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Javier Urra: “Los adolescentes me caen muy bien y yo les caigo muy bien a ellos”

padresycolegios.comSábado, 1 de enero de 2022
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Su último libro “Déjame en paz” y dame la paga” es un manual dirigido a padres en el que recoge la forma de abordar los problemas de los adolescentes de hoy en día bajo una mirada positiva. “Si les respetamos a ellos, conseguiremos, a la vez, su respeto”,  aconseja Urra desde su amplia experiencia.

 

Eva R. Soler

 

Si alguien sabe de adolescentes en España ese es Javier Urra. Doctor en Psicología, doctor en Ciencias de la Salud, profesor en Pedagogía Terapéutica, psicólogo en excedencia voluntaria de la Fiscalía del Tribunal Superior de Justicia y de los Juzgados de Menores de Madrid, embajador de la Asociación Iberoamericana de Psicología Jurídica, profesor de Psicología de la Universidad Complutense de Madrid, académico de número de la Academia de Psicología de España, patrono de la Fundación Pequeño Deseo, presidente de la Comisión Rectora del programa recURRA-GINSO para padres e hijos en conflicto, presidente de honor de la Sociedad Española para el Estudio de la Violencia Filio-parental (SEVIFIP), escritor, contertulio en medios de comunicación. Fue el primer Defensor del Menor en la Comunidad de Madrid, es colegiado de honor en Psicología y le concedieron la Cruz de San Raimundo de Peñafort por el Ministerio de Justicia. En su último libro “Déjame en paz y dame la paga” nos invita a descubrir el mundo adolescente con una mirada positiva. Un manual que ayudará a los padres a comprender a sus hijos en esta etapa de cambio y crecimiento. Con respeto y capacidad de escucha, es posible que nos abran la puerta de su cuarto y de sus emociones.

 

A pesar del título que puede implicar cierta connotación negativa, Déjame en paz y dame la paga supone una mirada positiva al mundo adolescente, ¿por qué este título?

 

Es un título atractivo. Que un adolescente te diga “Déjame en paz” entra dentro de lo normal y “dame la paga”, porque ellos viven mucho la relación con sus iguales. Además, la portada es la puerta de un hotel con el cartel de “No pase” (mensaje sustituido por el título del libro). Pretende reflejar el sentido que tienen los adolescentes de su habitación: todo es de todos, pero su habitación es sólo de ellos y esto no quiere decir que el chico o la chica tengan un problema. He trabajado toda mi vida con adolescentes. Cuando yo tenía 18 años, empecé a trabajar en un campamento en la sierra de Madrid para tratar con adolescentes de educación especial. Era el año 1983 y supuso toda una novedad. Actualmente, presido RecUrra-Ginso, una residencia para tratar adolescentes en conflictos. He trabajado en la fiscalía de Menores, he sido Defensor del Menor en la Comunidad de Madrid… Conozco muy bien a los adolescentes y he visto los cambios que se han ido produciendo en las distintas generaciones. Los adolescentes me caen muy bien y yo les caigo muy bien a ellos. A veces se produce esa profecía autocumplida de relacionar la adolescencia con una etapa horrorosa, porque es verdad que es una etapa de cambio donde se producen conflictos con uno mismo, pero no es una justificación para las faltas de respeto. Yo consigo el respeto de los adolescentes, ¿cómo? No permitiendo sus tonterías si las hacen, pero mostrando también yo respeto hacia ellos.

 

¿Por qué los adultos tememos tanto esta etapa y relacionamos a los adolescentes con personas a las que cuesta llegar?

Primero porque es verdad que la mayoría de las veces es una etapa de conflicto. Segundo, porque los padres lo que quieren es cuidar, pero esta ya no es la etapa de llevarle al pediatra, de llevarle al colegio, de vivir para el niño. La tendencia del adulto (padre o madre) es estar encima del niño, pero los adolescentes quieren que les dejen en paz y esto a los padres les crea una pérdida de rol. Hasta ahora le ha estado diciendo (a su hijo/a) lo que tiene que hacer y ahora él hace las cosas sin contar con sus progenitores. También hay conflictos en relación con los horarios de llegada y con el consumo de alcohol. Respecto a estos dos asuntos y desde un punto de vista institucional, no es fácil ser padre en un país como el nuestro (donde los horarios se alargan y hay permisividad con el consumo de alcohol). Y, por otra parte, hay padres inmaduros que actúan como adolescentes y esto es nefasto, porque el adolescente necesita un adulto en el que apoyarse y con el que chocar. En la Fiscalía de menores, he escuchado a un adolescente decir que él a sus padres no les importa, porque haga lo que haga, no le dicen nada. Esto es terrible. Un chaval va a chocar con su padre si le dice que su hora de llegada son las doce de la noche y él quiere volver a las cuatro de la mañana, pero, en el fondo, sabe que ese es su papel y eso le normaliza, aunque le enfade. Luego hay gente que no le cae bien los adolescentes porque dejaron de ser ellos adolescentes. Les da envidia y algunas generaciones creen que cualquier época pasada fue mejor.

 

La pandemia incide en esa visión negativa que a veces les estigmatiza y les hace responsables del aumento de contagios

En la pandemia hay adolescentes que se han comportado con mucha ternura, han ayudado en casa, se han preocupado por los abuelos, han visto a sus padres agobiados por la pérdida económica…Aunque los adolescentes no lo han pasado nada mal en el confinamiento porque estaban en contacto con sus amigos por videoconferencia y nadie salía. Ahora, en cuanto ya han podido salir y la responsabilidad es individual empieza el conflicto. El contacto, la sexualidad, el verano, la piscina, el pueblo… Si a eso le añades mensajes como “hemos vencido al virus” o que a los jóvenes el coronavirus apenas les afecta, (cuando no es verdad, porque estamos viendo cuatro meses después, jóvenes asintomáticos que han desarrollado enfermedades renales, hepáticas, neurológica), el adolescente se siente invulnerable. Para que les lleguen los mensajes de lo que en realidad puede suponer una enfermedad como el coronavirus habría que utilizar personas que a ellos les parezcan creíbles. Un buen ejemplo sería Rafa Nadal. También hay que inculcarles e incidir en el respeto intergeneracional: deben de cuidar a sus abuelos y tienen que reflexionar si es lógico que se hayan producido tantas muertes de ancianos.

 

Otro problema que aborda en el libro es el de las redes sociales

Sí. Esto a los padres les genera mucha inquietud porque los adolescentes pasan mucho tiempo conectados y ellos (los padres) no saben lo que están haciendo y con quien están. Estamos viendo que niños y niñas de trece años entran en contacto con pornografía muy violenta. Después, la sociedad se pregunta por qué se están produciendo abusos sexuales en grupo y es porque confunden el amor con el sexo, el querer con el poseer. Se confunde todo.

 

 

Volviendo a la importancia de esa relación intergeneracional, en el libro afirma que es bueno que los adolescentes hablen con los abuelos de la adolescencia de sus padres.

Sí, es muy bueno que los niños hablen con sus abuelos. Mira tu madre o tu padre cuando era adolescente hacía esto. Esto también entra dentro de ese respeto intergeneracional que me parece importante. Los abuelos generan mucha ternura y sensibilidad, nos ayudan a ponernos en el lugar del otro. Hay que hablar de valores, de virtudes, de lo que es esencial en la vida… Eso es lo que nos preguntamos al final de la vida y eso los abuelos los trasladan muy bien y es muy importante. Esta es otra dificultad de la pandemia, no poder ir a ver a los abuelos para garantizar su salud.

 


 

LOS MIEDOS DE LOS PADRES

El consumo de drogas, el que el adolescente pueda atentar contra su salud o su vida, la desafección emocional, los problemas de conducta graves, la violencia filio-parental, las conductas que se escapan al control parental (sectas o bandas), el perder al hijo que fue… Estos son, según Urra, los mayores miedos que muestran los padres respecto a sus hijos adolescentes. “Déjame en paz y dame la paga” aborda la forma de encarar estas preocupaciones de frente y propone soluciones para todos ellos.

 

LAS VIRTUDES DE LOS ADOLESCENTES

A veces, los defectos de los adolescentes nos impiden ser conscientes de sus virtudes: lealtad a sus amigos, ilusión, fuerza por querer mejorar el mundo, el afecto (escondido a veces tras una capa de distanciamiento y dureza emocional), la búsqueda de identidad… Tenerlas en cuenta mejorará nuestra relación con ellos.

 

PROGRAMA RECURRA-GINSO

Javier Urra es presidente de RecURRA-GINSO. Un programa que lleva tratando desde hace diez años adolescentes que tienen conflictos de alimentación, de violencia filio parental, de adicciones… Cuenta con un centro en Madrid y una residencia terapéutica por donde ya han pasado más de 835 adolescentes. Más información: www.recurra.es consulta@recurra.com teléfonos: 900 656 565—91 442 03 39

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