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Prevenidos en la Red

padresycolegios.comSábado, 1 de enero de 2022
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Hoy en día muchos de los juegos y webs que pueden visitar los niños permiten pagos integrados o servicios de streaming a demanda en los que se puede comprar con solo apretar un botón. Sin darnos cuenta, Internet puede convertirse en un serio riesgo financiero para las familias.

Hoy puede consultarse una abundante literatura sobre los peligros que acechan a los menores desde la pantalla de su inocente móvil: acoso, pornografía, abusos… Sin embargo, se echa en falta una mayor atención sobre los riesgos económicos que todos corremos, adultos y pequeños, cuando navegamos por la RedVíctor Bustillo Molinero, responsable de Recursos y Select de Cantabria y Asturias de Banco Santander, confirma que “hoy en día muchos de los juegos y las webs que usan los menores pueden generar a los padres un gasto incontrolado e inesperado. Por eso, es muy importante educar a los niños en los riesgos derivados de las webs o de las aplicaciones de los móviles”.

Así es. Muchos padres se han echado las manos a la cabeza porque un simple -y aparentemente barato- servicio de música on-line ha ido acumulando euros hasta producir una factura de un importe inaceptable. Y lo peor de todo es que, además de resultar casi imposible anular el ‘contrato’, desconocemos por completo el proceso de compraventa.

Este es sólo un ejemplo, y uno de los menos gravosos, de cómo puede perjudicar a la economía doméstica la falta de precaución en nuestra relación con la Red. Porque hay más y, por supuesto, más graves.

Banco Santander, a través de su proyecto divulgativo Finanzas para Mortales, resume unas reglas básicas de seguridad para operar en Internet.

No compartir las claves

Nunca hay que proporcionar datos personales a un comunicante sospechoso, ni por teléfono ni por correo electrónico. Parece sencillo, pero, evidentemente, el estafador se presentará como una empresa conocida, cuidará todos los detalles del correo o será muy persuasivo en la conversación telefónica.

Otro de los mecanismos de esta estafa, denominada ‘fishing’, es pedirte que accedas a tu banco pinchando en un enlace visible en un correo electrónico o en una web. Los destrozos que pueden ocasionar estos ladrones de datos pueden ser enormes; suplantando tu identidad se pueden realizar innumerables operaciones en Internet e incluso físicamente.

Para interiorizar esta idea basta con tener claro lo siguiente: los que necesitan de verdad nuestros datos ¡ya los tienen!, porque en su día se los facilitamos al banco en un entorno seguro y con una finalidad concreta.

Mantener en secreto las claves de acceso a las páginas de los bancos o de cualquier otro sitio de acceso registrado es otra precaución que parece evidente.

Sin embargo, son muchas las contraseñas que nos vemos obligados a recordar y podemos caer en la tentación de escribirlas en papel o en un archivo informático.

Tampoco es recomendable elegir claves relacionadas con otros datos personales que son más fáciles de averiguar, como el cumpleaños propio o el de algún miembro de la familia, o el aniversario de boda. Por último, nunca hay una buena razón para compartir nuestras claves con terceras personas.

El peligro también viene desde el aire. Nunca hay que acceder a páginas sensibles (las que requieren de una identificación) a través de un wi-fi extraño. Son muy habituales los espacios públicos, sobre todo comerciales, que ofrecen este servicio, pero también nuestro móvil puede conectarse sin avisar a una red abierta y desconocida.

Por otra parte, hay que habituarse a cerrar siempre la sesión después de visitar la página de un banco.

Y, en todos los casos, evitaremos riesgos si contamos con un buen programa antivirus, firewall y spy-ware, que debemos tener siempre actualizado en todos los dispositivos.

  • Comercio electrónico seguro: cada vez que se realiza una operación con una de nuestras tarjetas el móvil nos informa inmediatamente.
  • Las tarjetas prepago se pueden recargar con un importe concreto, de forma que sólo se podrá cargar, como máximo, el importe restante.
  • Otra precaución consiste en generar usuarios diferentes pero sólo uno de ellos, el que utilizan los padres, sería accesible con una contraseña, mientras el que usan los hijos no tienen acceso a las operaciones bancarias.
  • Y si por algún motivo pensamos que alguien ha podido tener acceso a una tarjeta de crédito, los bancos aconsejan anularla y proporcionan otra con mucha rapidez.

El banco te ayuda

Quien más entiende de seguridad en las operaciones por Internet es, lógicamente, el propio banco. No desdeñemos sus recomendaciones; no las hacen por rutina o por obligación legal, sino porque son los primeros interesados en que la actividad bancaria del cliente no registre incidencias ni corra riesgos innecesarios.

Los teléfonos de consulta que proporcionan en la web responden con rapidez a las dudas y sospechas que podamos albergar.

Vamos a ponernos en lo peor: creemos que alguien ha conseguido las claves bancarias, o bien estamos seguros porque hemos advertido una operación que nunca hemos ordenado.

Lo más importante es la rapidez. En primer lugar, cambiar la clave. Tampoco hay que esperar ni un minuto a comunicarnos con el banco que, si lo ve necesario, bloqueará inmediatamente la cuenta.

E, incluso, en el caso de que no resultemos perjudicados, hay que denunciar los hechos a las Fuerzas de Seguridad del Estado.

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