Hola, mi hijo tiene casi 5 años y aún no controla el pis, ni por el día ni por la noche… Creemos que físicamente no tiene ningún problema, ya que hace un par de meses estuvo dos semanas que lo pedía, e incluso no mojaba el pañal por la noche, y ya le hicieron una ecografía hace un par de años y estaba bien… ¿Qué podemos hacer? Hemos probado de todo pero no conseguimos resultados, y creo que va a empezar a ser un problema serio en el colegio.
Lo primero que debéis hacer es tranquilizaros. La falta de control por parte del niño para llevar a cabo las funciones de la eliminación es uno de los trastornos más comunes en la infancia. De hecho, se calcula que este problema se presenta en alrededor de un 20% de los niños de 5 años, un 5% de los niños de 10 años y un 2% de los niños de 12 a 14 años. Por lo tanto, se trata de un problema incómodo pero frecuente.
Existe una notable polémica en lo que concierne a los factores que pueden causar este trastorno. En un gran porcentaje de casos parecen intervenir factores genéticos. Así, existen datos de una mayor incidencia de enuresis en niños cuyos padres, o familiares cercanos, también han padecido enuresis. Asimismo, a menudo se ha asociado a trastornos del sueño: en concreto, podría ser el resultado de una alteración de las fases del sueño. No obstante, los resultados de las investigaciones realizadas son confusos. Otros investigadores sugieren que la enuresis puede ser el resultado de un conflicto subyacente, ansiedad o estrés emocional. Esto parece ser más cierto en el caso de aquellos niños que ya habían conseguido un control a la edad adecuada y de pronto pierden esa capacidad de control.
También algunos datos parecen indicar que lo enuréticos podrían tener una capacidad vesical menor que los no enuréticos, por lo que tendrían una menor capacidad para retener la orina. No obstante los datos no son consistentes, observándose una amplia variedad en la capacidad vesical de unos niños a otros. Esta hipótesis ha dado origen al uso frecuente de terapias dirigidas a expansionar la vejiga o a controlar y retener la orina.
Finalmente también podría atribuirse en algunos casos a una deficiencia en la adquisición de un hábito como resultado de experiencias de aprendizaje inadecuadas y de contingencia de reforzamiento inadecuadas.
Mi recomendación es que primero pidáis a vuestro pediatra que lleve a cabo una exploración médica de vuestro hijo para descartar cualquier patología orgánica (anatómica, urológica o neurológica) que pudiera estar en la base del trastorno, aunque lo cierto es que en la mayor parte de los casos de enuresis, dicha patología orgánica no existe. Una vez descartada la patología orgánica, cabe probar varias alternativas.
Una primera posibilidad es no hacer nada, restar importancia al problema, explicarle al niño que él no es culpable de ello e incluso que varios de sus familiares cercanos, si es así, tuvieron la misma dificultad. Lo más importante es que no lo agobiéis para que controle su orina, ya que esto puede crearle ansiedad. Está en la edad límite para el control del pis durante el día y es normal que todavía se le escape durante la noche. Como comentas, además, el niño ya ha empezado a pedir hacer pis, así que, si no hay otros problemas orgánicos o afectivos, habría que tomárselo con serenidad e ir viendo cómo evoluciona. En el período comprendido entre los 4 y los 6 años, las tasas de disminución de la enuresis son considerables.Si el problema persistiera y, especialmente, si veis que con la edad al niño le preocupa el tema y quiere colaborar, podríais probar alguna técnica de control. Existen varias:
1. La alarma nocturna. Consiste en poner, o bien en el calzoncillo del niño, o bien entre la cama y el colchón, un dispositivo que al entrar en contacto con las primeras gotas de orina emite un ruido de intensidad suficiente para despertar al niño, momento en que debe retener la micción e ir rápidamente al baño. Las investigaciones informan de entre un 80% y un 90% de éxito, aunque también de un 35% de recaídas. El tiempo de intervención oscila entre 5 y 12 semanas. Este método ha demostrado ser más eficaz que otros tratamientos farmacológicos o que despertar al niño por la noche.
2. Entrenamiento en retención. La técnica consiste en enseñar al niño a retener volúmenes de orina cada vez mayores durante un tiempo cada vez más prolongado. Usualmente consiste en impedir que el niño orine durante periodos de tiempo progresivamente mayores. A menudo se ayuda mediante la ingestión de grandes cantidades de agua reforzándole por retener la orina. El tiempo se va aumentando progresivamente, desde 2 minutos al inicio del tratamiento hasta 45 minutos en las fases finales. Este procedimiento parece ser especialmente útil en niños que, como en el caso de tu hijo, presentan enuresis diurna (no sólo por la noche).
3. Entrenamiento en cama seca: ECS. Bajo este nombre se agrupan un conjunto de técnicas tales como la utilización del dispositivo de alarma, el entrenamiento en retención y la práctica positiva. El entrenamiento consta de dos fases:
–Fase intensiva: los padres instan al niño a que beba abundante líquido antes de acostarse. A lo largo de la primera noche el niño es despertado cada hora y llevado al baño donde se le pregunta si puede aguantar las ganas de hacer pis y se le anima a que contenga durante una hora más. Si es así, se le acompaña a la cama y se le da más líquido. Se refuerza positivamente si hace pis en el baño.
–Fase de rutina: se sigue el mismo procedimiento, sólo que los padres despiertan al niño una sola vez en la noche. Conforme avanza el programa, se despierta al niño media hora más tarde cada noche.
4. El tratamiento farmacológico. En algunos casos en que el problema se presenta de forma muy acusada, se recurre al tratamiento farmacológico. La medicación más utilizada son los antidepresivos, en especial la Imipramina. No está claro a través de qué mecanismos ejercen su acción. El porcentaje de remisión está en las dos primeras semanas en torno a un 85%, pero el porcentaje de recaídas es muy elevado cuando se suspende el tratamiento (cerca del 90% de los casos).
Espero que estas orientaciones os ayuden a comprender mejor el problema que presenta vuestro hijo y a afrontarlo con paciencia.