Autor: Centro Universitario Villanueva
Os escribo para contaros algo que me inquieta y poder contar con vuestra opinión.
Con 5 años saqué a mi hijo de un colegio concertado para llevarlo a otro privado con la ilusión de que mejorara, ya que es un niño bastante disperso y yo veía que si no ponía remedio después iba a ser peor. Este es el 2º curso que lleva en este colegio y estoy contenta con los resultados académicos. Aunque no es que sean muy buenos, la verdad es que noto mucha mejoría y el niño ha adquirido mucha responsabilidad en sus tareas. Lo que sí me preocupa es que el niño viene a casa diciendo que hay algunos profesores que dan bofetadas y tirones de oreja.
No es que quiera ser alarmista, pero no creo que sean métodos muy pedagógicos y más cuando en las reuniones nos insisten en una educación positiva con nuestros hijos. Me gustaría vuestra opinión al respecto y asesoramiento.
Muchas gracias.
Mi respuesta clara y rotunda es “cuanto menos contacto físico mejor” y, desde luego, nunca un contacto con significado agresivo por leve que éste sea. Para considerar agresivo un contacto físico pienso que un buen criterio es fijarse en cómo lo percibe subjetivamente el “destinatario”.
Por eso, entre otras razones tales como la dificultad de objetivar la intención del “tirón de orejas” o similar, creo que lo mejor es evitar esas situaciones. Por otro lado, cuando el estilo educativo de un profesor le lleva a organizar su trabajo en el aula de modo que los alumnos estén ocupados en actividades interesantes y útiles, no se plantea tener que mantener “a raya” a los estudiantes.
Toda forma de violencia es una declaración de impotencia. Cuando un profesor no sabe motivar o no tiene “tablas” para mantener un ambiente estimulante de aprendizaje, trabajo y orden, suele enfadarse y de alguna forma, mediante un claro desplazamiento de la agresividad, culpar a los alumnos de sus carencias como profesional. La violencia sólo engendra violencia. Hay abundante, y excelente, información científica en las revistas especializadas de pedagogía en las que se demuestra que no hay mejor motivación que el éxito; sería deseable que los profesores frecuentasen las bibliotecas universitarias especializadas para mejorar en el desempeño de su oficio.
En la medida en que sea posible, considero recomendable hablar con la dirección del colegio sobre estos problemas para, de esta forma, contribuir a la mejora de la educación en general y concretamente la de los niños de ese colegio.
FILÓSOFO, EDUCADOR Y QUÍMICO