Ante la gran afluencia de consultas llegadas a nuestra página web pidiendo información sobre colegios internos, nos hemos decidido a dedicar un reportaje a este formato educativo. Antes de empezar a leer, os recomendamos que dejéis los tópicos a un lado.
La palabra internado adquiere sonoridades bien distintas según el lugar del mundo en el que nos encontremos. En territorio anglófono, el término –boarding school– suena a privilegio, élite y tradición. A majestuosas construcciones góticas, neo-góticas o victorianas rodeadas de extensos campus desbordantes de naturaleza. Instalaciones deportivas de equipo semi-profesional, bibliotecas centerarias y laboratorios científicos de última generación.
Por el contrario, hasta hace bien poco hablar de colegio interno en España equivalía a castigo, disciplina y renuncia. En las conversaciones familiares sólo se oía cuando había problemas, ya fueran académicos o de comportamiento. Más que una opción educativa legítima e incluso deseada por los hijos, internado ha sido en nuestro país, ante todo, el recurso último de unos padres desesperados.
Pero las cosas están cambiando. Cierto que aún perviven una buena cantidad de instituciones cuya misión principal consiste en enmendar trayectorias erráticas, sobre todo en la edad adolescente. No obstante, en las últimas décadas han empezado a aflorar en territorio patrio –a imagen y semajanza de los excelsos colegios que salpican la geografía de Inglaterra, EEUU o Australia– centros educativos cuyo público objetivo no son los clásicos chavales conflictivos cuya conducta ha conseguido, de manera justificada o no, que sus padres tiren la toalla.
Uno de ellos es el Colegio Internacional SEK-El Castillo, situado en una adinerada urbanización del noroeste madrileño. Sus alumnos pueden practicar deportes como el squash o la hipíca, así como otros, digamos, más populares. También disponen de conexión a internet de alta velocidad en todas las aulas. Hay piscina climatizada, aulas de música, teatro, área de juegos…
Familia
Desde la Institución Educativa SEK no apuestan por un concepto de internado para corregir actitudes negativas sino más bien todo lo contrario. El planteamiento es el de un colegio con residencia de estudiantes que abre nuevas vías y en el que los alumnos salen de su familia temporalmente para crear otra familia en la que se generan vínculos afectivos muy estrechos, explican. De hecho, el proceso de selección para ingresar en el colegio es especialmente cuidadoso con los alumnos en residencia.
Al otro lado del espectro se encuentra el Colegio Sagrada Familia (más conocido como SAFA), en la localidad alcarreña de Sigüenza. Su administrador, Luis García, admite sin tapujos que, según la filosofía del centro, “es de cajón de madera de arbol que, si las cosas van bien, lo mejor es que los chicos se queden con su familia”.
García despliega toda una batería de razones por las cuales los padres del SAFA deciden meter a sus hijos en el centro, considerado uno de los estrictos de toda España.
“Puede ser que los padres estén divorciados y el mal ambiente entre ellos recomiende que el chaval quede al margen por un tiempo. O que el chico se pase a la torera el estudio. También que esté en un mal ambiente, sometido a malas influencias. En general, los padres no quieren aparcar a sus hijos, simplemente piden ayuda en un momento determinado, aunque también hay casos de aquello”.
El administrador del SAFA cita también otras razones que conducen a algunas familias a solicitar plaza en el centro, aunque en este caso encontrarán una respuesta negativa. Habla sobre todo de problemas de drogas y trastornos de conducta graves. “Nosotros ofrecemos estudio, disciplina y una Educación en valores, pero no una terapia”.
Castigo
En línea con el trabajo del SEK-El Castillo, parece que la tendencia es que la decisión de matricularse en un centro con residencia se tome cada vez más con el consentimiento de los hijos, de forma democrática.
Salvando las distancias, y aunque hablamos de un tipo de oferta casi antagónica, el portavoz del SAFA se expresa de forma parecida: “Cuando el chico se lo toma como un castigo y no acepta su parte de responsabilidad, los resultados suelen ser negativos. Lo más probable es que lleve su mala semilla al colegios y se la contagie a otros alumnos.
No dejes de preguntarte
Muchas dudas asaltan a los padres que piensan recurrir a un internado para la Educación de sus hijos. Éstas son algunas de las más frecuentes. (Fuente: www.boardingschool- finder.com).
¿Cómo elijo el mejor?
Los amigos o conocidos pueden expresar informaciones contradictorias acerca de un mismo internado, o bien tener una opinión general positiva o negativa acerca de este formato educativo. Las experiencias personales y percepciones individuales hacen más difícil mantener la objetividad. Es muy importante formarse una opinión propia: visita todos los que te interesen a priori.
¿Qué factores debo tener en cuenta?
Además de las materias obligatorias, este tipo de centros ofrecen una gran variedad de posibilidades: Educación bilingüe, deportes, actividades de ocio y artísticas, apoyo extraescolar, excursiones… Es necesario plantearse previamente cuáles son nuestras preferencias.
¿En qué país/región se encuentra?
Siempre supone una ventaja que esté en el mismo país, ya que entonces los planes de estudio serán los mismos. Si te inclinas por uno en el extranjero, hay que informarse de todo lo referente a las convalidaciones.
¿Cuándo es adecuado el traslado?
Durante el año escolar suele ser posible inscribir al niño o adolescente en la mayoría de internados. En cualquier caso, siempre es preferible que no sea a finales de curso. El mejor momento es al comienzo del periodo escolar o al finalizar el primer trimestre.
¿Está tu hijo de acuerdo?
La tradicional amenaza del internado como respuesta a un expediente escolar deficiente o a actitudes negativas ha contribuido a generar una mala imagen de este tipo de instituciones. Puede que sólo sea un prejuicio. Lo más aconsejable es hacer a tu hijo partícipe del proceso de información y elección. Así es más probable que sienta curiosidad e interés por vivir una nueva experiencia.