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Claves para potenciar la autonomía de los niños

padresycolegios.comSábado, 1 de enero de 2022
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La Educación de los hijos conlleva retos complejos como el relacionado con el desarrollo de su autonomía. Una autonomía que no sólo se refiere a su propio cuidado personal sino también en procesos como la toma de decisiones o la confianza en sí mismos.

 

Por Diana Oliver

 

Uno de los grandes retos de la Educación de los hijos es conseguir que desarrollen plenamente su autonomía. El camino es largo y atraviesa innumerables hitos desde los primeros meses hasta pasada la adolescencia. Pero, ojo, como recuerda Rosa M. Fernández Valero, psicóloga habilitada sanitaria especializada en psicología infanto-juvenil y trastornos del desarrollo, cuando hablamos de autonomía, tenemos que tener en cuenta que no solo nos referimos a tareas de autocuidado, higiene o limpieza del hogar –como puede ser vestirse, lavarse los dientes o hacer la cama–, “también implica otros procesos subyacentes como la toma de decisiones, la resolución de conflictos o creer en uno mismo”.

 

5 claves para fomentar la autonomía en los niños

Según Fernández Valero hay algunas acciones y actitudes que pueden ayudarnos a fomentar ese desarrollo sano de la autonomía y que pueden integrarse fácilmente en nuestro día a día:

  • Formentar una participación activa en su rutina. Lo importante para la psicóloga no es que la tarea “salga a la perfección”, sino la funcionalidad de la misma. “Debemos dejar que un niño haga una actividad de forma “incorrecta” porque el resultado es práctico y útil, además de que por su edad y habilidades no puede mejorar la ejecución a corto plazo”, explica. Algunos ejemplos serían guardar juguetes en un cajón de forma “desorganizada” o poner la mesa sin colocar bien los cubiertos.
  • Tener en cuenta que nuestra actitud frente a la capacidad del niño es imprescindible. El niño aprende de lo que le decimos por lo que para Fernández Valero es importante no transmitirle inseguridad. “Ha de saber que puede hacerlo y que nosotros le apoyaremos en el caso de no poder, pero que debe intentarlo”, cuenta, y añade que debemos evitar frases como “ya lo hago yo” o “a ver déjame a mí que lo hago más rápido”.
  • Es importante acompañarles en este aprendizaje. Según la psicóloga, la coherencia entre lo que decimos y lo que hacemos es la mejor forma de ser creíble e imitado. Para ellos somos un ejemplo a seguir. “Si quieres que un niño sea autónomo, debes comenzar a ser un adulto autónomo – les pedimos a los niños que estén preparados para hacer cosas solos, ¿nosotros nos lo aplicamos? – y hacerte responsable de aquellas tareas que quieres que el niño aprenda como limpiar la casa juntos, lavarnos los dientes con ellos, mantener nuestros espacios ordenados…”.
  • Mantener una actitud positiva y respetuosa ante el aprendizaje. Para Rosa M. Fernández es importante tener en cuenta que cada uno de nosotros aprendemos a nuestro propio ritmo, nos motivan cosas diferentes y tenemos nuestras capacidades y puntos fuertes. Observar y respetar sus ritmos, motivaciones y capacidades es fundamental para que desarrollen su autonomía.
  • Y, por supuesto, siempre adaptándonos al ritmo evolutivo del niño. Sin forzar. Sin prisas. No podemos pretender que hagan cosas que no les corresponden por edad ni nivel de desarrollo físico o cognitivo.

 

Las consecuencias de la falta de autonomía

Durante los tres primeros años de vida, se puede trabajar con los niños el desarrollo de su autonomía. Ya desde los seis meses el niño comienza a mostrar signos que reflejan el interés por el desarrollo de sus propias habilidades. Lo vemos cuando comen a través de lo que se conoce como Baby Led Weaning (BLW); y son ellos mismos quienes toman con sus manos los alimentos que comienzan a descubrir. O cuando despierta en ellos el interés por querer poner o quitar la mesa a partir de los dos años.

A medida que van creciendo, sus capacidades van evolucionando y son cada vez más las tareas y acciones que pueden realizar por sí mismos: resolver un problema sencillo con un amigo, hacer la cama, tomar decisiones en función de su edad de mayor o menor envergadura… La cuestión es si realmente se les permite el desarrollo de esa autonomía, algo que requiere toneladas de paciencia, y tiempo.

¿Es perjudicial la falta de autonomía? ¿Puede tener efectos en su desarrollo a futuro? Para Rosa M. Fernández Valero, lo verdaderamente perjudicial es que, sea cual sea el nivel de autonomía que tenga un niño, no se fomente el desarrollo de la misma. “Hay personas con diversidad funcional que tienen menos autonomía de la que se presupone para su grupo normativo, pero están siendo dotados de estrategias para desarrollarla. La autonomía está relacionada con procesos de aprendizaje, regulación emocional y autoconfianza. Si no trabajamos esta área del desarrollo, ¿qué estamos fomentando para experiencias sociales futuras?, ¿qué estamos precipitando para situaciones de indecisión o frustración?, ¿cómo se enfrentarán ante nuevos retos de aprendizaje o responsabilidades? Estaremos limitando otras muchas áreas de su desarrollo que impactarán en su funcionalidad futura”, responde.

 

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Lo que NO es fomentar la autonomía

Un niño autónomo es aquel que es capaz de hacer por sí mismo las tareas y actividades propias de sus iguales. El fomento de esa capacidad nada tiene que ver con descargar la responsabilidad de los adultos sobre los niños o adolescentes. Para la psicóloga infanto-juvenil, fomentar la autonomía no pasa por:

  • Obligar a un niño a hacer una tarea sin que comprenda por qué es importante, sin que nosotros demos ejemplo o imponerla como castigo y no como rutina diaria.
  • Obligar a un niño a ejecutar tareas sin fomentar procesos de toma de decisiones y autodeterminación (poner la mesa sin pensar qué cubiertos se necesitan para la comida de hoy, vestirse sin elegir la ropa uno mismo, etc…).
  • Intentar que un niño no “nos necesite” forzando situaciones que pueden ser desagradables para él. Los niños, al igual que los adultos, nos necesitamos unos a otros.

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