Autor: padresycolegios.com
Mi hijo de 8 años se niega a hacer los deberes, miente a la profesora y no responde a los castigos como no salir al recreo, no ver la tele. Cuando dice que no los hace, no los hace de ninguna manera, no hay forma de obligarle. ¿Puede tener algún problema?
La educación del carácter es una tarea ardua y que lleva más tiempo del que nos gustaría a los padres. En no pocas ocasiones la importancia o premura de la tarea nos lleva a intentar forzar una rápida respuesta por parte de nuestro hijo que, en la mayoría de los casos, desemboca en irritación, indignación y calentamiento por nuestra parte y enfado, tozudez, gritos y pataleos por la suya.
Cuanto más nos preocupan sus reacciones, más prisa tenemos en lograr que cambien y esto produce el atropello de la situación y posiblemente hacerla cada vez más grave.
Recuerdo en una ocasión asistir a una conferencia en la que el experto resumía la clave de la educación en una palabra: paciencia (la formación actualizada de las posibilidades educativas en cada etapa de nuestros hijos –la ciencia-, y la paz necesaria para abordarlas). Aquí le ofrecemos una pizca de esa ciencia, el otro ingrediente, la paz, corre de tu cuenta.
No suele ser recomendable tener que recurrir a obligarle para lograr que realice lo que se le pide. Cabría plantearnos dónde está la raíz de este comportamiento: ¿por qué no lo hace? En primer lugar puede ser un problema de que no sabe como hacerlo, o no tiene claro qué hacer y cómo realizarlo. En este caso puede intentar no dejarle sólo ante la tarea que debe realizar. Ayudarle a realizar los deberes acompañándole en su tarea. Acompañar sin suplantar, facilitándole la reflexión (qué está haciendo y para qué). En la medida que vaya adquiriendo autonomía puedes ir reducir tu intervención (pero tenga por seguro que tardará en llegar).
Por otro lado, cuando lo que tiene que hacer lo tiene claro y sabe cómo hacerlo, el problema está centrado en que quiera hacerlo. Aquí nos movemos en el plano de las motivaciones (motivos para la acción). Si lo que recibe como estímulo es: «haz los deberes o tendré que castigarte», «si no trabajas te quedas sin recreo…», estamos focalizando desde un plano sancionador y negativo el aprendizaje. Podríamos cambiar el enfoque planteando: «yo te ayudo con el primero, si terminas el segundo antes de que vuelva, te ayudo con los dos siguientes», «si acabamos pronto los deberes, luego echamos tú y yo una partida a …», el juego que sabes que le gusta (incluidas videoconsolas).
En definitiva, facilítale a su hijo realizar sus obligaciones, plantéale un reto que esté en consonancia con lo que crees que podrá logar.
Si le pedimos más autonomía, responsabilidad o madurez de la que realmente tienen en estos momentos de su vida, no solucionaremos nada y probablemente nos desesperemos más.