Todos heredamos, tanto lo bueno como lo malo de nuestros padres y antepasados. En los genes de los cromosomas de ambos progenitores están cuidadosamente detalladas todas las características del futuro hijo…
Todos heredamos, tanto lo bueno como lo malo de nuestros padres y antepasados. En los genes de los cromosomas de ambos progenitores están cuidadosamente detalladas todas las características del futuro hijo. El tamaño de la nariz, el color de los ojos, del cabello, el temperamento… Todo está preestablecido en la intimidad de las moléculas del ADN (ácido desoxirribonucleico) que configuran la estructura del genoma humano.
Con la herencia nos pasamos de generación en generación los rasgos familiares, las características diferenciales que dan personalidad a los grupos de familias, lo que se dice constituye “la saga” de tal o cual familia.
A veces, lo que se hereda no tiene ninguna gracia y gustosamente renunciaríamos a ello, como en el caso de graves alteraciones físicas o mentales. Pero, más a menudo, lo que heredamos son leves anomalías bien soportables, porque llevan un claro sello familiar, que acostumbra a ser incluso motivo de orgullo para el progenitor responsable de la transmisión. Con frecuencia oigo frases como éstas: “Mi niño sueña en voz alta, igual que yo”, o “Es terco como su padre”, dichas con cierta expresión de complacencia.
¿Sabe usted la de cosas que heredamos? De lo más diversas y variopintas, como: rechinar de dientes durante el sueño (bruxismo); escape involuntario de orina (enuresis nocturna); salivación excesiva durante la dentición; inquietud de movimientos (hipercinesia); miedo de los extraños; falta de apetito (inapetencia o anorexia); hipersensibilidad y desmesurada reacción a los estímulos durante la infancia; aversión a cualquier cosa sucia e insistencia en el lavado de manos (misofobia); succión del pulgar (hacer “la pipa”); morderse las uñas (onicofagia); ser zurdo; propensión a los sabañones; tendencia exagerada a la pulcritud y al orden; propensión a la diarrea; andar dormido (sonambulismo)…
“Genio y figura hasta la sepultura”, reza el refranero. Lo que viene a ser: por más que te esfuerces, no podrás cambiar. Y esto no es cierto. El ser humano no está predestinado a nacer y morir con un mismo comportamiento. El factor hereditario está presente en la vida de las personas, pero la influencia del ambiente puede modificar muchas actitudes hereditarias.