Me llama la atención que al explicar la brecha de género en la aulas no se haya citado un factor suma importancia. Me refiero a la influencia de dos trastornos mentales que producen discapacidad académica con especial frecuencia en los varones. Los trastornos del comportamiento perturbador tiene una prevalencia del 5,5%. Lo padecen los varones en una proporción de 2,5/1 respecto a las niñas. Otro trastorno aún más discapacitante, el trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH), afecta al 4-6% de los infantes. Lo padecen 5 niños por cada niña. Los estudios demuestran que solo el 48% de los afectados por TDAH están diagnosticados y sólo el 32% está siendo tratado. Es muy probable que muchos fracasos académicos puedan ser explicados por estos trastornos. De ser esto así el abordaje del problema es obvio: más detección y más tratamiento.
JOSÉ CASTRO
Acoso escolar
(Juan Manuel de Prada. Padres. Abril 2011)
Efectivamente, cierto es que como primeros responsables de la educación de los hijos, esa otra `responsabilidad´, la jurídica, genéricamente hablando, debe recaer sobre los padres como tutores de un menor de edad. Pero, permítame decirle, que en el caso del `acoso escolar´ la responsabilidad va muchas veces más allá: simplemente, porque estos actos se producen en un entorno concreto; con la seguridad de que los acosadores aprovechan ese entorno concreto que les es favorable para la comisión de esos actos; y con la absoluta certeza de que el acosador se refugia dentro del grupo (siempre neutral entre comillas)y en ese entorno concreto para perpetuar su acoso,siendo notorio que en la mayoría de los casos, acosador y acosado dejan de serlo en cuanto abandonan las cuatro paredes de ese Centro escolar.
Déjeme decirle además, que esa concepción de la Escuela como una especie de iniciación y bautismo de fuego a la vida cuartelaria, donde parecen justificarse las peleas de patio, y donde ese `ardor infantil´ así lo denomina usted (curiosa e inverosímil forma de denominarlo) «ha sido siempre considerado algo natural» debía de haber sido más que superada y abolida en un sistema educativo moderno. Desconozco si tendrá o no hijos en edad escolar. Yo sí los tengo, y por eso he de decirle que en los tiempos que corren, asumir como `naturales´ ciertos comportamientos violentos, sobre todo y ante todo en el patio de un colegio, debía ser considerado primer síntoma de una enfermedad ciertamente peligrosa. Precisamente desde este convencimiento, y porque la inmensa mayoría de padres reprobamos acciones como las que usted describe, me parece necesario que, al igual que los padres nos responsabilizamos con creces y hemos de pagar por el comportamiento de nuestros hijos, también los educadores deben ser escrupulosos al máximo y responsabilizarse (si es necesario hasta jurídicamente) por sus acciones u omisiones en el ejercicio de su trabajo; no sólo ya por aspectos relacionados con el acoso escolar, sino en cuanto a cualquier actitud que contribuya a favorecer de algún modo cualquier tipo de violencia entre los alumnos.
Me va a permitir el símil, pero, en el ámbito del acoso escolar y en según qué casos, dejar de antemano exentos de responsabilidad a los educadores en un Centro educativo,durante el tiempo en el que los padres no están presentes, sería como abandonar a un cordero lechal enmedio de una manada de lobos salvajes
ENRIQUE MUÑOZ GARCÍA