Como muy bien señalan Begoña del Pueyo y Rosa Suárez en su libro La buena adolescencia:
“Disfrutar de los hijos y verlos crecer, también en la etapa de la adolescencia, no es una utopía. Puedes conseguirlo si evitas hacer tuyos los prejuicios que impiden actuar con la misma serenidad que se ejerce de madres y padres en su primera etapa de crecimiento”.
Por Marta Prado Bullido y Óscar González
Por este motivo destaco aquí uno de los problemas más frecuentes que nos encontramos en los padres de hoy: no tenemos suficiente confianza en nosotros mismos y en nuestras propias capacidades a la hora de educar. Esto es algo que debemos empezar a cambiar si queremos educar mejor a nuestro hijo adolescente, porque cuando estamos convencidos de que podemos, de que realmente somos capaces, nuestras posibilidades son ilimitadas y logramos así lo que nos proponemos.
En cambio si nuestra actitud es temerosa e insegura, y actuamos sin confianza ante nuestros hijos, sin querer les transmitiremos tanto a ellos como a quienes nos rodean un mensaje claro: «ya no podemos más» o «ya no sabemos qué hacer con él». De este modo estaremos asentando los cimientos de un fracaso educativo asegurado.
Comprendo que hay situaciones muy difíciles y agobiantes. Es en esos momentos cuando debes pedir ayuda. Ante todo mantén la confianza en que las cosas pueden ser diferentes y que eres tú quien tiene la capacidad de cambiarlas.
Contesta con sinceridad esta cuestión:
¿Crees que no puedes hacer nada para cambiar la situación educativa que se vive en tu casa en estos momentos o, por el contrario, hagas lo que hagas todo va a seguir igual?
Si crees que todo seguirá igual debes ponerte a trabajar y empezar a cambiar tu actitud. El cambio puede producir resultados asombrosos. Comprobarás que si quieres que las cosas cambien debes ser tú quien introduzca ese cambio.
No dejes que nada ni nadie te haga perder la confianza en ti mismo. En ocasiones algún familiar, amigo o el profesor de tu hijo puede mostrarte que no estás actuando correctamente en tu acción educativa diaria. Esto no debe llevarte a considerarte un «fracasado» en tu rol de padre. Al contrario, debes tomarlo como una oportunidad que te ayude a reflexionar sobre tu manera de actuar. Un consejo:
Cree en ti mismo. ¿Cómo quieres que los demás crean en ti, si tú no crees en ti?
Comprobarás que si actúas con seguridad y confianza todo cambia… a mejor.
Lee con atención estas opiniones extraídas de padres participantes en la gira del teatro-fórum Cada familia importa:
- ➤ Si te sientes culpable por tu modo de ser padre o madre, entonces ciertamente tienes que cambiar tu estilo de paternidad, es más importante que seas feliz… tus hijos están contigo para el resto de tu vida; si no eres feliz en lo relativo a la paternidad, entonces te queda mucho tiempo para ser desgraciado.
- ➤ Soy abuela y esto me ha hecho comprender que como madre viví muy agitada. Los hijos tienen su propio ritmo. Gracias a mi edad, ahora estoy más relajada. Y cuanto más relajada te encuentras tanto más fácil te resulta todo. Los niños hacen las cosas a su ritmo, a veces lo que necesitamos es aprender a esperar. Sentirte confiado en tu capacidad para educar es importante por dos motivos fundamentales:
- Te sentirás bien con lo que estás haciendo. No se trata de hacerlo a la perfección, sino de la mejor manera posible.
- Ser padres que actúan con confianza transmitirá confianza y seguridad a tus hijos.
Confía también en tus hijos adolescentes
Si es importante que confíes en ti mismo para educar no lo es menos que confíes en ellos: tus hijos. En esta etapa, tu hijo necesita más que otra cosa que le ofrezcas tu confianza. Evita frases como «no aprenderás jamás» o «los adolescentes no valoráis nada». Tu hijo debe percibir que es aceptado tal como es: único y especial. Vuestra relación debe estar basada en la confianza y tus hijos deben saber que estás siempre ahí para que puedan recurrir a ti en cualquier momento. En palabras de la profesora de ESADE Marta Grañó:
Es importante confiar y ser capaz de transmitir a un niño que crees firmemente que va a conseguir aquello que se propone. ¿Por qué? Por la simple razón de que esa confianza es una fuente de motivación muy potente para que el niño canalice sus esfuerzos hacia los objetivos que quiere lograr.
Confiar en los demás no es algo fácil. Mucha gente suele partir de la base de la desconfianza. En el ámbito educativo, es probable que sea más fácil desconfiar de los alumnos o de los hijos y actuar bajo las premisas de que no se van a esforzar por hacer lo que se les indica.
¿Por qué deberíamos confiar en los alumnos o en los hijos? Es necesario confiar en ellos porque la confianza les ayudará a desarrollar su autoestima y les hará crecer.
La afirmación no es gratuita. Existen estudios científicos que demuestran la correlación entre el hecho de tener confianza en un niño y el desarrollo futuro que va a tener ese niño. Cuanta mayor confianza en un niño, mayor probabilidad de éxito en conseguir sus metas. El neurocientífico Joaquín Fuster comenta, además, la importancia de la relación entre el alumno y su profesor para la formación, dado que la aceptación que recibe el alumno del profesor refuerza más la necesidad de recibir información, le estimula a querer aprender más.
Confiar en los niños es promover en ellos una seguridad necesaria para su desarrollo. Los educadores, profesores y padres, podemos ayudar a los niños si les animamos a esforzarse por conseguir aquello que quieren. Es positivo con ar en ellos y demostrarlo. ¿De qué forma? No es complicado.
Tanto si crees que puedes como si crees que no puedes, estás en lo cierto.
Henry Ford