En nuestro último relato sobre la dislexia de Iván habíamos visto cómo la investigación del origen de este problema y su resolución había conducido a un mejoramiento notable de su hiperactividad.
Pero con este análisis y el correspondiente tratamiento no está solucionado el problema en su totalidad. Todavía hay que seguir trabajando hasta su completa erradicación.
No podemos olvidar que nuestro cerebro consta de dos hemisferios: derecho e izquierdo. La dislexia había atascado uno de los hemisferios provocando unos síntomas psiquiátricos, en este caso de hiperactividad, denominado “psicosis maníaca”, (los tres síntomas psiquiátricos básicos son: manía, depresión y esquizofrenia).
El médico de confianza con su acreditada experiencia asegura que, si un hemisferio se ha atascado y ha dado síntomas psiquiátricos es debido a que previamente el otro hemisferio se había neutralizado sin presentar síntoma alguno.
El especialista estaba tan seguro de que había existido otro golpe de la vida (shock vital) que había atascado el otro hemisferio como lo estaría de la presencia de un gato macho si viera a su gata preñada. Para entendernos: la dislexia es la gata, su preñez es la hiperactividad pero falta por identificar al gato macho que desincronizó el otro hemisferio.
Los padres –en su función de detectives– se acordaron de que Iván, cuando tenía cuatro años y estaba en el parvulario, recibió varias palizas de Guillermo, precisamente el hijo de un matrimonio amigo y que actualmente está recibiendo tratamiento psiquiátrico. Los padres reprodujeron minuciosamente todos los detalles de la estancia de Iván en el Kindergarten. Lo hicieron como si se tratase de la reconstrucción perfecta de la “escena del crimen”.
Comenzaron preguntando a su hijo cuántas veces le pegó Guillermo. Contestación: casi todos los días durante dos meses. Siguieron preguntándose porqué Iván no se lo diría a la señorita y la respuesta fue que no era posible porque el niño tenía pánico a las amenazas de Guillermo, que aumentaban cada día más. Pero ¿porqué las palizas se limitaron sólo a dos meses de duración? Al parecer había otro niño, más desequilibrado todavía que Guillermo, que le prohibió tajantemente pegar a Iván.
Los padres estaban desconsolados al darse cuenta de lo insensibles y descuidados que habían sido con los sufrimientos y miedos que una pobre criatura había padecido en su primer ambiente fuera de casa.