Cómo lo han logrado los sistemas educativos del mundo que más han mejorado? ¿cómo lo han hecho? ¿qué tienen en común todos ellos? ¿comparten estrategias? A éstas y otras preguntan intenta dar respuesta la prestigiosa consultora McKinsey&Company en el interesante informe que presentó hace unos días en el Congreso de CECE.
Fijarse en los mejores es tendencia. En pocas semanas se celebrará un seminario, organizado por Fedea, en el que también se analizarán las políticas educativas de los mejores de PISA. Y por esas fechas, la profesora sueca Inger Enkvist presentará un nuevo libro sobre modelos educativos paradigmáticos.
Ahora sólo quiero destacar dos buenas conclusiones del citado Informe. Primera: “Sistemas con gasto similar logran niveles de desempeño muy diversos”, concluye. Más aún, el punto de partida no es excusa para mejorar. Hong Kong tenía un PIB per cápita superior a los 42.000 dólares, Letonia de 18.000. Ambos pertenecen al club de los que más han mejorado. Ahora que con demasiada frecuencia el debate educativo se centra en los recursos materiales y las condiciones laborales hay que recordar que todos los estudios demuestran que la clave del arco educativo está en el aula y en la trascendente relación profesor-alumno. No en el número de ordenadores por alumno, ni en la carga lectiva, ni en las originales actividades extraescolares… Ni siquiera en el bilingüismo.
Y es que en esto no caben los atajos: nadie ahorrará al educador el cuerpo a cuerpo con el alumno o con el hijo. El aula es la caja negra del colegio y el lugar donde están las respuestas del misterio de la Educación. Por eso, tal vez, esta maravillosa tarea resulta tan compleja y simple a la vez, tan fácil y difícil. z