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Entrenando la empatía

padresycolegios.comSábado, 1 de enero de 2022
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GEMA EIZAGUIRRE
Cultivar y mejorar esta capacidad de ponerse en el lugar del otro, saber lo que siente y llegar a sentirlo, es una meta difícil pero alcanzable. Así lo afirma en su libro “La Empatía es posible” (Ed. Desclée) Anna Carpena, educadora y especialista en Educación Emocional desde los últimos 20 años.
En esta labor de generar empatía, el ejemplo y labor de los padres es esencial ya desde los primeros minutos de vida del pequeño: “Desde que el niño nace su cerebro se está formando, según la empatía de quien lo está cuidando. Según se les trata ya se están desarrollando o no estructuras cerebrales que se relacionarán con la empatía”, cuenta Carpena. Después, con los años varía la disposición de los menores a “ponerse en los zapatos del otro”: “En la etapa infantil los niños empiezan a reconocer los diferentes signos emocionales de las otras personas, independientemente de cuáles sean sus sentimientos, aunque no tengan la clase de empatía que les permita identificarse con ellas o experimentar sus mismos sentimientos. Alrededor de los seis años empieza la capacidad de ver las cosas desde la perspectiva de otro. Hacia los ocho años pueden empezar a sentir lo que siente otra persona, es decir, empieza la verdadera empatía, comprender y sentir a otro. A partir de los once años la empatía puede llegar hasta personas y colectivos con los que nunca se han visto ni conocido, ya que tienen capacidad para imaginarse a sí mismos teniendo las experiencias y los sentimientos asociados a la vida de otro sujeto. En la adolescencia se distorsiona al volver a hacerse el “yo” centro de gravedad, para luego recuperar el equilibrio a los 20”.
¿Pero cómo llegar a conseguir esa sensibilidad y esa apertura al otro? Los expertos señalan que hay una labor previa que debemos ejercitar nosotros mismo, los padres y educadores; porque para enseñar algo nosotros también tenemos que saberlo. Y esto requiere el conocimiento personal y gestión de nuestras emociones. La empatía es una de las cinco competencias de la Educación Emocional, según Daniel Goleman, padre de la Educación Emocional. La sentencia griega «Conócete a ti mismo», atribuida a Sócrates, ya indica la necesidad de autoconocimiento del ser humano para su crecimiento personal.
educación emocional
La Educación Emocional, que empieza a introducirse en la aulas, “proporciona recursos para la vida en la escuela, para ayudar a los niños a superar frustraciones, a motivar en los estudios y a sostener relaciones sociales sanas, coherentes y justas, pero no solo en la escuela si no que se forman estrategias de vida que formarán parte de su ser adulto”, describe la experta.
Inmersos en una sociedad de contraste y contradicciones, mientras que tenemos la palabra “pienso” en la boca de forma permanente -es uno de los verbos más empleados del diccionario- no se presta demasiada atención a lo que “siento” y a la gestión de eso que sentimos, a las emociones “Ha calado el que hay que ignorar las emociones porque si no nos pueden; y es una extrema equivocación porque están igualmente aunque las neguemos. Tenemos que aprender a gestionarlas porque no somos libres mientras ellas nos gobiernen”.
La Neurociencia ha descubierto que no hay momento de no emoción; sino que tenemos siempre el cerebro emocional en funcionamiento. Aunque Carpena lamenta que “el ‘pienso luego existo’ siga tan vigente. “Siempre se está hablando que hay que razonar, aprender a pensar; sin embargo los valores no se construyen desde el razonamiento”. “Pensando valores, como “tengo que ser tolerante” con eso no hago nada; los valores se construyen a través de los sentimientos, tengo que sentir la tolerancia, que va acompañada del sentimiento de empatía, de compasión y de amor”, asegura esta experta que fue la primera en introducir la Educación Emocional en España, con su libro «Educación socioemocional en la etapa de Primaria».
La adquisición de habilidades socio emocionales, como el auto conocimiento y la empatía, es algo que empieza a ser centro de investigaciones que ya indican su relevancia para el bien estar del menor y para mejorar el rendimiento escolar. Incluso expertos de Recursos Humanos, como responsables de Randstad Reseach, alertan del peligro de un sistema educativo donde lo único relevante sea la adquisición de conocimientos, y muestran necesario el aprendizaje de habilidades sociales y empatía, en particular, como esencial para formar a los profesionales del futuro.
Un enemigo en casa
En la sociedad actual encontramos un enemigo a combatir para poder ser más empáticos, y es la gran carga de violencia que nos rodea. “Hay mucha violencia aceptada por la sociedad en general como valor lúdico y de entretenimiento (videojuegos, dibujos animados, películas)”, indica Carpena, y advierte de que la Neurociencia ha descubierto que “sólo con ver imágenes y acciones el cerebro se predispone a ejecutar eso que ve. Porque tenemos un cerebro que aprende viendo, mirando e imitando”. Una medida para paliar esto es tomar partido. “Intentar primero cambiar valores, como exigir que en horario infantil no haya películas violentas de ninguna clase. No podemos decir a los niños que sean empáticos cuando viven en una sociedad que no lo es; sino que muestra como ventajosa la ley del más fuerte”.
Una consecuencia del efecto de la violencia en los niños es el aumento de los casos de acosos escolar y el bullying. Un tema preocupante cuyos últimos datos apuntan a un incremento del 20%, entre mayo de 2016 y 2017, según el Observatorio para España de la ONG Internacional Bullying Sin Fronteras.
Carpena es asesora del programa de convivencia escolar “En sus zapatos: un espacio de empatía activa”, que este curso escolar llegará a centros Primaria de la Comunidad de Madrid y Extremadura, y va dirigido a niños de 11-12 años, a sus padres y profesores. Este programa de la asociación Teatro de Conciencia (www.teatrodeconciencia.org) se sostiene en tres ejes: Gestión Emocional, Resolución Positiva del Conflicto y Empatía activa, con una metodología propia, denominada Teatro de Conciencia, que personifica las emociones. “Que se imparta a padres, niños y profesores es imprescindible. Si todos van en la misma línea se está creciendo, y además es un crecimiento a la vez de niños y padres, porque los adultos, en general, no están formados. Esta formación enriquece la convivencia y también el propio bienestar con uno mismo”, destaca como novedoso de “En sus zapatos”.

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