Acabo de regresar de impartir unas conferencias en unas Jornadas sobre el Trastorno por Déficit de Atención con o sin Hiperactividad (TDAH)…
Acabo de regresar de impartir unas conferencias en unas Jornadas sobre el Trastorno por Déficit de Atención con o sin Hiperactividad (TDAH), que había organizado una asociación de padres de Albacete y provincia con hijos que presentan este trastorno (Apandah), y a la cual amablemente me habían invitado. Las Jornadas han sido un éxito de convocatoria y concurrencia de padres, maestros, psicólogos y profesionales sanitarios. Pero yo no quiero contarles detalles logísticos, sino exponerles unas cuestiones importantes que se trataron y merece la pena mencionar porque no es habitual que se comenten en este tipo de eventos.
Por ejemplo, uno de los ponentes, veterano psicólogo, cargó la tinta contra los medicamentos psicoestimulantes que se emplean en el tratamiento de los niños con TDAH y contra los laboratorios que los comercializan. Vino a decir que “se había inventado este trastorno (el TDAH) para poder vender fármacos” y que “este trastorno no lo tenían los niños, sino los padres y maestros” porque carecían de paciencia para aguantarlos. Y el momento álgido de su disertación llegó cuando dijo que había que cambiar la denominación del trastorno y, en vez de llamarlo TDAH, había que etiquetarlo de TPEE, iniciales de ‘Trastorno por educación equivocada’. Con lo cual, argumentaba que había niños hiperactivos bien educados y otros maleducados, es decir, merecedores de ser nominados TPEE. (Huelga decir que fue calurosamente aplaudido por gran parte del público). Por suerte, luego, otro ponente, en este caso una ponderada psiquiatra del lugar, atemperó un poco los ánimos, colocando en el lugar que les corresponde a los medicamentos específicos que se utilizan para estos niños, y cuya gran eficacia nadie discute… Otra cuestión que también quedó muy clara es que a menudo “se prodigan estos fármacos con excesiva alegría” y sin haber profundizado rigurosamente en el diagnóstico de cada niño. Las últimas ponencias corrieron a mi cargo. Y pude apuntar novedades en el campo terapéutico del TDAH, como son las pautas dietéticas, a base de suplementos vitamínicos, o añadiendo determinados aminoácidos, o ácidos grasos (como, por ejemplo, el omega-3), etc. ‘Tratamientos naturales’ que son complementarios o alternativos a la medicación. (Y también fui aplaudido).