Tengo una hija de 7 años. El problema que tenemos es que en el colegio no hace nada, la mayoría de los días no trabaja más allá de un cuarto de hora en todo el dia. El resto del tiempo se lo pasa sacando punta, tirando un papel, colocando la cajonera, etc. A pesar de eso, aprende, porque cuando hacemos los deberes por la tarde en casa, la mayoría de las cosas las sabe hacer, a veces algunas no tiene ni idea, en casa la mayor parte de los días consigo que haga los deberes sin demasiado esfuerzo, otros días me cuesta una autentica batalla que los haga, pero en el colegio entrega casi todo en blanco. Cuando hacen un examen, aunque sepa hacerlo lo entrega en blanco, luego en casa lo hace en diez minutos, pero en el cole nunca le da tiempo. Está castigada casi todos los días por desobedecer, no trabajar, empujar o pegar a los demás, etc. No la motivan ni los premios ni los castigos, aunque se que no es verdad, parece como si todo le diese lo mismo.
Tengo una hija de 7 años. El problema que tenemos es que en el colegio no hace nada, la mayoría de los días no trabaja más allá de un cuarto de hora en todo el dia. El resto del tiempo se lo pasa sacando punta, tirando un papel, colocando la cajonera, etc. A pesar de eso, aprende, porque cuando hacemos los deberes por la tarde en casa, la mayoría de las cosas las sabe hacer, a veces algunas no tiene ni idea, en casa la mayor parte de los días consigo que haga los deberes sin demasiado esfuerzo, otros días me cuesta una autentica batalla que los haga, pero en el colegio entrega casi todo en blanco. Cuando hacen un examen, aunque sepa hacerlo lo entrega en blanco, luego en casa lo hace en diez minutos, pero en el cole nunca le da tiempo. Está castigada casi todos los días por desobedecer, no trabajar, empujar o pegar a los demás, etc. No la motivan ni los premios ni los castigos, aunque se que no es verdad, parece como si todo le diese lo mismo.
María. Madrid:
Hola María:
Lo primero que debemos averiguar es la causa del bajo rendimiento escolar de tu hija. A los siete años lo habitual es que los niños tengan una gran curiosidad y afán por aprender y un gran interés por agradar. Por ello cuando un niño a esta edad tiene un bajo rendimiento escolar no podemos atribuirlo a “vagancia” o pereza, sino que es necesario investigar qué es lo que está dificultando su aprendizaje.
Para que un niño pueda tener éxito en el aprendizaje son importantes tres factores: que pueda aprender, que quiera aprender y que sepa aprender.
Por tanto, en primer lugar deberemos asegurarnos de que tiene las capacidades o aptitudes necesarias para poder aprender. Una de estas capacidades básicas es un buen funcionamiento atencional. En este sentido, algunos de los signos que describes podrían ser indicativos de un déficit de atención: tanto de atención selectiva, es decir la capacidad para centrarse en lo relevante e ignorar los estímulos irrelevantes, como de atención sostenida, es decir de la capacidad para mantener la atención en una determinada tarea durante un periodo prolongado de tiempo. Los niños con déficit de atención selectiva se caracterizan porque parece a menudo que están en su mundo “en las nubes”, son lentos para realizar las tareas, se distraen con cualquier estímulo irrelevante y dan la impresión al profesor de que “no se enteran” de lo que éste les pide. . Los niños con déficit de atención sostenida son incapaces de pasar mucho tiempo haciendo lo mismo y cambian continuamente de tarea. A menudo, como tu hija, tienen un rendimiento irregular, y a menudo resultan desconcertantes para el profesor, ya que unos días son capaces de realizar bien las tareas y otros ni siquiera las comienzan. En este sentido te aconsejo que acudas a un psicólogo escolar o psicopedagogo para que valore su capacidad atencional. No obstante, en el caso de tu hija resulta desconcertante el hecho de que, a pesar de que aparentemente no atiende, sepa hacer las cosas y de que lo que no es capaz de hacer en clase pueda hacerlo en casa sin ninguna dificultad.
Por ello cabe también pensar que su problema pueda estar relacionado con el querer aprender y pueda deberse más bien a falta de motivación, a que no encuentre ningún aliciente en las tareas escolares. Para despertar su motivación debemos buscar actividades que le interesen y le gusten y utilizarlas como refuerzo o premio de otras que no le gusten. Asimismo debemos intentar que entienda la utilidad que puede tener para ella lo que aprende: por ejemplo si no le gusta leer, podemos utilizar juegos que impliquen lectura: como por ejemplo hacer una ginkana e ir dejando papeles por la casa donde deba seguir determinadas instrucciones, jugar a juegos como el Trivial, en el que tenga que leer las tarjetas del juego…etc.
También es importante, cuando hace las cosas bien, hacer hincapié en lo bien que debe sentirse por haber realizado bien la tarea a través de frases como “seguro que te sientes orgullosa, que estás muy contenta….” Y hacerle ver lo felices que hace a sus padres y celebrar sus éxitos por ejemplo con un aperitivo especial antes de la cena, un postre, etc., para que toda la familia pueda reconocer su éxito. Debes comunicarle que tienes confianza en que ella puede hacer las cosas bien y ofrecerle ocasiones en que pueda tener éxito y reconocérselo.
Finalmente, también es posible que su pasividad sea una forma de reclamar la atención o de protestar ante alguna situación que pueda estar viviendo en casa o en el colegio con sus compañeros. Los niños a estas edades pronto descubren que una de las formas más efectivas de llamar la atención es a través de su mal comportamiento o su falta de rendimiento. De esta forma consiguen, aunque lo hacen de forma inconsciente, que los demás estén pendientes de ellos. Simplemente están reclamando la atención de los adultos, a veces por un problema de celos, por problemas con los compañeros, como consecuencia de situaciones de tensión que viven en el hogar, etc.
En tu correo no nos aportas mucha información sobre tu familia, sobre si tu hija tiene hermanos, sobre cómo son las relaciones familiares… información que nos resultaría muy útil de cara a darte unas orientaciones más precisas. Espero que algunas de las orientaciones dadas te puedan ayudar y especialmente que te preocupes por indagar sobre cuál puede ser la causa de que una niña de siete años, en pleno periodo sensitivo de la curiosidad y del aprendizaje, no pueda o no quiera aprender. Es importante que abordes pronto este problema antes de que tu hija acabe desarrollando un elevado nivel de frustración frente a las tareas escolares y una alta expectativa de fracaso.