Creo que soy sobreprotectora con mi hijo, me lo dice la gente y lo que yo veo es sensatez por mi parte…o quizás no. Le abrigo demasiado para que no coja frío, le digo “ten cuidado” quinientas veces, pero también le riño cuando algo no está bien y le educo con cariño y disciplina, aunque es cierto que mis miedos son que se haga daño o se ponga enfermo y en esos dos puntos me paso. Mi niño es alegre, sociable y muy inteligente (27 meses). Sin embargo, una semana que le estuve riñendo por no querer acostarse, desarrolló un tartamudeo que se lo quitó a las dos semanas. Ahora, meses después, le he vuelto a reñir por lo mismo y tiene un tic en el ojo. ¿Es casualidad o le están afectando mis riñas? ¿Reacciona con un tic o tartamudeo porque es dependiente por mi sobreprotección? ¿Cómo sé si soy sobreprotectora y cómo puedo remediarlo?
La clave para saber si el estilo educativo parental que utilizan los padres es sobreprotector, es conocer, al menos desde el punto de vista teórico, qué es un modelo sobreprotector. A continuación se señalan algunas de los rasgos característicos de la sobreprotección:
1. Los padres se caracterizan por tener una afectividad hacia los hijos que les lleva a resolver lo que ellos deberían aprender por su maduración personal.
2. Se arropa excesivamente e innecesariamente al niño.
3. Se crea un ambiente metódico y ordenado para que el niño encuentre todo hecho.
4. Hay en los padres un miedo a perder el afecto del hijo o a que éste sufra.
5. Se tienen unas expectativas distorsionadas (demasiado elevadas) respecto a los hijos.
Como es lógico, el efecto de un estilo educativo sobreprotector tiene efectos en el desarrollo personal y cognitivo del niño: en ocasiones tienen un concepto de sí mismos demasiado elevado, y cuando descubren que su “yo” no es así, se vuelven tímidos e inseguros ante sus desconocidos; exigen de los demás lo que reciben en el hogar y se muestran poco agradecidos. Por otro lado, en su desarrollo cognitivo muestran pasividad ante las tareas porque están acostumbrados a que todo se les dé hecho, les falta iniciativa, tienen una escasez de habilidades para la resolución de problemas, etc.
Este modelo educativo predomina más en las madres que en los padres, porque la forma de implicarse en la realidad familiar es diferente. Lo importante es conocer este estilo para ajustarlo a las necesidades reales del niño, no a las necesidades que creemos o que imaginamos. El niño, en las primeras edades de la vida, necesita a las figuras parentales para cubrir sus necesidades básicas de seguridad, confort, afecto, pero proporcionar seguridad no significa que el niño no tenga que “hacer”. Es más, todo lo contrario, a medida que el niño vaya siendo autónomo en aspectos concretos, de acuerdo con su desarrollo evolutivo, su seguridad y su afianzamiento será mayor. La seguridad emocional consiste en la asimilación de modos de comportamiento que la persona puede utilizar ante situaciones en las que no están presentes las figuras parentales y que le hacen actuar con firmeza y sentirse satisfecho y tranquilo.
Un patrón sobreimplicado invade el espacio de independencia que el niño necesita para descubrir cosas que por sí mismo tendría que aprender. La pauta es dejar hacer al niño todo aquello que puede hacer por sí mismo y reforzar ese patrón siempre que se pueda. Seguir esta pauta también tiene beneficios para los padres: el no tener que estar controlando constantemente lo que los hijos hacen, porque confían en ellos, y el evitar el estrés que conlleva el exceso de protección.
Si unos padres son sobreprotectores, lo primero es que conozcan sus conductas de sobreimplicación, que acepten que ese modelo no es bueno ni para los padres ni para los hijos y que concreten cambios en sus modos de educar: no controlar tanto, respetar un espacio que los hijos necesitan para su desarrollo personal, darles responsabilidades para que vayan creciendo y madurando. Cuando los padres se vean desbordados, lo mejor es que acudan a un servicio de orientación familiar para que les puedan ayudar a ir modificando, con conductas concretas, el modo de educar a sus hijos.
Licenciada en Pedagogía. Máster en Terapia de Familia