“¡Qué pocos son los adultos que reconocen que una de sus primerísimas obligaciones es hablar, sencillamente hablar, con sus hijos!”
JOSÉ LUIS MARTÍN DESCALZO, S. J.
Cuado comencé a escribir los primeros libros sobre educación y psicología positiva, hace ahora veinticinco años y siendo profesor en activo, se me ocurrió hacer un breve y sencillo trabajo de investigación sobre la importancia que pueden tener como factor determinante los amigos que frecuentan nuestros hijos. Pude comprobar con absoluta claridad que “los ejemplos arrastran” y que sobre todo, en los años de la preadolescencia y de la adolescencia, contar con amigos responsables, equilibrados y bondadosos es fundamental para que nuestros hijos aprendan en vivo y en directo el ejercicio de valores y fortalezas humanas tan necesarias como: las buenas formas, el respeto, la responsabilidad, el espíritu de trabajo y la alegría de vivir.
Yo diría algo así como: “Pon buenos amigos en tu vida y en la de tus hijos y todo cambiará necesariamente a mejor”. Reconozco que nosotros y nuestros padres, al menos los de mi época, ejercían un control muy serio sobre los amigos que frecuentábamos y eso nos libró de no pocos males.
No digo yo que ahora no se tenga en cuenta a los amigos de nuestros hijos, pero se ha bajado bastante la guardia y con la llegada de las nuevas tecnologías, sobre todo a través de Internet, si no preparamos y advertimos a nuestros hijos, pueden darse casos de verdadero peligro para su formación y salud moral y psicológica.
Hoy más que nunca debemos practicar una educación personalizada, activa y directa porque cunden y proliferan más los malos ejemplos y los referentes negativos que los positivos.
Al referirme a la necesidad de tener buen cuidado a la hora de seleccionar a los niños que pueden ser un ejemplo digno de imitar o todo lo contrario, no quiero exagerar hasta el punto de que no permitamos también que nuestros hijos tengan la libertad de elegir a los amigos que les apetezca, pero si se da el caso de que alguno de esos amigos elegidos, le llevase por mal camino, personalmente opino que hay que actuar de inmediato y con contundencia. Imaginemos que un amigo pretenda iniciar a tu hijo en el consumo de alcohol, droga, etc. o que le incite a cometer delitos como robar, maltratar a otros, etc.
Necesitaba advertir al lector de que estar bien atentos a los amigos con los que juega y convive nuestro hijo es esencial para una educación inteligente y en valores.