Autor: VIDAL SÁNCHEZ
Mis hijos de 5, 7 y 10 años no me obedecen. ¿Qué
puedo hacer?. Les insisto una y mil veces y no consigo que hagan las cosas. En
casa mi mujer y yo estamos bastante angustiados pues el ambiente en la casa,
sobre todo por las tardes y en el desayuno por las mañanas (los desayunos son un
caos, pues los dos trabajamos y hay que dejar a los niños en la guardería y en
el colegio) se está crispando cada vez más.
Efectivamente
la desobediencia habitual de los hijos es uno de los temas que más puede dañar
el ambiente de convivencia de una familia, pero siendo esto importante no lo es
menos el aprendizaje negativo que sus hijos realizan. Dicho de otra manera: se
aprende a obedecer o a desobedecer. Por lo que me cuenta es urgente cambiar la
dinámica en la que ha entrado su familia. Pero lo primero que le diría es que
sean optimista con sus posibilidades educativas. Tiene a su favor las edades de
sus hijos: están en unas edades en las que la respuesta a las acciones
educativas, coherentes y adecuadas, es magnífica.
En segundo lugar
analice con su mujer como han actuado al exigir a sus hijos, como les ha
ordenado hacer las cosas. Esas técnicas hay que … olvidarlas, pues han
fracasado. Cuando decimos a un hijo «te he dicho 100 veces que …» es el
momento de cambiar radicalmente de táctica. Otra idea básica es que no podemos
«mandar» en todo y continuamente, pues eso nos resta fuerza, y agota también a
los hijos. La obediencia no se consigue regañando a un hijo, por ejemplo,
diciéndole, con frecuencia, que es un desobediente y que tiene que
obedecer. La obediencia se materializa en lo concreto: recoger el cuarto,
irse a la cama a la hora prevista sin protestar, comérselo todo, respetando el
tiempo de trabajo escolar, mío o de mis hermanos, etc.
Por lo tanto una
vez visto con su mujer los errores cometidos hasta ahora, les queda la labor más
bonita: pensar en cada uno de los hijos, en su edad, sus puntos fuertes y elegir
un objetivo concreto para trabajar la obediencia en la próxima semana. Un
objetivo, una forma de motivarle y de exigirle de manera amable y firme. Un
objetivo que sea … fácil, pues interesa que lo consigamos y le podamos
felicitar con una frase parecida a » enhorabuena, da gusto contigo y lo
obediente que eres, tu madre y yo sabíamos que podíamos confiar en ti» o algo
parecido. Usted me pude decir «…bien eso está bien pero mi hijo sigue
desobedeciendo en esto y aquello y…» No sea impaciente. La siguiente semana
otro punto de mejora. Cuando un chico obedece a sus padres en, por ejemplo,
acostarse a su hora, está adquiriendo un hábito, obedecer a sus padres, que se
incorpora a toda su persona y sus actuaciones.
Al mismo tiempo el clima
del hogar mejorará, el ambiente no estará crispado, habrá más sonrisas y buen
humor, que es el mejor ecosistema para el crecimiento de nuestros hijos y de los
padres.