Los sociólogos hablan del valor añadido para referirse a cuánto de lo que aprenden los niños está influido por su nivel socioeconómico y cuánto proviene del aporte del colegio al que asisten.
Esta metodología se utiliza para el análisis de diferentes sectores productivos o de servicios. Sin embargo, cuando se lleva a la Educación, aparecen dos rasgos que nunca dejarán de sorprenderme. Primero, el valor añadido varía enormemente de un colegio a otro, o dicho de otra forma, hay colegios que ofrecen a sus usuarios un alto valor añadido junto a otros que apenas lo ofrecen.
Digo “junto a otros” para incidir precisamente en que colegios a pocas manzanas de distancia ofrecen valores añadidos diversos. La segunda peculiaridad consiste en que el valor añadido es la parte del león de los resultados. Lo que aporta el colegio y el maestro explica el 70% de los resultados de los alumnos. Es el “factor maestro”.
Por eso es más frecuente que PISA nos diga qué cosas no influyen en los resultados escolares a que nos diga qué influye realmente. La semana pasada nos hacíamos eco del último PISA In Focus que nos desvelaba que la cuantía del gasto educativo y la ratio profesor-alumno no inciden significativamente en los resultados.
También sabemos que la incorporación de las TIC en el aula tampoco marca los resultados, ni la carga lectiva, ni el tipo de jornada, etc. etc.
Y por eso un buscador y comparador de colegios como Scholarum (ver información en pags. 2-3) es vital para detectar ese valor añadido y para devolver a las familias el protagonismo en la elección del modelo educativo que queremos para nuestros hijos. Porque los colegios –pese a quien le pese– no son todos iguales, como tampoco lo son los profesores, ni los equipos directivos, ni los proyectos educativos. Y porque la libertad de elección sin información para todos se torna injusticia.
@josemariademoya