Autor: ROCÍO MECA. Pedagoga
Mi hijo de cuatro años ha empezado en un nuevo colegio y es el único niño nuevo de la clase, a los dos días de empezar el curso nació su hermanita, así que está pasando una etapa delicada. Siempre ha sido un niño muy cariñoso, tranquilo y alegre.
Esta mañana cuando le he llevado al colegio la madre de otro niño comenzó a increpar a mi hijo por haberle pegado al suyo, para mi gusto de forma un tanto agresiva. Mi hijo decía que él no había sido, y casi se echa a llorar, me miraba y me decía: “yo no he sido mami, de verdad”.
La mujer continuaba increpándole porque su hijo le había dicho que había sido “el nuevo” y yo sentí dudas de cómo reaccionar. Le dije a la mujer que me extrañaba mucho porque Julio no es nada agresivo, mas bien demasiado “buenón”, pero la mujer siguió increpándole. Al final el niño entró en la clase muy triste.
¿Cómo puedo saber si el niño miente o si por el contrario ha sido acusado injustamente? Y en el caso de que se le ha acuse injustamente, ¿debo intervenir?, ¿qué puedo hacer? No me parece propio discutir delante de los niños con otra madre acerca de si se han peleado o no, no parece un buen ejemplo, pero entonces ¿cómo puedo reforzar la confianza de mi hijo?
Rosa Rivas
Las Palmas
El comienzo de curso siempre supone un esfuerzo de adaptación del niño al centro escolar, y mayor es éste cuando cambia de colegio. Durante ese periodo hay que prestar especial atención a todos aquellos aspectos que pueden incidir en el niño, de forma que controlemos el impacto de los sucesos que le afectan a nivel emocional y social. Cuando el niño es pequeño no es capaz de expresar, verbalmente, sus emociones. Por esa razón, los indicadores que hay que observar son otros: la capacidad de divertirse del niño, la relación que tiene con su grupo de iguales, etc.
También es importante distinguir un comportamiento circunstancial o transitorio de un comportamiento permanente. Esta pauta es válida para la cuestión que en esta consulta se realiza: “el problema de las mentiras”. La mentira puede tener muchos significados. Los niños pequeños la utilizan como arma defensiva para compensar su inseguridad o su miedo a lo que puede suceder si dicen la verdad. Para evitar que este tipo de conductas aparezcan, es conveniente establecer una relación afectiva con el pequeño en la que él se sienta seguro y perciba que cuando hace las cosas mal, a pesar de ser corregido se le sigue queriendo.
A veces los padres comunican a los hijos sus errores por medio de un lenguaje poco constructivo. El esfuerzo de comunicar, de forma positiva, los errores o defectos, es una manera de conseguir un vínculo de mayor seguridad con los hijos. De esta manera, en el momento en que el niño sienta ese confort no tendrá la necesidad de encubrir lo que ha hecho o dicho. En cualquier caso, hay que diferenciar entre una mentira concreta en un momento puntual y un comportamiento habitual de engaño.
Respecto a la conducta que otros padres asumen, es preferible no intervenir y proporcionar al hijo la debida protección para que lo que otros puedan hacer o decir no le afecte negativamente.
En el caso de que las acusaciones de otros padres sean constantes, lo adecuado sería hablar con ellos en un momento en el que los hijos no estén presentes, apelando a la necesidad de intercambiar impresiones con la finalidad de ayudar a los menores a convivir de manera pacífica.
Los aspectos fundamentales de esta consulta son lo siguientes:
1 – Cultivar la relación con los hijos, de forma que éstos perciban la cercanía y el afecto de los padres como un necesario elemento de protección para su correcto desarrollo y su evolución.
2 – Actuar de acuerdo con el contexto en el que nos encontremos: sólo con los niños o con otras personas que pueden influir en la percepción que tenemos de nuestros hijos.
3 – Fomentar la confianza en los pequeños, a pesar de que se equivoquen o tengan defectos. Hay que destacar sus puntos fuertes y utilizar éstos para, poco a poco, hacer desaparecer los aspectos que puedan ser deficitarios o negativos.
ROCÍO MECA
PEDAGOGA