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Julio Basulto: “La disponibilidad de alimentos en el hogar y el ejemplo de los padres son claves en la salud infantil a largo plazo”

padresycolegios.comSábado, 1 de enero de 2022
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Nuestras elecciones alimentarias en el hogar marcarán en gran medida la salud familiar a presente y futuro. Según Julio Basulto, dietista-nutricionista, no se trata de comer mejor sino de dejar de comer peor.

 

Por Diana Oliver

 

La alimentación en la infancia es uno de los factores determinantes para la salud presente y futura de los niños y niñas. Lo es porque no sólo cumple un papel fundamental en su desarrollo físico y mental sino que, además, una alimentación insana aumenta el riesgo de que al llegar a adultos puedan padecer enfermedades prevenibles como las cardiovasculares. Para Julio Basulto, dietista-nutricionista y autor de títulos como Se me hace bola o Mamá come sano, y que está a punto de publicar junto al pediatra Carlos Casabona Beber sin sed (PAIDÓS), no se trata de grandes “medidas” ni hábitos imposibles: lo que tenemos en nuestras despensas y en nuestras neveras y el ejemplo de los adultos de la unidad familiar son factores fundamentales para una alimentación saludable desde la infancia.

 

Se dice muchas veces que comer sano es más caro que comer mal. ¿Supone un mayor gasto para las familias una alimentación saludable?

Comer sano es más caro si miramos caloría por caloría. La diferencia entre comer bien o comer mal es una diferencia pequeña para una familia concreta; no va a ser un aumento destacable. Pero ocurre que a escala poblacional sí lo es, y se ve claramente que al cabo del año muchas familias comiendo mal gastan menos dinero. Es sencillo de calcular: ¿cuánto te cuesta una caja de galletas? Seguro que son muy baratas. Con ese dinero, ¿cuántos melocotones te compras? Caloría por caloría, efectivamente, comer galletas es más económico. Lo que ocurre es que un melocotón te está aportando algo más que calorías; te está aportando antioxidantes, fibra, vitaminas, minerales, y te está saciando sin aportar calorías vacías. Si pensamos a largo plazo, comer mal es caro. Por ejemplo, pensemos en la caries. ¿Qué gasto supone para una dentadura a largo plazo comer mal?

 

¿De qué crees que dependen las elecciones alimentarias de una familia?

Hay cuatro factores que van a determinar las elecciones. Son las llamadas 4 pes del marketing: punto de venta (la cercanía del establecimiento; no solo de los supermercados también de bares, restaurantes, locales de fast food, etc.), el producto (cómo está diseñado ese producto, el sabor, el aroma, la textura), la publicidad del producto y el precio. La que más determina a escala poblacional que se compre o no un producto es el precio: cuando algo es muy barato hay más posibilidades de que se compre. Por eso son tan útiles medidas como elevar los impuestos de los productos malsanos. En Cataluña se puso el impuesto a las bebidas azucaradas y ha disminuido el porcentaje de este producto desde que se implementó. Y también es útil bajar, por supuesto, el precio de los productos saludables. Esto es fundamental. Yo propongo luchar contra esas 4 pes con otras 4 pes: pensar (plantearnos que la alimentación determina en una buena medida nuestra salud), planificar (organizar nuestros menús facilita no caer en productos superfluos de acceso rápido), prescindir (evitar tener alimentos insanos) y paciencia (reeducar nuestro paladar poco a poco).

 

Durante el confinamiento has denunciado varias veces que en Madrid se haya ofrecido durante dos meses a más de 11.000 niños y niñas beneficiarios de una beca comedor un menú diario basado en productos claramente insanos. Además de la parte nutricional no sé si también choca con la parte “educacional”, ¿qué mensaje se traslada a la población con estas acciones?

El menú escolar no sólo tiene una función nutritiva sino también educativa porque transmite la cultura culinaria de tu país, los valores, la tradición histórica. ¿Con la fast food se transmiten estos valores, esta tradición? Pero lo peor de este asunto es que el colectivo más vulnerable para seguir malos hábitos de salud es precisamente el colectivo desfavorecido, que es el receptor de estos menús. Por tanto, son doblemente “antieducativos”: por un lado, se aleja del patrón de alimentación típico de nuestro país, y en segundo lugar, resalta algo por lo que deberían estar trabajando las instituciones y la autoridades sanitarias que es evitar la transmisión de los malos hábitos de colectivos vulnerables.

 

Colectivos que son los que peor pueden comer.

Siempre come peor porque son las víctimas de la publicidad, y también porque tienen un menor nivel socioeconómico y cultural. Si te fijas, en una ciudad los anuncios de comida basura no está situados en los barrios ricos porque saben que su público no está ahí. Es un marketing depredador.

 

¿Por qué es importante esa parte educacional? ¿Qué papel juegan los hábitos saludables en la salud de los niños y las niñas?

Un niño que toma mucho azúcar en su infancia es probable que de mayor sea una persona con un mayor riesgo cardiovascular, que es la primera causa de muerte en Europa. A escala poblacional tiene un peso increíble la alimentación. Pero un niño no es un robot así que aunque los hábitos (alimentación, descanso, sedentarismo, vacunas, medicalización) a título poblacional son importantes, a nivel individual los únicos factores que muestran una correlación clara entre alimentación y salud a largo plazo son disponibilidad en el hogar y ejemplo de los padres. Son dos factores fáciles de recordar y de llevar a cabo.

 

Se menciona muchas veces la culpabilidad que sienten algunas familias cuando ofrecen a sus hijos alimentos insanos. ¿Cómo abordar la importancia de una alimentación saludable desde la infancia sin trasladar esa sensación a las familias? ¿Se debe cambiar el mensaje, la forma?

Es difícil responder a esta pregunta. No soy psicólogo ni sociólogo. Yo creo que decir a la población lo que “no tiene que hacer” funciona más que decir “lo que tiene que hacer”. La literatura científica así lo afirma. Se trata de no comer mejor sino de dejar de comer peor. El objetivo de la divulgación en este sentido es que la población acabe comiendo mejor, ese es el objetivo.

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