En buena parte de los Centros Educativos en los que imparto jornadas educativas, conferencias y talleres sobre valores, estrategias para el éxito escolar o inteligencia emocional aplicada a la educación; los padres y los profesores suelen preguntarme por las claves para la educación más eficaz, de cara al futuro que les espera a los niños y adolescentes de hoy.
Hay una conciencia generalizada de que la España de casi seis millones de parados, tiene que ver ya poco con la España que hemos vivido en las dos últimas décadas.
Tengo claro, que la educación del futuro debe ser la educación de siempre, en valores y fortalezas humanas que le capaciten para adaptarse y renovarse, vivir de forma más austera y con mayor capacidad para sobrevivir a las crisis. Los trabajos seguros y para toda la vida, serán escasos y los niños de hoy y del futuro, deberán ser más “ciudadanos del mundo” que nunca: buenas personas, pero más capacitadas para las relaciones humanas fluidas, inteligentes y de diálogo constructivo.
El dominio de los tres – cuatro idiomas más hablados será lo normal (español, inglés, chino, alemán, francés…).
Aferrarse al terruño y encerrarse de manera cerril en los límites de su ciudad o de su comunidad autónoma, no tiene el menor futuro, porque lo que viene es el “todos para todos”, de ayudas compartidas.
Las crisis, los desastres, los tsunamis y otras fuerzas de la naturaleza, nos advierten de que sólo sobrevivimos en esta aldea global que es el mundo, si de una vez por todas llevamos a la práctica el precepto evangélico y una confraternización universal.
“Los triunfadores humildes” que debemos formar en nuestras escuelas y universidades, deben desarrollar una gran humanidad y empatía para ponerse al servicio de los demás y para ello y para seguir educándose a sí mismos de por vida, debemos potenciar y desarrollar al máximo en ellos: La empatía, el optimismo vital activo, la valentía, la imaginación creativa, el buen humor y el sentido del humor; el autocontrol, la humildad, pero con alta autoestima y sentimiento de competencia; la paz y el sosiego interior, los valores del espíritu, la motivación, la creatividad y el esfuerzo, la voluntad y la perseverancia flexible, la disciplina, la austeridad y la ambición sana; la generosidad y actitud de servicio, la bondad y la inteligencia emocional; la inteligencia práctica para saber regir su propia vida y la inteligencia colectiva o capacidad para conectar con grupos y equipos de personas; solucionar conflictos, llegar a acuerdos y poner todas sus capacidades al servicio de un mismo proyecto.
A mi juicio, ésta debería ser la hoja de ruta de una educación con futuro. Por lo demás, la educación que viene, además de ser la educación que viene debe ser básicamente en fortalezas humanas relacionadas con el esfuerzo, el sacrificio y la autodisciplina.