NANO LÓPEZ
// COACH EXPERTO EN ADOLESCENTES Y PADRES //
nanolopezromero.com
La familia es uno de los focos donde mas se puede vulnerar el sentido sistémico. Damos por hecho muchas cosas de las que ocurren y la mayoría de las que ocurren repercuten en el futuro.
Debemos de ver la familia como un sistema creado porque necesitamos cosas y para conseguirlas, y en busca de un equilibrio emocional y con el fin de un crecimiento tanto individual de todos sus miembros. En definitiva permanecer en el tiempo.
Es importante saber que un sistema es un conjunto de elementos interrelacionados entre sí que busca de un objetivo común. Yo siempre que hablo de la familia, comento que uno de los principales objetivos por los que se crea es por perpetuar la especie. Algo que en un principio no pensamos, pero sin embargo, desde nuestro inconsciente así funciona.
Se llevan creando este tipo de sistemas desde el inicio de la existencia del ser humano, y están en una constante evolución.
Existen diferentes sistemas familiares, y no por eso el sistema no deba de funcionar. Un sistema familiar monoparental, un sistema de padres divorciados, o incluso un sistema donde los padres son del mismo sexo, funciona de la misma manera.
Para que un sistema funcione, debemos de tener en cuenta varios factores importantes. Es necesario que esté en equilibrio y que cada elemento ocupe el lugar que le corresponde. Una forma visual de verlo como ejemplo es la imagen de un coche de carreras entrando en boxes. El objetivo común del equipo es que el coche esté a punto en el menor tiempo posible. Y para ello, cada uno de los miembros del equipo debe de cumplir una función. Cualquier modificación y acción repercute en todo el sistema. La persona pierde protagonismo a favor del conjunto, no siendo un elemento aislado ya que pertenece al sistema.
Es necesario que cada una de las piezas que lo forman estén colocadas en el lugar y posición correspondiente. En todo sistema familiar es imprescindible que cada uno de sus miembros ocupe el lugar que le corresponde dentro del sistema. No sólo pertenecemos a un sistema. Estamos en una constante interactuación de sistemas y esto es muy importante, ya que debemos saber qué lugar y función ocupamos en cada uno.
Existen unas leyes que nos hacen observar cómo se encuentra el sistema en cada momento y de esta manera, poder actuar para conseguir su estabilidad. Cuando el sistema no tiene estabilidad suele ser por diferentes motivos que están regulados por unos principios.
Ley del equilibrio: consiste en dar y recibir proporcionalmente. Si uno empieza a dar mas o menos el vinculo se deteriora. Para mí existe una premisa especial a tener en cuenta. Debemos dar lo que nos piden y pedir lo que necesitamos. Evidentemente esto siempre de una manera cualitativa y no cuantitativa y según la percepción de cada persona es de forma subjetiva. Por lo tanto, el intercambio siempre debe estar equilibrado. Cuando este equilibrio se deteriora, el sistema enferma en su conjunto.Esto lo podemos advertir, cuando uno de los miembros altera su comportamiento. Sin embargo, no debemos olvidar las etapas por las cuales pasa cada miembro (por ejemplo la adolescencia), que nos indican la evolución del sistema. Hay muchas veces que no reconocemos a los hijos como adultos y los seguimos tratando como a niños, o al contrario, que enseguida los dejamos interactuar como adultos. Es importante la observación y evaluación constante del sistema. Este es uno de los puntos que suele ser muy preocupante y donde más desequilibrios se producen. Por lo tanto, es necesario restablecer el orden en el sistema para que todos los miembros del mismo crezcan y desarrollen todo su potencial.
Hablemos ahora de la otra de las leyes que ayudan al funcionamiento del sistema. La ley de Pertenencia. Toda persona que nace en una familia tiene derecho de pertenecer a esa familia, independientemente de lo que haya hecho o de lo que le haya sucedido y es de por vida. A él, pertenecen todos los miembros vivos y muertos, los que han hecho un hueco para que otros entren, los perpetuadores y las víctimas. Hay muchas veces que en este sentido perdemos consciencia del sistema. Cuando somos pequeños, nuestro sistema al que pertenecemos es el que nuestros padres han formado. Sin embargo, cuando tenemos pareja o hijos, formamos nuestro propio sistema familiar, independiente al de nuestros padres, pero directamente relacionado. O por ejemplo cuando nos separamos (con o sin hijos) y formamos un nuevo sistema familiar. El desequilibrio aquí viene cuando no sabemos ubicarnos en dicho sistema y dejamos de reconocer a anteriores familiares del sistema, padres hermanos o algún otro miembro.
Y como último punto, y por ello no menos importante, la ley de la Prevalencia. Los que llegaron antes, prevalecen sobre los que llegaron después. Primero son los padres, luego son los hijos (en orden de llegada). Si formamos una nueva familia, por un divorcio o muerte del cónyuge, esta familia vendrá después. Esto es muy importante a tener en cuenta. Por ejemplo, cuando iniciamos el sistema familiar los elementos pertenecientes son la pareja. Cuando de pronto llega un hijo, muchas veces sin querer nos olvidamos de los miembros del anterior sistema a favor de los nuevos. Otro ejemplo es cuando no abandonamos el sistema antiguo al que pertenecíamos y encontramos casos en los que los padres se apoyan en los hijos para solucionar sus conflictos, cuando los hijos se convierten en padres de sus propios padres, o cuando los hermanos no se respetan entre ellos.
Desde el coaching ayudamos a resolver todos estos conflictos para ayudar a estabilizar los conflictos y así encontrar la paz que proporciona el equilibrio