de otros muchos aspectos:
Qué información proporcionar al menor de su padre:
– Aspectos positivos para que recuerde en un futuro.
– La posibilidad de conocerle en un futuro.
– Una imagen del padre que le ayude a construir su propia identidad. En este punto es importante aclarar que no es bueno ocultar la información al niño puesto que en un futuro esa falta de comunicación tiende a tener un efecto negativo en la relación interpersonal con la madre. Por tanto, el niño ha de conocer de la existencia de la figura paterna, de forma que sepa que aunque no viva en la misma casa, esa persona existe.
Qué elementos tener en cuenta a la hora de educar a un hijo sin el referente paterno. Considero que hay cuatro aspectos básicos que se pueden trabajar, de manera que incrementemos la seguridad emocional del menor:
– El vínculo: significa que el niño forma parte de algo (familia, amigos), está relacionado con otros con los que tiene confianza y apoyo; tiene un pasado y una herencia personal, lo que amplía sus vinculaciones a personas y lugares; pertenece a alguien o a algo; que es importante para los demás.
– La singularidad: es el resultado del conocimiento y respeto que el niño siente por las cualidades o los atributos que le hacen especial o diferente, apoyado por el respeto y la aprobación que recibe de los demás por esas cualidades. Esto significa que él es alguien especial, aunque se parezca a los demás en muchas cosas; que es capaz de expresarse a su manera; que puede disfrutar del hecho de ser diferente.
– El poder: es la consecuencia de que el niño disponga de los medios, de las oportunidades y de la capacidad de modificar las circunstancias de su vida de manera significativa; es tener sensación de que puede ejercer alguna influencia sobre lo que le ocurre en la vida.
– Las pautas: lo que implica que el niño sepa qué personas pueden servirle de modelo de comportamiento; cómo aprender, de manera que el niño sepa organizar su curiosidad; tener un sentido del orden y conocer límites que le proporcionarán criterios sobre el sentido de las cosas que va haciendo.
También es importante que en el proceso de socialización el niño perciba en la persona con la que se identifica alguna competencia o valor que a él le gustaría poseer. Con ello quiero decir que la identificación en el menor demanda especialmente un modelo que tenga algo digno de ser admitido, con la dificultad añadida de reunir en una sola persona las funciones de padre y madre. Por otro lado, el niño necesita sentir seguridad en el modelo. Esto se produce cuando el menor percibe estabilidad en las actitudes y comportamientos de sus modelos de identificación. Con estos consejos tan sólo se pretende dar una pequeña orientación a quienes se encuentran una situación dónde el niño reclama la figura del padre o de la madre cuando faltan.
ROCÍO MECA
PEDAGOGA Y TERAPEUTA FAMILIAR