En las últimas conferencias que vengo impartiendo, observo que hay un tema que siempre aparece en los coloquios, cuando todos comienzan a expresar lo que más les preocupa, y es que sus hijos o alumnos no son capaces de hacerse cargo de sí mismos.
En las últimas conferencias que vengo impartiendo, observo que hay un tema que siempre aparece en los coloquios, cuando todos comienzan a expresar lo que más les preocupa, y es que sus hijos o alumnos no son capaces de hacerse cargo de sí mismos, que continúan en la línea del menor esfuerzo posible y que piensan que ser responsables, trabajar duro y ser felices es algo contradictorio.
No parecen capaces de entender que la felicidad tiene que ver mucho con la capacidad de enfrentarse a los problemas cotidianos, de encarar y superar obstáculos que antes parecían insalvables y, sobre todo, de tener la sensación de que están “al mando de sí mismos”, que controlan su destino. La mayor dificultad la encuentran con adolescentes que no tienen hábitos adquiridos desde niños y a los 14-16 años es muy difícil desactivar rutinas de pasotismo, de falta de responsabilidad y de costumbres, dependientes de quien espera que sean los demás quienes salven siempre la situación.
Educar desde la cuna es lo más inteligente y aconsejable, porque a medida que el niño se va haciendo mayor y se habitúa a que la responsabilidad y la capacidad de decisión sean siempre cosa de los demás, se va instalando poco a poco en la comodidad, y cuando los padres y educadores les exigen ser responsables de sus actos, tener autodisciplina y voluntad de acción eficaz, se revelan y enfadan pidiendo continuar en su habitual conducta dependiente.
La “razón” que dan siempre es: “Es que no me gusta, no me apetece tanto esfuerzo, además, cómo voy a ser feliz, tengo que divertirme ahora que soy joven”… Ven que sus padres y las demás personas adultas se ven obligados a encarar incontables problemas y piensan que los años de adolescencia y juventud son para la jarana, el botellón, la juerga con los amigos, etc., porque “sólo se vive una vez” y que sean los adultos los que se responsabilicen de todo.
Hay que trabajar mucho con nuestros niños y adolescentes en este tema tan crucial y dejarles claro que las personas más preparadas para afrontar la vida son las que desde pequeños hicieron lo que debían. Pero es que además las personas más felices son siempre las más entrenadas en superar problemas, las que menos necesitan de los demás para disfrutar de su vida, las que aprendieron pronto a “hacerse cargo de sí mismos”.