Mi hijo tiene 14 años y toma Concerta 36. Fue diagnosticado de déficit de atención y concentración, ha sido tratado por una psiquiatra, un psicólogo escolar particular en colaboración con la psiquiatra, la psicóloga del colegio, los profesores,nosotros los padres y el pediatra. Está en 2º de ESO, después de repetir 1º, lo lleva fatal, nos dice la psicóloga y la tutora que seguramente va a repetir curso y lo han propuesto para el curso de diversificación. Él fue prematuro y durante 18 meses se le trató con broncodilatadores. No hay manera de que estudie, es incapaz de concentrarse, ya estamos a punto de tirar la toalla. La psiquiatra, tras varias visitas y pruebas, le ha dado el alta porque no hay ningún trastorno clínico, y hemos prescindido del psicólogo porque le crea ansiedad y descontrol. ¿Será bueno retirarle la medicación? Es muy infantil e inmaduro, pero también es muy bueno, sociable y buena gente. Hemos decidido no presionarle más, pero vigilarle sin que se note y esperar a que madure… No queremos que sea un futuro depresivo, ni que tanto agobio le cree ansiedad.
Estimada Mª Victoria, el diagnóstico del déficit de atención con o sin hiperactividad es a veces difícil, por lo que con frecuencia se prueba el tratamiento por si es eficaz. Hay muchos casos en los que el Metilfenidato, principio activo del Concerta, no funciona. Si en un par de meses no se notan cambios significativos, es mejor dejar esa medicación. En el caso de tu hijo, si la psiquiatra no encuentra patología, razón de más para dejarla. El Metilfenidato tiene inconvenientes: quita el apetito, produce insomnio o hace el sueño más superficial, puede dar cefaleas, dolores de estómago, hipertensión y muchas otras cosas que están escritas en el prospecto. Aunque el fabricante lo pone en duda, hay muchos especialistas que piensan que frena el crecimiento. De lo dicho se concluye que, si no es necesario, es mejor no tomarlo.
Si toma más de un comprimido al día, conviene que la supresión sea gradual. Para ver cómo se encuentra realmente, conviene esperar al menos un par de semanas y luego analizar bien qué cambios se deben a la influencia de los acontecimientos de la vida y cuáles a la falta de medicación. Si al final se confirma que necesita la medicación, siempre se puede volver a ella.
Tal vez convenga que le vea algún experto en trastornos de aprendizaje que pueda reorientar el caso, confiando en que el nuevo profesional no le ponga nervioso. En cuanto a presionarle, creo que unos padres normales no pueden dejar de hacerlo. Lo importante es que la dosis y el modo en los que se ejerce la presión estén dentro de lo que vuestro hijo pueda tolerar y, mejor aún, si están dentro de lo que pueda llegar a agradecer. Confío que tu hijo pueda remontar este bache.
Licenciado en Medicina
Especialista en Psiquiatría
Doctor en Medicina. Experto en Autismo