Mediante los dibujos el niño logra expresar su estado psicológico y bienestar emocional, y es además un medio de socialización. También le permiten desarrollar la psicomotricinad fina, es decir, la coordinación y el control entre la percepción ocular y la motricidad de la mano, la cual facilita posteriormente la mejora del trazo y el desarrollo del proceso de escritura.
Los primeros años de vida de la persona son esenciales para su desarrollo como ser humano, pues en ellos el niño o niña empezará a construir las bases de su personalidad. Por esto sentir, experimentar, tocar, oler, saborear o escuchar serán vivencias que le permitirán descubrirse a sí mismo y descubrir e interaccionar con el mundo que le rodea.
La primera expresión gráfica de un niño aparece alrededor de los 18 meses de edad. Este primer trazo es un paso muy importante en su desarrollo, muestra el deseo del niño para exteriorizar sus emociones y pensamientos a las personas que le rodean y que para él tienen un relevante componente afectivo.
La expresión plástica permite que el niño ponga en relación su mundo interno y el mundo que le rodea. Es importante que los padres se interesen por las representaciones que realice el niño y que a la vez respeten su creación y la necesidad o no del pequeño de adjudicarle un significado a aquello que ha expresado. Los niños se sienten satisfechos cuando comparten con sus seres queridos sus creaciones, y la forma en que éstas sean recibidas influirá en el posterior desarrollo del niño.
Desarrollo del garabateo
Los garabatos tienden a seguir un orden bastante predecible. Comienzan con trazos desordenados en un papel y continúan gradualmente evolucionando hasta convertirse en dibujos definidos, con significado propio, y reconocibles para un adulto.
Habitualmente, entre los 18 meses y los 3 años el niño inicia la primera etapa de autoexpresión, nombrada el Garabateo. Dentro de esta etapa, el garabateo irá evolucionando, y por ello se diferencian cuatro periodos:
1. Gabarateo Descontrolado:
Los primeros trazos aparentemente no tienen sentido, y el niño parece no darse cuenta de que podría hacer con ellos lo que quisiera. Los trazos varían en longitud y dirección, a menudo el niño mira hacia otro lado mientras hace estos trazos y continúa garabateanto. La calidad de las líneas varía, pero esto ocurre de manera accidental. El niño emplea diversos métodos para sostener el lápiz, puede sostenerse con la punta hacia el papel, de lado, sujetarse con el puño o entre los dedos cerrados. No se emplean todavía los dedos o la muñeca para controlar el elemento que se dibuja. Muchas veces el garabato se hará no en papel, sino en el polo acumulado, sobre las paredes o muebles, si no se le proporcionan al niño los medios y el lugar adecuado.
En esta etapa los garabatos no son intentos de reproducir nada de su entorno. El hecho de trazar líneas les resulta a los niños sumamente agradable, disfrutan del movimiento y de la actividad kinestésica que le representan su garabatos.
De manera general se pueden presentar las siguientes características resaltantes en la etapa del garabateo descontrolado:
- Deja trazos intencionales.
- Carece de control visual sobre su mano.
- A menudo mira hacia otro lado mientras grafica.
- Los trazos varían de longitud y dirección.
- Con frecuencia excede los límites del soporte gráfico.
- Recoge sensaciones táctiles y kinestésica, las visuales en menos grado.
- Percibe modificaciones en la superficie donde grafica, pero se da escasa cuenta de la causa.
- Toma el utensilio de maneras diversas y suele ejercer mucha presión con él sobre el soporte.
- Experimenta con las propiedades físicas de la materia y utensilios.
- Pueda apilar dos o tres piezas de construcción.
- A los materiales moldeables los pone en contacto con sus sentidos (huele, degusta, etc.)
- Prefiere experimentar con uno o dos colores, no más.
Realizado con la colaboración de Alpino.
Próximo número: Garabato circular y con nombre.