Autor: PILAR
Tengo un hijo de 3 años que desde que nació es un niño vomitador, desde entonces le están viendo en digestivo del hospital. El diagnóstico es un poco de reflujo pero no preocupante, por lo que no tiene nada patológico. Ahora vomita menos pero se niega a comer nada sólido, ni siquiera un trozo de pan, sólo pures, al resto lo denomina comida y no lo quiere. Incluso cuando nos ve comer a su lado le dan náuseas y a veces va él solo al baño para vomitar. Estoy muy preocupada y no sé lo que debo hacer, si obligarle a comer o dejarle hasta que él quiera. El problema es que está pasando el tiempo y no se le ve ni un intento de iniciarse al alimento y este año empezará el cole.
En estas edades tempranas, la forma de alimentarse, los gustos, los rechazos hacia determinados alimentos están muy condicionados por el aprendizaje y las experiencias que vuestro hijo han vivido en estos primeros años. Por eso, cuando un niño come bien desde que es pequeño, no debe plantear ningún problema más adelante.
Tal vez ya le han cantado y animado con trucos infantiles: «el avión que vuela», «la boca del gigante». Pero en este caso puede ser que no te haya dado resultado. Para que el niño no adquiera malos hábitos alimenticios es determinante el lugar y el ambiente en el que el niño realiza sus comidas. Si los adultos estáis esperando el vómito, el gesto, la mala cara, posiblemente el niño se provoque el vómito, porque estamos prestándole atención. La hora de la comida debe ser en un ambiente agradable, tranquilo, sin estímulos que le distraigan. No debe ser un campo de batalla, no podemos caer en el castigo pero tampoco en el permisivismo.
Algunos niños tienen preferencias por determinados alimentos, en vuestro caso los purés. Cuando no se les da el alimento deseado vuestro hijo adopta una actitud de rechazo provocándose el vómito. Al igual que hay otros niños que hacen la huelga de «boca cerrada». Sencillamente, se sientan frente al plato de comida y pueden pasar horas sin tocar un bocado o provocándose el vómito, como es tu caso. Ante esta actitud los padres generalmente os desesperáis, suplicáis, agotáis todas las posibilidades y al final quitas el plato y le sirves cualquier otra cosa (pures). Ya ganó el niño.
Si no quiere comer, que no coma. El niño está midiendo quién es el más fuerte. Si vomita en el almuerzo, nada, se retira el plato y en la noche, que sentirá hambre, apareceremos con la misma comida, si vuelve a vomitar, es preferible que ese día no tome nada porque sólo así nos aseguraremos que no lo hace por llamar la atención. Él mismo pedirá comer el plato que le habíamos preparado. Actúe con total naturalidad. El niño a la larga comprenderá que no habrá cambio de platillo.
Habrá cosas que no le gusten mucho al niño, pero que de todas formas debe comer. Sírvele un poco de lo que debe comer que no le gusta y más cantidad de aquello que sí es de su agrado. Explícale que es por su bien y que por eso le ha puesto esa cantidad de comida, necesaria para crecer.
No permitas que la hora de comer se convierta en una experiencia desagradable, intenta hacer purés con textura y poco a poco introducir alimentos sólidos.