Autor: Yolanda Castañeda
Mi hijo de cuatro años asiste a un colegio privado que presume de ser uno de los mejores colegios de España y tienen dos vasos para beber al volver del patio o a lo largo de la mañana cuando tienen sed para un total de 23 niños . Al sugerir que cada uno tuviese su propio vaso, las respuestas son variadas: Al final utilizarían los vasos de los demás, no tienen obligación de tener un vaso para cada uno… Simplemente, me parece repugnante que tratandose de niños no matengan unas normas mínimas de higiene (tampoco tienen claro el uso del jabón). ¿Es esto correcto?
No entraremos a considerar hoy la respuesta que a nivel institucional y pedagógico se está dando a estas situaciones, pero insistiremos en que es preciso una «educación mínima de higiene» en los niños. Esta educación constituye los cimientos necesarios sobre los que poder enseñar, y su carencia obstaculiza, y en muchos casos impide por completo, la educación de hábitos básicos desde edades tempranas.
Se trata de un tema en el que todos estamos implicados con nuestro ejemplo personal y nuestras vivencias familiares. Debido a que vivimos en una sociedad que anhela encontrar respuestas rápidas para todo, es precisa una educación mínima que no es cuestión de tiempo, sino de poner en práctica y desarrollar ciertas habilidades relacionadas con la tarea, proporcionar herramientas de hábitos, de reflexión sobre los pasos del acto (beber agua), transmitir hábitos de higiene y cuidado de unos mismo, en resumidas cuentas.
En la Escuela, los profesores pueden mejorar y completar la educación del niño contando con unas normas de higiene básicas que vosotros desde casa podéis ir inculcando a modo de juego Una forma concreta de ayudarles será intentar cumplir unas rutinas básicas de higiene. Por ejemplo, se le puede acostumbrar a lavarse las manos con jabón, pero también le debemos enseñar que cuando falta jabón, lo importante es lavárselas antes o después de una determinada acción. Podemos exigirles detalles concretos, acostumbrarles a que cada vez que quiera agua lave el vaso y que después lo lave para que otro pueda utilizarlo. Cuando el profesor no pueda afrontar esta situación solo, los padres podemos apoyar.