La educación inteligente es aquella que ayuda al ser humano desde la cuna, a descubrir lo mejor de sí mismo y potenciarlo al máximo para que llegue a convertirse en un ser útil a sí mismo y a la sociedad, y se sienta feliz con lo que es y con lo que tiene, y que en su proyecto de vida siempre esté el bien y la felicidad de sus semejantes
Autor: BERNABÉ TIERNO
Tratar a cada hijo como un ser distinto, valioso y único; proporcionarle seguridad y amor y evitar las descalificaciones personales, las comparaciones, la superprotección y el mimo.
La educación inteligente conoce la importancia que tiene dar buen ejemplo al educando, enseñarle a pensar y decidir por sí mismo, utilizar convenientemente su libertad y guiarse por la sensatez.
No hay educación inteligente sin normas claras que el educando debe aceptar, y lo hará de buen grado si poco a poco aprende a ser él mismo quien se pone determinadas normas y aprende a cumplirlas. Pronto aprenderá que los actos tienen sus consecuencias y que debe aceptar aquellas que son producto de sus decisiones y resoluciones.
Hoy más que nunca, es precisa una educación inteligente que haga posible que el educando acepte de buen grado comportarse como es debido y le conviene, aunque le cueste y sea difícil al principio. No hay educación sin formación humana en la autodisciplina y en la voluntad y toma de decisiones, y cuanto antes, el educando debe aprender a hacer aquello que es bueno y le conviene para su formación intelectual, moral y social, por más que le cueste y exija esfuerzos.
Algunos principios que, si se aplican, favorecen esa educación inteligente de nuestros hijos:
– Poner siempre amor, sentido común y entusiasmo en todas las intervenciones educativas con los hijos.
– Hacer uso de la empatía; ponerse en el lugar del niño o del adolescente y tratarle como a nosotros nos gustaría ser tratados.
– Tener fe en su valía, capacidad y voluntad y creer en él; esperar lo mejor y recordarle que "él puede", si quiere, si pone de su parte.
– Mostrarle a los hijos también nuestras limitaciones y defectos y que como humanos que somos también nos cuesta superarnos y controlarnos.
– Actuar con firmeza, no con violencia, a la hora de establece límites y decir ¡NO! cuando sea necesario.
– Permitir que sufra las consecuencias de sus errores y omisiones y aprenda de ellos.
– Estar muy atentos a reforzar conductas positivas, a llevar su autoestima y a que tomen decisiones acertadas.
– No tutelarles a cada instante ni estar siempre encima diciéndoles lo que tienen que hacer.
– Que en familia, en su hogar, perciba que hay armonía, diálogo, amor y complicidad y que todos, sin distinción, hacen por los demás, se ayudan, respetan y quieren.
Para una información más detallada, el lector puede encontrar todas las claves en mi libro La educación inteligente, publicado en la Editorial Temas de Hoy.