A los niños les miran los expertos como los entomólogos a los insectos raros, les miden, evalúan y hacen test. Y no es que esté mal, es que no resuelve gran cosa.
Autor: Rafael GUIJARRO
El dato más llamativo de todo lo que está pasando es que se habla de los niños como si fueran marcianos. Hay expertos de todo tipo que dicen cómo hay que tratarles así o asá. Uno de los conflictos matrimoniales más relevantes es el de a quién le toca ir a la reunión del colegio, a que un experto coloque un rollo desmesurado y muchas veces incomprensible, acerca de las carencias o las virtudes de sus vástagos. Normalmente acaba por ir la madre, ante la posibilidad de que el marido se encrespe en medio de la reunión y les acaben echando del colegio, a los padres y a los niños, que no tienen la culpa de que su padre pierda la paciencia cuando lleva un rato escuchando cosas de las que no entiende nada.
A los niños les miran los expertos como los entomólogos a los insectos raros, y les miden, y los evalúan, y les hacen tests. Y no es que esté mal, sino que eso no resuelve gran cosa. Otro experto acaba de decir, acerca de esta materia de la gente pequeña:“Hay pruebas concluyentes de que cuanto más tiempo pasan en guarderías, los niños son más agresivos y más desobedientes. En otras palabras, cuanto más tiempo pasan lejos de los padres, los niños se portan peor. Ojo, no quiero decir que estemos creando psicópatas o asesinos en serie. Es un efecto leve pero irrefutable. Se trata de un efecto pequeño, sí, pero muy extendido”.
Bueno, eso no pasa. ¿A quién se le ocurre tener a los niños 30 horas a la semana en una guardería, o solos en casa viendo la televisión? Eso lo piensan los expertos, pero no es verdad. Habrá que buscar otras causas para la agresividad: que los padres se pelean o están ya peleados y se lían a dar voces, que consumen drogas y alcohol, y se les va la mano en el porno, y se ponen fuera de sí, mientras que los niños se asustan y quisieran que lo dejaran, que no se metieran esas cosas con las que siempre acaban igual.
Al día siguiente los chicos van a la guardería a comerse el mundo o lo que les dejen, con tal de no tener que volver a casa hasta estar preparados para descargar allí ellos también ese mundo violento que sus padres traen del trabajo, del cansancio, de la crisis, de la hipoteca. Ellos también tendrán que aportar algo a la vida familiar, lo que les han enseñado, lo que han visto en la tele, lo que han jugado en los videojuegos, lo que quieren los expertos sacar de ellos, para hacerlos personitas tan pequeñas, tan pendientes de todo, tan asustadas muchas veces ante lo que se les avecina.