La seguridad y confianza en nosotros mismos y el sentirnos capaces y valiosos, con un buen nivel de autoestima y dispuestos para afrontar dificultades y problemas, guarda una relación directa con la vinculación y el apego seguro que el niño, ya desde la cuna tiene con sus progenitores y en especial con la madre…
La seguridad y confianza en nosotros mismos y el sentirnos capaces y valiosos, con un buen nivel de autoestima y dispuestos para afrontar dificultades y problemas, guarda una relación directa con la vinculación y el apego seguro que el niño, ya desde la cuna tiene con sus progenitores y en especial con la madre.
Esa “urdimbre básica”, afectiva, sentida y vivida desde la infancia nos da fuerzas desde niños para atrevernos a explorar el mundo, querernos y conocernos a nosotros mismos y relacionarnos positivamente con nuestros semejantes. Estamos hablando de “la fuerza del amor”.
Ya en 1958, en las investigaciones llevadas a cabo por H. F. Harlow con animales y Jon Bowlby con niños, llegaron a las mismas conclusiones sobre el significado de la necesidad de afecto: La satisfacción de las necesidades de la alimentación no tienen la importancia capital que siempre se les había atribuido, pues en el neonato, en el bebé, la necesidad de contacto y de cercanía física de la madre prevalece sobre el hambre. Es más importante saciar el afecto que el hambre.
Ahora sabemos que el “apego seguro”, el ligamen de afecto que todo niño establece con la madre y con quien haga sus veces, como el padre o los abuelos, prepara para la vida futura de cualquier ser humano más que cualquier otra cosa.
Bien decía Phil Bosmans que “sólo en la seguridad del amor el hombre puede desarrollarse humanamente”. Como psicólogo positivo y optimista vital, puedo afirmar que todas las personas más autorrealizadas y positivas que he conocido a lo largo de mi vida, han reconocido su actitud positiva de esperanza, como tónica, tenía su causa en el amor recibido ya desde la cuna. El lector interesado en profundizar sobre este tema puede consultar mi libro “La fuerza del amor”, que ha vuelto a reeditar Temas de Hoy tras una década de su aparición, “el amor, la autoestima, el optimismo vital y el sentimiento de competencia, conforman la piedra angular poliédrica que permite a un niño crecer en plenitud”. Eduquemos a nuestros hijos con amor y para el amor, porque al hacerlo les educamos para la felicidad y para la vida.