Una de las manías más frecuentes cuando hay un problema que no se sabe resolver consiste en pensar que si nos compramos un ordenador, conseguiremos resolverlo.
Por ejemplo, los niños están dando la lata en casa y si les compramos un ordenador, dejarán de darla. Ese modo de resolver los asuntos revela en primer lugar un respeto reverencial al ordenador, esa máquina que nos supera y nos encandila, con la que nos ponemos un ratito y acabamos tres horas después sin tener muy claro en qué se nos ha ido el tiempo, ni si hemos sacado algo en limpio, aunque también con la certeza de que si no le dedicamos más tiempo aún, si no conseguimos ser mucho más expertos en su manejo, el ordenador acabará dominándonos. Y por eso, la siguiente vez que nos ponemos para un ratito, nos vamos a las cuatro horas, y así sucesivamente.
El ordenador como cacharro que nos solucionará todos los problemas difíciles es un mantra de gente como el presidente del Gobierno y otros de su generación que llegaron ya mayores al invento y que le tienen tanta reverencia como para pensar que lo hace todo bien, que resuelve hasta los asuntos más complicados, como pudiera ser el fracaso escolar aterrador con el que convivimos cada día, sin que parezca que vaya a ir mejor alguna vez, sino siempre más y más niños fracasando en sus estudios; y siempre más y más adultos pensando que si les ponen un ordenata la cosa cambiará.
Los chicos son enormemente felices con este planteamiento porque para ellos los ordenadores no tienen ningún secreto, saben sacarles el partido que puedan dar y no se plantean para nada que sea la máquina que les salvará de tener que ponerse a estudiar para no recibir tantos pencos como les caen. Los chicos saben que para pencar menos hay que estudiar más, pero que los mayores se han empeñado en regalarles ordenadores cada vez mejores, más rápidos y mejor conectados, con los que pueden hacer verdaderas diabluras sin que sus padres se enteren y además pensando que sus hijos están estudiando delante de la pantalla. Parece que también los profes adoran los ordenatas sin entenderlos demasiado. Las informaciones dicen que si Zapatero quisiera resolver algo, tendría que empezar regalándole ordenatas a los profes, que son los que no los tienen, ni en su casa, ni en su trabajo, como tampoco lo tendrá Zapatero: seguro que una secretaria, o su mujer o sus hijas son las que le sacarán de los líos en los que se mete. Los niños en esto van mucho más por delante.