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Ganar la batalla a las pantallas

padresycolegios.comSábado, 1 de enero de 2022
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Por A. Cordellat

Las pantallas han invadido nuestras vidas. Televisiones, videojuegos, smartphones, tabletas… Parece imposible escapar de ellas, pero eso, escapar o al menos hacer frente a su tiranía, es justo lo que propone Marta Prada, guía Montessori, educadora de familias en disciplina positiva y autora del reconocido y premiado blog pequefelicidad.com, que acaba de publicar Educar sin pantallas (Oberon), un libro en el que propone a los lectores lograr que las pantallas tengan un lugar sano en la vida de sus hijos.

“No se puede negar que las pantallas nos facilitan la vida en muchos sentidos. Ahora bien, las pantallas tienen un alto componente adictivo y se ha demostrado que influyen de forma negativa en el desarrollo de los niños, por eso tenemos que aprender a usarlas con sentido común para que lo que es un adelanto no se convierta en el mayor atraso social de la historia”, explica a Padres y Colegios.

Recuerda Marta Prada que cualquier bebé nace con unas enormes potencialidades, pero con un cerebro inmaduro y en formación. El uso excesivo y continuado de las pantallas, explica la experta, influye de forma significativa en el desarrollo de la corteza prefrontal del cerebro, la que se encarga de funciones esenciales para los seres humanos como la atención, la empatía, el pensamiento lógico o el control de los impulsos. La autora recuerda, además, que existen estudios que demuestran que la exposición temprana a las pantallas influye en los niveles de mielina, una sustancia que se encarga de impulsar la velocidad de procesamiento cerebral: “Dicho en otras palabras: las pantallas producen obstáculos en el desarrollo del lenguaje, disminuyen la capacidad de atención y de concentración, interfieren en el autocontrol y en el desarrollo de habilidades sociales y emocionales”.

Con toda esta evidencia científica, ¿no es sorprendente que las pantallas sigan siendo un recurso tan utilizado por las familias en la crianza y la educación de los niños? A la guía Montessori no le sorprende: “La sociedad adulta tiene ya una dependencia a las pantallas. Es algo superior a nosotros. Una droga digital que inyecta aprobación y dopamina en el cerebro y que nos distrae, absorbe nuestro tiempo y nuestra atención. A eso hay que sumarle las horas de trabajo, las horas que lleva sacar una casa hacia adelante y el resto labores diarias… Nos vemos agotados, desbordados y frustrados por no llegar a todo; y las pantallas pueden dar unos minutos de silencio de forma inmediata en el hogar, son una vía de escape que se utiliza, en muchas ocasiones, como cuidadoras o chupetes digitales”.

Integrar a los niños para cambiar las dinámicas

Que las pantallas son una vía de escape y un recurso fácil es obvio. Muchas veces madres y padres acostumbramos a utilizarlas porque es la forma más sencilla de tener tranquilos a los niños durante un viaje, mientras se limpia la casa, mientras se prepara la cena… Para Marta Prada hay una alternativa a este recurso: integrar a los niños. ¿Vas a cocinar? Pídeles ayuda. ¿Vas a limpiar? Invítale a que limpie el polvo. ¿Vas de viaje? Aprovecha para charlar, cantar, jugar, escuchar. “Integrar a los niños y niñas cubre dos de sus necesidades más básicas: afecto y pertenencia. Muchas veces solo se refugian en las pantallas porque se sienten excluidos y buscan su propio mundo virtual de fantasía en el que se sienten bien. Se trata de integrarles para que sientan que realmente son seres valiosos, queridos, visibles e importantes”, afirma.

La duda es cómo integrarles cuando eso supone dar marcha atrás con unos hábitos ya muy instaurados en las familias y en los que las pantallas juegan un papel principal. La autora de Educar sin pantallas, sin embargo, tranquiliza a los padres porque en su opinión “los niños tienen una enorme capacidad de adaptación”. Reconoce Prada que, si existe un abuso grande de pantallas, los primeros días pueden ser algo más conflictivos por el efecto abstinencia, ya que el cerebro pide su dosis diaria de dopamina. En ese caso, recomienda “acompañar las emociones y la irritabilidad que pueda surgir con empatía, firmeza y respeto; y ofrecer alternativas que muestren a los pequeños que pueden tener experiencias mucho más placenteras conectados a las personas que aman, a la naturaleza, al juego y a la experiencia”.

 


 

Cuándo empezar a preocuparse

Según Marta Prada, en función de cada etapa del desarrollo de los niños y niñas podremos atender a determinadas señales que nos pueden dar la voz de alarma sobre los efectos negativos de la relación que mantienen con las pantallas.

-“En niños más pequeños podremos detectar cambios de comportamiento, incrementos de rabietas, irritabilidad, nerviosismo, mentiras, ansiedad por consumir pantallas, fragmentación del sueño. Muchas familias, incluso, me dicen: “mi hijo no come si no es con una pantalla delante”. Eso es un problema”, argumenta.

-Cuando se trata de niños más mayores y adolescentes, según la autora, madres y padres deben estar atentos a los cambios de comportamiento, la irritabilidad, el rendimiento académico, el aislamiento, las mentiras o la privación del sueño para consumir pantallas: “Eso nos puede encender la señal de alarma en cuanto a la existencia de una dependencia, que en los casos más graves puede llegar incluso a la adicción”.

No obstante lo anterior, Prada anima a los padres a no centrarse tanto en esas señales preocupantes como a prestar atención a todo lo que su hijo está dejando de hacer y se está perdiendo por estar frente a la pantalla. “Cuando un niño deja de practicar su deporte favorito para jugar a Minecraft es que ha llegado el momento de sentarse a buscar soluciones”, ejemplifica.

 

 

 

 

 

 

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