En las sesiones de Escuelas de Padres y conferencias insistimos en algo que nos parece fundamental para educar a nuestros hijos: nuestro ejemplo. Los niños imitan lo que ven y, sobre todo, aquello que observan en los adultos, ya que somos su referencia.
Por Marta Prado Bullido y Óscar González
Por eso mismo, no podemos decirle al niño que haga algo determinado cuando nosotros somos los primeros que no lo hacemos. Como solemos decir: son niños, pero no son tontos. De hecho, si pudiéramos “leer más allá” les escucharíamos decir: “papá, mamá, no os preocupéis si no os escucho; os estoy observando todo el día”.
Veamos algunos ejemplos:
-Le decimos que no debe gritar y, para colmo, se lo decimos gritando. ¿Qué mensaje le estamos transmitiendo? Efectivamente, un mensaje contradictorio que no hace sino confundir al niño.
-Otro ejemplo es el de la mentira. Si le decimos al niño que no mienta, somos los adultos los que hemos de dar ejemplo y no buscar ningún tipo de excusa para nuestras mentiras.
-Le pedimos que no utilice en la mesa el móvil y nosotros nos pasamos la comida conectados a Facebook.
Podríamos seguir con mas ejemplos, pero para ello os traemos esta breve historia que os ayudara a reflexionar sobre el tema:
Era una soleada tarde de sábado en Oklahoma y Bobby Lewis, mi amigo y un padre orgulloso, llevó a sus dos niños a jugar al minigolf. Se dirigió a la taquilla y preguntó al empleado cuánto costaba la entrada.
—Tres dólares para usted y lo mismo para cada niño mayor de 6 años. Hasta los 6 tienen entrada libre. ¿Qué edad tienen? —preguntó el muchacho.
—El abogado tiene tres y el médico, siete —contestó Bobby, o sea que le debo a usted seis dólares.
—Oiga, señor —le dijo el muchacho de la taquilla—, ¿le ha tocado la lotería o qué? Podría haberse ahorrado tres dólares sólo con decirme que el mayor tiene 6. Yo no me hubiera dado cuenta de la diferencia.
—Es probable que usted no se hubiera dado cuenta —asintió Bobby—, pero los niños sí.
Como decía Ralph Waldo Emerson, “la clase de persona que eres habla en voz tan alta que no me deja oír lo que dices”. En tiempos tan difíciles como estos, en los que la ética es más importante que nunca, asegúrate de que estás dando un buen ejemplo a todos los que trabajan y viven contigo.